A todo cuero
No alcanzan a abastecer a sus clientes. En otras palabras, les falta materia prima. En un país donde imperiosamente se necesitan divisas, la industria curtidora está plantada en los 900 millones de dólares de exportación anual, porque la faena de ganado es escasa para abastecer la demanda internacional de cuero. A la Argentina se lo sacan de las manos.
Es que la industria está atada a lo que ocurra en el mercado de las carnes: el cuero es un subproducto, nadie hace ganadería para venderlo.
Durante la época de la convertibilidad, las curtidoras se tecnificaron con máquinas de última generación. Alcanzaron los estándares mundiales de calidad, invirtieron en marketing y capacitación. Se adaptaron a los tiempos que corren. La reconversión dejó a muchos fuera del mercado: hace diez años, había más de 400 curtiembres; hoy trabajan alrededor de 100.
Esta transformación vino acompañada de un valor agregado, esto es, exportar el cuero ya curtido y también como manufactura, en lugar de salado o wet blue (sin proceso industrial).
El presidente de la Cámara de la Industria Curtidora Argentina, Eduardo Wydler, explicó a LA NACION que los 900 millones de dólares que exporta el país "hubiesen sido 300 millones si hubieran salido como productos sin curtir".
En los últimos años, las curtiembres locales crecieron en lo que es exportación para tapicería para autos y sillones (esto representa unos US$ 200 millones) para el mercado americano y europeo. Automóviles de las mejores marcas, como Audi, General Motors, BMW o Nissan tienen sus tapizados hechos de cuero nacional, así como las zapatillas Nike o Reebok, que se fabrican en Asia.
Hoy, la Argentina se ubica entre los primeros proveedores mundiales de cuero curtido. Exporta el 80% de su producción a más de 50 países. Esto llevó a que algunas curtiembres abrieran sucursales en el exterior, con el fin de estar más cerca de sus clientes. "Usamos la filosofía del just in time ; mandamos cueros a China y allí se hace el acabado para aquellos productos que se necesitan en forma inmediata", señaló un empresario del sector.
Si bien los curtidores sostienen que el país está ahora "un poco mejor posicionado" por el tipo de cambio, Wydler deslizó que con el aumento de la materia prima (el kilo de ganado subió a precio dólar), que corresponde a entre el 40 y el 60% del valor del cuero, el uso de los insumos químicos importados que necesita la industria y la dolarización del puerto y el transporte, el tipo de cambio no es suficiente para un repunte exportador.
"Casi una lotería"
La incertidumbre es otra traba para el crecimiento. "Las curtiembres trazan sus compromisos de exportación con un año de anticipación. Es casi una lotería hacerlo, sin saber a cuánto estará el dólar, si tendré más retenciones, o si me pagarán la devolución del IVA", enfatizó Wydler al tiempo que recordó que el cuero se paga al frigorífico por adelantado, con lo cual la falta de crédito y el pago de retenciones (también por anticipado) demandan un capital de trabajo excesivamente alto.
"El tipo de cambio no es suficiente si el Estado no traza una política a largo plazo, donde exista certidumbre", sostuvo Wydler.
¿Qué pueden hacer los empresarios para empujar su producto de calidad superior que ya cuenta con reconocimiento internacional? "Para crecer necesitamos más materia prima, o darle más valor agregado", afirmó.
Los 12 millones de cabezas de ganado que hay en pie son insuficientes para abastecer la demanda de cuero, que escasea a nivel mundial. Las curtiembres locales tienen una ociosidad del 40%. "Si tuviéramos más cuero, el aumento de la exportación sería inmediata. Cuero que haya en el país, cuero que se exporta", sostuvo un empresario que vende a los países asiáticos. Hoy, el sector está procesando el ciento por ciento del cuero argentino y en algunos casos importa para cumplir con sus compromisos asumidos en el exterior.
A la escasez de materia prima se suma que, en la Argentina, el productor no recibe pago por la calidad del cuero del ganado que vende. Esto explica que todavía se use el alambre de púa en los campos, el animal sea marcado a fuego y esté muchas veces descuidado a la suerte del clima. En otros países se usa casi el ciento por ciento de la piel del animal; en la Argentina, alrededor del 60 por ciento.
Sin embargo, las perspectivas son optimistas. Sobre todo para los fabricantes de manufactura de cuero, debido a que el valor agregado aquí tiene más incidencia en el precio final del producto y el país gana en competitividad.
De Santiago del Estero a Texas
Una cartera de cuero de vaca es elegante. Pero si está hecha con cuero de reptil, es aún más cara, muy lujosa y superexclusiva. Si bien en una época la producción en el país era importante, a partir de la década del 80 se impuso un cupo (todavía vigente) a la caza de iguanas por peligro de extinción, lo cual dejó una torta muy chica para muchas fábricas. De diez curtiembres quedaron sólo dos.
A principios de la década del 90 ya era un producto muy selecto y limitado, que no dejaba lugar a muchos partícipes. Sin embargo, en 1998, una Pyme de Clodomira, en Santiago del Estero, ingresó en el negocio. Con 25 empleados, Maf SRL procesa cuero de iguana y lo exporta a los Estados Unidos para confeccionar las clásicas botas texanas. Es cuero curtido y terminado. En algunas ocasiones hace los precortes del calzado en un taller de troquelado y exporta la pieza ya lista para armar la bota.
"Hemos intentado vender el producto ya terminado. Pero la bota texana es para el norteamericano como el poncho para nosotros. No asumiríamos nunca que alguien nos venda un poncho importado", aseguró el gerente de Maf, Llamil Abdala.
La empresa exporta entre 40.000 y 50.000 cueros anuales, por un valor de entre 100.000 y 150.000 dólares. También vende esporádicamente a Italia, y Alemania.
La firma se dedica en mayor medida a los cueros caprinos para la venta local. El mercado mundial, de tan exclusivo, según Abdala, es muy pequeño. Apenas Paraguay, algunos países de Africa, Colombia y Panamá están vendiendo cueros de reptil. Por ello, estar ahí es importante.
Por qué agregar valor
Según el presidente de la Cámara Industrial de las Manufacturas del Cuero y Afines, Marcelo Szarfmeser, el mercado externo empezó a reactivarse. "Tras el impacto inicial, la situación cambió drásticamente: este año el volumen exportado creció un 30% y prevemos que el año que viene subirá otro 30% más", señaló.
Los productos agrupados en esta cámara, que incluyen cinturones, carteras, billeteras, talabartería y demás (excepto zapatos), fueron exportados por 50 millones de dólares. Ya se ven por estos días a varias firmas de marroquinería y ropa de cuero, todas ellas Pyme, realizando su primera experiencia exportadora. De un cuero fresco a un cuero terminado el valor se multiplica por tres, mientras que en un producto terminado el valor aumenta seis veces y, a la par, la mano de obra. "Si los 900 millones de dólares se manufacturaran todos, la exportación alcanzaría los 4000 millones de dólares. Es un proceso que podríamos lograr en diez años", dijo.
Todos reconocen la necesidad de exportar valor agregado. Con un trabajo conjunto de marketing, la creación de una marca argentina podría hacer que un consumidor identifique con renombre este producto. Como sucede con un traje italiano, un queso francés, o un chocolate suizo.
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