Se desempeñó como presidente de CREA y recibió varias distinciones, tal el caso del Premio Paul Harris Fellow y Konex, además de una condecoración del Gobierno de Francia con la orden al Mérito Agrícola
Un gran dolor en el sector agropecuario causó la muerte, a los 94 años, de Eduardo Pedro Pereda que, en su larga actividad, fue entre otras cosas presidente de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), entre 1969 y 1971.
Nacido el 20 de septiembre de 1926, estuvo casado con Estela Lacau, con quien tuvo tres hijos: Eduardo, Teresa y Santiago. A los 17 años se fue a vivir a Nueva Castilla, el campo que había pertenecido a su bisabuelo, ubicado en el partido bonaerense de Trenque Lauquen.
Con una tradición agropecuaria familiar, Don Eduardo, como lo llamaban, fue transformando su establecimiento ganadero puro y extensivo a agrícola-ganadero, llegando a altos niveles de rendimiento en agricultura y en el engorde de novillos, con plantas de silos propias y manejo eficiente de pasturas y suelo a lo largo del tiempo.
En su búsqueda constante de llegar a niveles de excelencia agropecuaria, conoció a Pablo Hary, fundador de CREA, quien había traído ideas y conceptos novedosos de Francia para aplicar a la actividad. En marzo de 1960 ingresó a la entidad y nueve años después fue presidente del movimiento.
Tiempo atrás, en una entrevista para la revista de CREA, había destacado el valor de la creación de la entidad por parte de Hary: “La importancia de la eficiencia, el hecho de reunirse para intercambiar conocimientos, la posibilidad de dar a conocer las experiencias personales para, después, encontrar la mejor solución y probarla”.
Su hijo Eduardo, conocido como Eddie, fue quien lo acompañó en ese rumbo de crecimiento agropecuario y hoy es quien, junto a sus nietos, continúa el legado. “Fue una persona que le encantó la vida de campo, sencilla en sus formas. Siempre conservó el equilibrio entre trabajo y austeridad. Podía estar de la misma manera en una comida de gala con traje y corbata o comiendo en la manga junto con su personal”, contó a LA NACION.
“Era un entusiasta de CREA, donde buena parte de su vida cinchó por el movimiento, pero también era un apasionado por el país. Nos transmitió rectitud y honestidad a la hora de trabajar. Siempre me decía que a veces existían razones más importantes para hacer las cosas que el dinero y la rentabilidad. Si bien debíamos buscar un beneficio propio este debía repercutir en el crecimiento del país”, añadió.
Por otra parte, rescató la herencia que dejó su padre como familia. “Nos marcó un rumbo y una responsabilidad en el futuro. Me dio la posibilidad de crecer a la par suya, delegándome poco a poco deberes que me permitieron desarrollarme”, detalló.
Entre otras cuestiones, Pereda fue asesor de la Secretaría de Agricultura y Ganadería y vicepresidente de la Fundación Argentina para la Erradicación de la Fiebre Aftosa. En 1988 recibió, siendo socio honorario del Rotary Club, el Premio Paul Harris Fellow, otorgado por The Rotary Foundation of Rotary International. También fue condecorado por el Gobierno de Francia con la orden al Mérito Agrícola.
Uno de sus premios más importantes que recibió fue el Konex de Platino en el año 1998 como empresario rural. “Él era de hacer las cosas con bajo perfil, tratando de pasar desapercibido, pero el reconocimiento de ese premio, fue una satisfacción enorme para él y su familia”, indicó.
Quienes lo conocieron en la actividad lo recuerdan como un ejemplo de buena persona, del cumplimiento de la palabra empeñada, de la seriedad y del respeto por lo demás.
Alberto Ruete Güemes, expresidente de CREA, tuvo una relación cercana y lo conocía bien. “Era un tipazo, un hombre muy cálido, inteligente y con una capacidad intelectual y claridad de conceptos enorme. Muy prudente y muy campero. En CREA su palabra era muy respetada. Fue un ejemplo de hombre de campo, de trabajo y una guía que nos marcaba el norte y lo avalaba con su ejemplo”, describió.
Para Ricardo Negri (h), “se fue un grande de verdad”. Dijo: “Más allá de lo institucional de Aacrea, la empresa que fue armando es un ejemplo hoy también con las cosas que hacen sus nietos que trabajan en los campos, industrias y un tarea espectacular en sus comunidades”, señaló.
En el plano personal, era un gran conocedor y ferviente defensor del arte mapuche y de la llanura pampeana. Un hobby, entre otros, fue coleccionar objetos tradicionales patagónicos y tejidos pampa. En muchas oportunidades, organizó muestras y exposiciones de cuadros y artesanías aborígenes de su colección personal. Los restos de Eduardo Pedro Pereda fueron inhumados en el cementerio de la Recoleta.