Hay buenas noticias para el sector de exportación de servicios, pero aún son insuficientes
En materia de economía del conocimiento, la Argentina está vendiendo al exterior más del triple de lo que reflejan las estadísticas; cuáles son las políticas que podrían impulsarla
5 minutos de lectura'


Fue anunciada el pasado 25 de septiembre la supresión de la obligación del pago de derechos de exportación para los servicios. Se trata de las conocidas “retenciones” que operan como tributo pagado por el exportador al momento de la operación.
La decisión debe ser calificada como favorable: gravar con tributos a la exportación afecta la competitividad y es una práctica que muy pocos países imponen.
Sin embargo, debe advertirse que existe en la Argentina un conjunto de condiciones que afectan la capacidad exportadora más allá de los derechos de exportación referidos. Y que esas condiciones, que perviven, son mucho más perjudiciales que las suprimidas.
Pueden resumirse esas dificultades en las siguientes cinco:
En primer lugar el régimen cambiario, que hace que los exportadores de servicios perciban el pago de sus ventas en pesos al tipo de cambio oficial, lo que genera una diferencia entre la cotización de mercado y la regulada que supera el 80%. En segundo lugar, el régimen tributario: la Argentina es, según el Banco Mundial, el segundo país del mundo con mayor carga impositiva sobre empresas en el planeta. Luego, las diversas restricciones vigentes sobre importaciones, que afectan el acceso a insumos, bienes de capital y tecnología. Adicionalmente, la débil arquitectura internacional: la Argentina es uno de los países con menor cantidad de acuerdos comerciales celebrados con terceros para mejorar el intercambio internacional de servicios. Y finalmente la inestabilidad macroeconómica y la congestión regulativa, que operan como obstáculo para competir internacionalmente.
la Argentina es, según el Banco Mundial, el segundo país del mundo con mayor carga impositiva sobre empresas en el planeta
En 2020 las exportaciones de servicios argentinas cayeron a 9405 millones de dólares (fuertemente afectadas por la pandemia) desde algo más de 14.000 millones del año anterior (y un promedio de unos 14.000 millones anuales en los últimos registros).
Ahora bien: los servicios se han transformado en el principal componente de la economía mundial. Según el Banco Mundial componen 65% del producto bruto global, 60% del de Latinoamérica y 55% del de Argentina. Pero hay algo más: los servicios están “en todos lados” y hasta ocasionalmente ocultos. Y tienen una participación en las exportaciones mucho mayor que el que las estadísticas refieren.
Un trabajo del McKinsey Global Institute de hace unos meses reanaliza las estadísticas tradicionales y expresa que las exportaciones de servicios en el mundo ya explican más de la mitad del total (superan 13 billones de dólares) pese a que las mediciones tradicionales sigan computando a las de bienes como 3 veces mayores medidas en dólares. Y eso se explica porque las estadísticas no discriminan los 4,5 billones de dólares que en el mundo se generan por servicios incluidos dentro de bienes físicos, el billón de dólares que se desagrega como valor intangible en los productos corpóreos, y los más de 3 billones de dólares de prestaciones digitales que acompañan las transacciones de bienes.
Mas aun: existe una enorme cantidad de servicios que se intercambian anualmente a través de las fronteras por medio de información, datos, know-how, saber aplicado y lo que Richard Baldwin llama el telecommuting (estos intercambios globales crecieron 40 veces más que el comercio transfronterizo de bienes en lo transcurrido del siglo XXI) y que están haciendo de la nueva economía de los intangibles una actividad que tiene en el conocimiento su principal motor.
La globalización no tiene ya por factor crítico al intercambio de bienes físicos sino a intangibles como conocimiento, innovación, know-how, patentes y royalties, certificaciones y cumplimiento de estándares. Servicios. Lo que Sullivan y Edvinsson llaman “capital intelectual”.
Si se aplica a la Argentina lo referido podemos advertir que existen numerosas restricciones a las exportaciones de bienes que siguen afectado en realidad nuestra oferta internacional de servicios. Estudios internacionales indican que los servicios explican más del 30% de lo que se computa como exportaciones “físicas” de equipos de transporte, alrededor de 30% de las de químicos, 30% en maquinarias, entre 25% y 30% en las de alimentos procesados, algo similar en los textiles, y casi 30% en las de productos agrícolas.
Probablemente la Argentina está exportando más del triple en servicios que lo que las estadísticas refieren. Y esa diferencia está afectada por las tradicionales restricciones regulativas que se imponen a las ventas externas de bienes. Consecuentemente la revisión de las condiciones de competitividad externa deba ser, por eso, más amplia.
Una referencia al respecto puede hacerse en relación al hoy discutido Mercosur: según un trabajo reciente de Roman Stollinger y Julia Grubler, a diferencia de lo que ocurría hace treinta años (cuando el Mercosur se creó), hoy la referencia a reducción arancelaria en los pactos entre países en el globo es solo del 20% del total; y el restante 80% del contenido de los acuerdos celebrados ahora se refiere a estándares comunes, normas sobre comercio de servicios, protección de inversiones, regulaciones para garantizar la competencia y garantías en materia de propiedad intelectual. Mas aun: mientras solo 5 tratados de hace 30 años tenían normas sobre protección ambiental hoy hay más de 90 vigentes con estas regulaciones.
Los servicios no son ya una “categoría”, sino que son la savia que integra todo.
El acople con la evolución tecnológica planetaria y sus nuevas modalidades productivo-comerciales requiere, pues, una adaptación integral y sistémica; más allá de alguna bienvenida reducción especifica de una alícuota aislada.
Temas

Otras noticias de Nota de Opinion
- 1
Conmoción: buscan a un peón rural, al dueño de un campo y a su empleado desaparecidos tras las inundaciones en Bolívar
- 2
Relevamiento: el INTA tiene más de 50.000 hectáreas sin uso y el Gobierno dilata una definición clave
- 3
Los docentes argentinos que trabajan en escuelas de Estados Unidos
- 4
“La sequía es sinónimo de muerte”: llovió en una provincia donde se secaban los campos y alertan que por ahora no alcanza