Las relaciones entre China y la Argentina son bastante asimétricas. Nuestro país es un proveedor de materias primas, principalmente soja. Queremos presentarnos como el supermercado del mundo pero estamos lejos de proveer la cantidad, calidad y trazabilidad de los alimentos que quieren otros países y en particular China.
Frente al gigante rojo actuamos impulsados por las necesidades de corto plazo y no por un objetivo de largo aliento. La Argentina y China son dos modelos diferentes con distinto grado de madurez.
China tiene muy clara su posición de largo plazo. Le interesa la Argentina como una fuente alternativa de materias primas, como un cliente de obras de infraestructura o de tecnología y como una pieza de su estrategia geopolítica global. Utiliza su fortaleza financiera para socorrer nuestras necesidades de corto plazo a cambio de beneficios geopolíticos de largo plazo como la estación de observación espacial en la Patagonia.
A diferencia de las democracias occidentales, la institución política que rige los destinos de la República Popular China es el Partido Comunista Chino (PCCh). El poder está en el partido y el partido controla los tres poderes. Las fuerzas armadas responden a los dictados del partido.
El aparato partidario chino es un fenómeno complejo, de dimensiones y características únicas, donde sus más de 89 millones de afiliados forman una intrincada telaraña que se extiende por todo el territorio permitiendo a su cúpula controlar los resortes políticos, militares, económicos y sociales del país más poblado del planeta, bajo la forma de un poder centralizado e inapelable.
El poder dentro del partido es ejercido por el Comité Permanente del Politburó cuyo actual secretario general, Xi Jinping ha sido reelecto en el XIX Congreso Nacional del PCCh celebrado en Beijing. El Presidente Xi ha logrado una concentración de poder solo comparable a la de Mao y Deng Xiaoping.
Como un mero trámite administrativo, el Secretario General Xi será ratificado para un segundo mandato como Presidente del país durante el próximo mes de marzo.
El gigante asiático refleja la dualidad de ser una potencia económica, y al mismo tiempo, un país con un ingreso medio per cápita similar al de Perú. El Presidente Xi ha delineado un plan para seguir potenciando el crecimiento económico para una “sociedad moderadamente acomodada” hacia 2035, que florecerá en un “país próspero y fuerte” en 2050 bajo la absoluta autoridad del partido.
Para ser el supermercado del mundo no solo tenemos que elevar nuestros estándares de calidad y control sino que el país necesita instituciones democráticas fuertes y objetivos de largo plazo que sobrevivan a los gobiernos de turno.
El autor es consultor www.horaciobusanello.com
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