Ingresos, un bache hasta 2013

Este año, la tradicional estacionalidad del ingreso de los agrodólares será más acentuada que nunca, con cifras razonables en el primer semestre y magras en el segundo. Por la sequía, y también algún efecto precio, todo indica que habrá una merma de 4500 millones de dólares en el aporte del sector a las exportaciones del país, comparando con 2011.

Para 2012/13, el clima puede jugar a favor, pero con los actuales esquemas de comercialización hay riesgo de una acentuada "sojización" de la próxima campaña y, por ende, que los dólares del campo recién aparezcan a partir de abril de 2013.

Las condiciones actuales de la economía argentina parecen demandar un "puente de plata" para llegar a ese momento. La clave pasa por recuperar incentivos a producir trigo y maíz, eliminando los cupos que traban la exportación y flexibilizando las condiciones de comercialización. Así, los dólares de la próxima cosecha podrían comenzar a ingresar en el último trimestre de este año.

Los especialistas subrayan que es mínimo el movimiento alrededor de la eventual siembra de trigo para este invierno. Es que los cereales (trigo y maíz) no sólo han sido castigados en los mercados internacionales, con caídas de precios de entre 15 y 25% respecto de 2011. Subsiste en el plano local un esquema que limita la comercialización fluida y reduce aún más el precio efectivo cobrado por los productores.

El maíz, por ejemplo, que es la rotación ideal para la soja, sufre tres retenciones simultáneas, que hacen que el ingreso del chacarero resulte apenas entre un tercio y la mitad del precio internacional, actualmente entre 240 y 250 dólares la tonelada. Aparte del impuesto propiamente dicho, está el castigo que se origina en los cupos y la incidencia de los fletes, que lo afectan particularmente, por tener un precio por tonelada de la mitad de la soja.

Sumando los tres factores, el economista Juan Garzón, de Ieral, calcula que, bajo las actuales condiciones, un productor en Santiago del Estero recibirá por tonelada de maíz el equivalente a sólo 37 % del precio internacional y uno en Salta logrará apenas el 32 por ciento.

El impacto del clima

Por estas razones, el buen clima es sólo una condición necesaria para que la cosecha 2012/13 muestre una recuperación significativa. Los precios al productor y la rentabilidad pueden jugar una mala pasada a las expectativas de un boom agrícola, sobre todo fuera de la región núcleo.

La eliminación de los cupos al maíz implicaría una mejora de ingresos de entre 33 y 38% para esos productores de Santiago del Estero y Salta, sin tocar las retenciones y con el actual sistema de transporte, siguiendo los cálculos citados.

Inicialmente, los cupos para exportar introducidos en los mercados del maíz y del trigo se justificaron por la supuesta incidencia de estos cultivos en productos básicos de la canasta familiar. Está demostrado que la participación de la materia prima en el precio al consumidor del pan o de los fideos es ínfima. Pero además hay que tener en cuenta que, por la evolución de los precios internacionales y por el enfriamiento de la demanda local, la suba de precios de alimentos y bebidas experimentó una desaceleración en los últimos 45 días.

En realidad, el enfriamiento de la demanda y el impacto sobre la trayectoria de los precios no sólo permite pensar en cambios en el plano de la microeconomía, caso de los cupos a la exportación. También parecen madurar las condiciones para un giro de 180 grados en el mix de los principales instrumentos de política económica.

Hasta aquí, se ha recurrido al tipo de cambio como ancla porque se ha buscado que sea el gasto público la locomotora de la demanda, expandiéndose 4 a 5 puntos porcentuales por encima de la marcha de la recaudación. Esa locomotora comienza a incumplir su función, entre otras razones porque con un gasto público equivalente a cerca de 40% del PBI, el financiamiento del Estado es cada vez más espurio. Así, parece estar llegando la hora de invertir los instrumentos, con una pauta de gasto público estricta, que sirva como ancla para bajar las expectativas de inflación.