El dato, que es para América Latina, surge de un estudio presentado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA)
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La conectividad significativa rural en América Latina se ha incrementado levemente en casi siete puntos porcentuales entre el 2020 y 2022. Sin embargo, la brecha de conectividad urbano-rural se mantiene con una diferencia del 2%. Estos datos surgen de un estudio del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que se dio a conocer con el propósito de reflejar el estado de situación con una perspectiva situada en los protagonistas de la agricultura. Autoridades de diferentes países de la región invitaron a formular recomendaciones más ajustadas para el desarrollo de políticas públicas y del sector privado en el área.
El informe fue lanzado en el marco del Día de la Mujer Rural en América Latina, del que participaron la primera ministra de Barbados, Mía Mottley; la secretaria de Agricultura de Honduras, Laura Suazo, y el Director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, quienes fueron parte del lanzamiento del documento, elaborado por el IICA, junto a sus socios del sector privado, Bayer, Microsoft y GSMA.
La conectividad y el uso dúctil de las nuevas tecnologías constituye una condición indispensable y prioritaria para el desarrollo de la vida productiva, social y comunitaria en el mundo rural. En ese sentido, las autoridades de los sectores público y privado puntualizaron que la intención es extender la conectividad en las zonas rurales y que desarrollar las habilidades digitales de los agricultores familiares debe ser una prioridad regional.
Manuel Otero, director del IICA, destacó tres elementos clave para que se lleven a cabo las transformaciones de una forma beneficiosa para los habitantes de los habitantes rurales: “Necesitamos una nueva generación de políticas públicas que refleje los nuevos desafíos de la agricultura; también más y mejor financiamiento. Debemos favorecer el acceso a nuevas tecnologías, sobre todo por parte de mujeres y jóvenes, que están destinados a ser protagonistas de la transformación”.
En ese sentido, resaltó las tecnologías habilitantes. “En la medida en que aumentemos la conectividad y la alfabetización digital, podremos contribuir a superar los niveles de pobreza e inseguridad alimentaria y darle a zonas rurales la noción de futuro que necesitan”.
El estudio, llamado “Derribar obstáculos, achicar brechas. El papel clave de las mujeres y los jóvenes para la adopción de tecnologías digitales en la ruralidad de América Latina y el Caribe”, fue realizado por Sandra Ziegler, especialista del IICA en Conectividad y Educación.
Mientras tanto, la primera ministra de Barbados consideró que las tecnologías digitales son fundamentales para no dejar a nadie atrás en el proceso de transformación que está transitando la agricultura. “La producción de alimentos es clave para todas las economías del Caribe y la única manera de asegurar su sostenibilidad y su competitividad es a través de las herramientas tecnológicas. Mejorar el acceso para los agricultores familiares, eliminando obstáculos y brechas, es promover la transformación de la agricultura”, dijo Mia Mottley.
En América Latina todavía existen 230 millones de personas que no acceden a internet móvil y que, probablemente, sean aquellas que estén en los contextos y/o en las condiciones más desfavorables para lograr su incorporación, y, por lo tanto, los esfuerzos que se requieren para saldar esta situación sean mayores.
Ziegler afirmó que se registraron tres modelos de adopción tecnológica en las zonas rurales: adopción intensiva, que incluye recursos variados y está relacionada con altos niveles educativos; incorporación para el apoyo en la cadena de valor, vinculado al uso de plataformas, aplicaciones y redes sociales, muy extendido entre los jóvenes; y ausencia de utilización por restricciones del entorno, que se deben al aislamiento geográfico y las condiciones de vida. “Comprender estos tres modelos distintos es crucial para diseñar políticas públicas que respondan a necesidades de los habitantes de las zonas rurales. Cerrar la brecha digital en la región requiere un esfuerzo importante y conjunto”, afirmó.
Las mujeres y jóvenes son los más afectados por la falta de infraestructura tecnológica en las zonas rurales. Del documento se desprende que la brecha entre zonas urbanas y rurales varía significativamente según los ingresos, y casi se ha superado en los países de renta alta. En cambio, en los países de renta baja, solo el 17% de los habitantes de zonas rurales utiliza Internet, mientras que esta proporción alcanza el 47% en el caso de los habitantes de zonas urbanas. El uso de Internet sigue siendo muy limitado para los habitantes de las zonas rurales de los países de renta baja.
Trigidia Jiménez, productora agropecuaria de Bolivia, opinó que es necesario crear centros pilotos de establecimientos rurales con tecnologías digitales para demostrar los beneficios. “La forma de aprender es viendo. Cuando la gente ve los resultados copia y asume lo nuevo. Debemos conservar el conocimiento ancestral como un diamante, porque enseña una forma saludable de producir alimentos, pero no podemos quedarnos en lo ancestral. Debemos adaptarnos a los cambios y oportunidades que nos brinda la revolución tecnológica”, dijo.
En base con las mediciones del estudio y a partir de una extrapolación a 26 países de la región, se estima que 72 millones de pobladores rurales de América Latina y el Caribe no acceden a una conectividad con estándares de calidad mínimos.
Expusieron, además, Nancy Andrea Moreno Lozano, responsable de la Dirección de la Mujer Rural, Ministerio de Agricultura, y Desarrollo Rural de Colombia y María Eduarda de Lima Vasconcelos, mujer rural de solo 25 años y Coordinadora General de Juventud Rural del Ministerio de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar de Brasil.
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