El agricultor argentino se ve obligado a competir en una liga imposible con una alta carta tributaria
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Mientras Chicago intenta encontrar un nivel de precios adecuado a las circunstancias, la Geopolítica, en mayúsculas, condiciona su evolución. Así como el triunfo de Trump no es un factor de mercado neutral, tampoco lo son la actitud de China como demandante consolidado de proteínas, ni la de India como el país llamado a ser en los próximos veinte años lo que fue China en los últimos veinte. En nuestra opinión, ese es el planteo.
Pero el productor argentino debe evolucionar esta nueva campaña en un contexto extremadamente desafiante y complejo. Nuestro “ranking”, midiendo desde el escenario más amigable hacia el más hostil para el 2025 sería: 1º) girasol; 2º) maíz, 3º) trigo y 4º) soja.
La plaza girasolera ya evidencia mejoras contundentes. La plaza maicera plantea una buena cosecha en Estados Unidos, pero un recorte significativo de la safrinha en Brasil y otro no menor de la producción en la Argentina. Mientras tanto, la plaza triguera plantea dos escenarios muy distintos para el productor local. Para el momento de cosecha, las bajas verificadas en las cotizaciones eran de manual. Para el otoño, el “efecto Mercosur” podría dar revancha. Pero el escenario de precios para la soja es, claramente, el más negativo. En gran medida, ya tenemos una cosecha récord en EE.UU., probablemente récord también en Brasil y aumento de área en Argentina. Pero los estadounidenses tienen una política agrícola muy protectora y los brasileños zafan por la devaluación del real (17% con inflación proyectada del 4% en lo que va del 2024). Así las cosas, el panorama para el productor sojero local es absolutamente complejo.
Aduanas
Ahora bien, el triunfo de Trump también se constituye en un factor de mercado a ser considerado con atención. Una declarada política proteccionista para Estados Unidos conlleva derivaciones. La eventual suspensión de la baja de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal es un tema. La suba de aranceles a las importaciones chinas por parte de Washington para reducir el muy deficitario balance comercial (del orden de los 350.000 millones de dólares) es otra hipótesis que podría repetirse (Trump 2018). ¿Se reeditaría la guerra comercial de aquel entonces, con impacto directo en la soja? También la hipótesis “dólar firme, commodities en baja” ganaría adeptos entre los “fondos”. Como puede apreciarse, la adecuada ponderación de los factores de mercado a evaluar para el ciclo 2024/25 es clave.
En materia de aduanas habituales, sólo nos queda la del clima en EE.UU. en el período abril/agosto del 2025 como “esperanza” (el tradicional mercado climático). Si en esa instancia no recibimos ayuda externa, podríamos enfrentar un verdadero problema.
No “tirar de la cuerda” es la consigna del 2025. No alcanza con que el Gobierno diga que los productores “son héroes”. El productor argentino se ve obligado a competir en una liga imposible con una presión impositiva dramática. Si el panorama descripto ut supra se ve convalidado por la realidad, las autoridades deberían tener un plan B. Se sorprenderían por la respuesta inmediata del sector más competitivo de la economía argentina y, por lejos, el más noble. Para pensar.
El autor es presidente de Nóvitas SA.
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