Las fatigosas recorridas de lotes en camioneta, durante invierno y verano, para monitorear el estado de los cultivos y el desarrollo de adversidades, están en vías de extinción o, al menos, de reducción ¿Cómo? Gracias a las imágenes satelitales de última generación, particularmente mediante el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI). Con esta herramienta, productor y técnico pueden detectar fallas de siembra, proliferación localizada de malezas, ataques de plagas (por ejemplo, cogollero en maíz), etc. sin moverse de un escritorio.
Esta tecnología también permite distinguir las diferencias entre áreas fertilizadas versus testigo o con y sin tratamientos fungicidas. Es un proceso muy sencillo: se baja la imagen correspondiente al campo y se analizan las anormalidades por medio de puntos georreferenciados. Observado un evento, luego solo se visita el lote donde se desarrolló y se determinan las acciones correctivas.
El proceso anterior es el que está llevando adelante Juan Carlos Cotella, un emprendedor agropecuario que aplica muchas tecnologías de última generación en su empresa. Cultiva 3000 hectáreas propias y 3000 alquiladas en campos del nordeste de Santiago del Estero y del Chaco. Son tierras en las que desarrolla cultivos de soja, maíz girasol y trigo, a los que se agregan en menor medida garbanzo y algodón.
La agricultura que desarrolla trata de conservar lo más posible las condiciones originales productivas de los suelos mediante la siembra directa, rotaciones, fertilización y sistematización de los campos con pendiente mediante curvas de nivel y micro terrazas. El objetivo: eficientizar al máximo el uso de los escasos los 750 milímetros anuales de lluvia zonales concentrados en verano. Así, Cotella procura desarrollar una producción sostenible a lo largo del tiempo, un proceso que monitorea con parámetros ambientales que permiten mantener la dirección del sistema o plantear cambios para mejorarlo.
Para lograr ese propósito utiliza equipos de telemetría en las pulverizadoras, lo que permite medir las condiciones ambientales en tiempo real y determinar la oportunidad o no de una aplicación, una decisión que incluso se puede tomar a distancia consultando un smartphone. Además, en cada campo, Cotella complementa esta información con datos provistas en tiempo real por estaciones meteorológicas.
Este ingeniero agrónomo innovador de 58 años, integrante del CREA Sachayoj, también utiliza imágenes satelitales, que combina con mapas de siembra y de cosecha que permiten implementar esquemas de fertilización y siembra variables. En ambientes de baja productividad -por ejemplo, por muchos años de agricultura continua- utiliza una densidad de siembra del orden de 35.000 plantas por hectárea versus 58.000 de los ambientes medios y 70.000 para los mejores ambientes de maíz. Lo mismo instrumenta con la fertilizan. Así, pasó de 7500Kg/ ha de maíz a 9000-10.000 en la actualidad en una zona que no tiene el potencial de producción de la región núcleo.
"En Santiago del Estero y Chaco es muy importante producir muchos kilos baratos por hectárea en lugar de muchas hectáreas con baja tecnología: a 1000 kilómetros del puerto el flete incide muchísimo en los resultados económicos", recuerda Cotella al describir su sistema productivo.
Para la zona de trabajo son muy importantes la pulverización selectiva de herbicidas mediante lectores de malezas verdes y el uso de variedades de soja y maíz resistentes a plagas. "Es una combinación de recursos tecnológicos que permiten menos aplicaciones de fitosanitarios, pero también menor consumo de agua y de gasoil favoreciendo el ambiente", destaca el empresario.
Los números mandan
Los números del negocio agrícola no se pueden ignorar en momentos como los actuales. Por esa razón, en su empresa, Cotella utiliza un sistema de gestión basado en normas establecidas por Aacrea. Con esta herramienta queda alineado con las reglas contables vigentes en el país y puede equipararse a otras actividades económicas. El sistema también le permite comparar la competitividad con otras empresas, tener los números ordenados y ver dónde se puede mejorar.
Con los datos bien llevados se puede aspirar a certificaciones para ordenar los procesos desde los puntos de vista empresarial, ambiental y social. "Con Aapresid, Aacrea, INTA, el Conicet y Universidades se está trabajando para utilizar indicadores que permiten monitorear la gestión ambiental y desarrollar un sistema productivo aceptado socialmente", explica el empresario.
En ese sentido, en Suriyaco SRL –tal el nombre comercial de la empresa de Cotella- se utiliza la abeja melífera para medir el impacto de la producción agrícola. "Incorporamos 20 colmenas y aspiramos a llegar a 100 próximamente", proyecta. "A través de los años se nota una evolución favorable de la población original de las colmenas, al tiempo que aparecen abejas nativas y aumenta la producción de miel", se entusiasma Cotella.
En la empresa también hacen un seguimiento del uso y de la calidad del agua. Los excesos estacionales de las lluvias -producto de la sistematización de campo- se orientan hacia represas alejadas del casco. Esa agua de lluvia se utiliza para las pulverizaciones evitando posibles contaminaciones con fitosanitarios del agua proveniente de acuíferos subterráneos, que se destina a consumo humano en la empresa.
Cotella también monitorea el estado de los granos almacenados en silobolsas mediante una herramienta específica. "Una vez que el cereal se embolsa, el bolsón se rotula, se georrefrencia y se colocan parches que permiten medir, con sensores, la concentración de dióxido de carbono, lo que posibilita, indirectamente, monitorear la calidad de la mercadería almacenada", explica el productor.
El comportamiento tecnológico de Cotella no termina allí. En los campos colocó paneles solares que aportan 20KVA de energía. Con esa producción puede abastecer todas las necesidades y alcanzar un alto nivel de confort en las viviendas del campo. "En nuestra zona, el aire acondicionado no es un lujo; es una necesidad", se ataja.
Producir energía con paneles solares es sencillo: "hay que dimensionar bien la necesidad de la empresa con todos los equipos funcionando al mismo tiempo para no quedarse corto; después, la instalación y mantenimiento no requieren grandes trabajos", apunta Cotella.
"Luego, desde la pantalla de un teléfono se puede conocer en tiempo real cuanta energía se genera y cuanta se usa en cada momento del día", agrega.
"Generalmente durante el día se produce mucha más energía de la necesaria y el excedente se almacena en baterías reciclables. Es muy raro que haya que encender el grupo electrógeno", advierte. "Generar energía con combustibles fósiles representaba entre el 30 y el 35 por ciento de mi presupuesto de gasoil anual", completa.
Qué es AgTech
La Asociación Argentina en Siembra Directa (Aapresid) define a "Agtech" como una combinación de las palabras inglesas "agriculture" y "technology". El término se aplica una amplia gama de nuevas tecnologías orientadas a sistemas agropecuarios, a semejanza de las Fintech surgidas en el mundo de las finanzas.
Las tecnologías más conocidas que incluye el concepto son plataformas de mercados on line, agricultura de precisión y aplicaciones que permiten utilizar pronósticos climáticos y otras variables para formular modelos de producción. Pero hay otras tecnologías menos conocidas que ya están disponibles: apps que reemplazarán a las tarjetas rurales; robots que ordeñan a las vacas; detectores de celo en vientres; recolectores de frutas maduras; plataformas "en la nube" para cálculo de costos y márgenes; sitios para compra y venta directa de hacienda; portales que permiten canalizar fondos de inversores urbanos en el negocio pecuario. Y la lista continúa.
Sucede que el avance vertiginoso de la capacidad de procesamiento de las computadoras y de los smartphones permite gestionar gran cantidad de datos provenientes del campo, de los institutos de investigación, de los mercados y de los servicios meteorológicos.
Se está frente a un proceso antes impensado, que generó un nuevo escenario donde lo nuevo será nuevo por poco tiempo.
Una zona difícil
En Santiago del Estero, Cotella trabaja sobre suelos francos limosos, en algunos casos con problemas de pendiente y riesgo de erosión hídrica. Son más arcillosos en el Chaco, con horizonte A somero y B textural.
Los lotes que han sufrido un manejo agronómico intenso evidencian compactación que limita la retención de agua. Las acciones correctivas incluyen –entre otras posibilidades- la siembra de nabo forrajero como cultivo de servicio,
Las temperaturas son muy altas en verano y afectan a los cultivos provocando un cese del crecimiento. A partir de las 9 de la mañana, los registros empiezan a subir de forma exponencial desde 28°C hasta 42-45°C a las 15.
Las lluvias rondan los 750 milímetros anuales en la zona, pero la evapotranspiración llega a 1500 milímetros. Las perforaciones para extraer agua deben llegar hasta 60 metros de profundidad.
En Santiago del Estero y Chaco, la lejanía de los puertos, la insuficiencia de caminos y rutas, y las limitaciones de conectividad obligan ser muy eficientes en el manejo de todos los recursos que inciden sobre la productividad.
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