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Los cultivos de servicios se siembran comúnmente con el objetivo de proteger el suelo de la erosión, incorporar carbono y nutrientes al sistema y de reducir la presión de malezas, entre otros. Su inclusión es, desde hace un tiempo, materia de discusión entre los socios de la Regional Necochea de Aapresid, de la cual soy asistente técnico. Allí surgen interesantes intercambios respecto de ventajas, desventajas y factibilidad operativa. Para alentar el debate planteamos ensayos a escala de macroparcelas, con el apoyo de investigadores de la Unidad Integrada Balcarce (INTA-FCA), productores y de asesores. Al cierre del segundo ciclo podemos sacar algunas conclusiones.
La especie o mezcla a implantar debería definirse según los servicios que demande el sistema. Los resultados obtenidos con gramíneas (avena, centeno, triticale) son satisfactorios. Se implantan con facilidad en una ventana de siembra amplia (otoño e invierno), aportan gran cantidad de residuos (más de 10 toneladas) y su supresión al final del ciclo es sencilla. Compiten muy bien con malezas y permiten emplear numerosos herbicidas. Pruebas hechas con siembras aéreas dentro de maíz en pie mostraron resultados alentadores. Son una excelente alternativa como antecesor de la soja, aunque si se pretende sembrarlas antes del maíz o girasol el quemado debe ser temprano. Como regla general, si el cultivo se suprime luego de la floración, el residuo inmovilizará una gran proporción de nutrientes.
La vicia es un cultivo interesante por su capacidad de fijar nitrógeno. Dado que requiere mayor temperatura que las gramíneas para crecer, es fundamental sembrarla temprano (entre mitad de febrero y mitad de marzo para la zona), a fin de que logre un buen crecimiento otoñal. Durante 2017 se registró presencia de enfermedades causadas por Ascochyta sp., Botrytis sp. y Alternaria sp., que redujeron la producción de biomasa aérea. En la campaña actual la severidad del daño por patógenos fue menor, posiblemente asociado a menores lluvias. La consociación con gramíneas resultó exitosa, incluso mostrando mejor comportamiento sanitario. Se destaca que la disponibilidad de herbicidas para controlar malezas en el cultivo es acotada, por lo que se debe procurar sembrar en lotes limpios y lograr una rápida cobertura del suelo. Finalmente, evaluaciones de alternativas para la supresión química han mostrado que la misma es muy fácil.
La inclusión de melilotus y tréboles representa un desafío. Se ha reportado muy buen comportamiento en otros ambientes, aunque en las evaluaciones no hemos podido lograr un buen stand de plantas debido a desuniformidad en la emergencia y a la presencia de plagas. Además, la supresión química fue más difícil.
Las pruebas con nabo, rabanito forrajero y colza despertaron interés por su efecto positivo sobre la estructura del suelo. Sin embargo, no podemos obviar que las principales malezas en el sudeste bonaerense pertenecen a la misma familia, por lo que su inclusión como cultivo representa un riesgo.
A futuro, surge la necesidad de conocer mejor la dinámica de mineralización de nutrientes presentes en la biomasa de los cultivos de servicios, a fin de poder ajustar la fertilización de los cultivos subsiguientes. Además, necesitamos mayor información sobre las consecuencias en el sistema del aprovechamiento forrajero de estos cultivos. Sin dudas la inclusión de cultivos de servicios representará un cambio de paradigma para los sistemas agrícolas. Tal vez su adopción sea gradual, porque involucra mayor complejidad en el manejo. Pero con seguridad harán un aporte fundamental a la sustentabilidad.
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