El Índice de Confianza del Campo Ag Barometer Austral registró su mayor descenso desde julio de 2019; pasó de 149 en noviembre de 2024, su nivel más alto en la historia, a 117 en enero de 2025
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En medio de la pérdida de rentabilidad del sector agropecuario y los reclamos por la presión impositiva, el Índice de Confianza del Campo Ag Barometer Austral registró su mayor caída desde julio de 2019. Pasó de 149 en noviembre de 2024, su nivel más alto en la historia, a 117 en enero de 2025, lo que representó un descenso del 21,5%. Este desplome es el más significativo desde 2019, cuando, tras las PASO y el triunfo de Alberto Fernández, la confianza cayó un 46% (de 137 a 74).
A pesar de la caída, en esta primera medición del año realizada por el Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, el Ag Barometer se mantuvo en terreno positivo con un valor superior a 100. “Este es un indicativo de que prevalece el optimismo en los productores, basado en el Índice de Expectativas Futuras que compensa la negatividad del Índice de la Situación actual”, consideró Carlos Steiger, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral y director de la encuesta. Señaló que este optimismo se debe al Índice de Expectativas Futuras (140), que compensa la negatividad del Índice de la Situación Actual (80). Además, recordó que el índice superó nuevamente los 100 puntos en noviembre de 2023 tras la elección de Javier Milei como presidente.
Durante enero 2025, ambos subíndices sufrieron un deterioro, con una caída más marcada en el Índice de Condiciones Presentes (-33%)) en comparación con el Índice de Expectativas Futuras, que cayó un 17%. De manera que se amplió nuevamente la brecha entre el presente y el futuro, alcanzando un valor de 42%, frente al 29% que mostraba la medición de noviembre 2024.

“Si bien es una caída importante frente a la medición anterior, la situación es muy distinta a la del 2019 y se debe más a factores climáticos y de mercado que a la situación política, aunque cada vez se hace más fuerte el reclamo por la baja/eliminación de los derechos de exportación dada la nula rentabilidad del sector y la desventaja del productor argentino frente a sus competidores de EEUU y Brasil”, aclaró Steiger.
Uno de los aspectos más llamativos es el desplome en las decisiones de inversión en activos fijos, que cayeron de 111 a 65, lo que representa un descenso del 41%. “Un 67% de los productores piensa que no es un buen momento para invertir, en comparación con el 44% de la medición de noviembre de 2024″, se señaló en el documento.
Esta caída en las inversiones afecta la demanda agregada en el corto plazo y la productividad en el mediano y largo plazo. Según el informe, esto se explica por el deterioro de la situación financiera de los productores, tanto en el presente (que pasó de 129 en noviembre de 2024 a 98) como en la expectativa a 12 meses (de 139 a 92). “El deterioro en todos los Índices se revela mayoritariamente por la disminución en la rentabilidad de la producción agrícola, que se da por la caída de ingresos (menores rendimientos y menores precios) potenciado por aumento de los costos, lo que genera una muy desfavorable relación de precios relativos insumo/producto para los productores en la campaña 2024/25 versus la campaña 2023/24″, analizó Steiger.

En ese sentido, el Ag Barometer destacó que, hasta el 27 de enero pasado, solamente un 19% de los productores pensaba que iban a bajar los derechos de exportación antes de la cosecha y fueron favorablemente sorprendidos por la decisión del Gobierno de una baja parcial y temporaria. Tras la baja, el 45% de los productores manifestó su intención de acelerar las ventas o la fijación de precios de la soja. Además, un 68% venderá la soja que tiene en su poder de la campaña 2023/24, mientras que un 32% adelantará la venta de la campaña 2024/25.
Otro toma abordado en el estudio es el analisis del impacto de las recientes cesaciones de pago en empresas del sector. “Un 79% de los productores cree que el default de Los Grobo, Agrofina y Surcos no afecta al sector en general y que es más bien un problema de gestión de esas empresas”, detalló el informe. Sin embargo, un 14% opinó que estos casos pueden dañar la reputación del sector y endurecer las condiciones de financiamiento.
Respecto al financiamiento de la campaña 2024/25, un 54% de los productores afirmó que lo hizo con fondos propios sin recurrir a financiamiento externo. Entre los que sí recurrieron a financiamiento, el 53% optó por créditos de proveedores de insumos con planes de canje a pagar en cosecha, mientras que solo el 19% tomó créditos bancarios, desalentados por las altas tasas de interés en términos reales.
Según el informe, los productores necesitarán en promedio un 62,5% del valor de su producción de soja para cubrir los costos de siembra y cosecha (sin considerar arrendamientos), y un 63,5% en el caso del maíz. Esto deja márgenes mínimos o nulos para quienes deben pagar arrendamientos o imputar el costo de oportunidad de sus tierras.

En cuanto a tendencias productivas, el estudio destacó el crecimiento del uso de insumos biológicos en la agricultura.“En esta edición, se exploró el uso de productos biológicos entre los productores argentinos, un aspecto que viene cobrando creciente importancia en la discusión respecto al mix tecnológico de producción. Un 60% de los productores manifiesta utilizar insumos biológicos regularmente”, explicó Steiger. De estos, los más demandados son los inoculantes para tratamiento de semillas (89%), seguidos por bioestimulantes (33%), biofertilizantes (28%), biofungicidas (13%) y biopesticidas (12%).
Los principales motivos para el uso de insumos biológicos son el aumento de los rendimientos (56%) y la mejora en la sustentabilidad ambiental (22%). En contraste, entre quienes no los utilizan, las principales barreras son el costo (25%), la falta de una propuesta de valor clara (22%) y el desconocimiento sobre su uso (21%).
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