Estados Unidos dificulta la exportación de insumos para vacunas
La semana pasada se fabricó la dosis número 1000 millones de vacunas para el Covid-19. Es una señal de hasta dónde se ha expandido la capacidad en los últimos seis meses que el 27 de mayo llegaría la producción de la número 2000 millones, según Airfinity, una firma de analítica. Esta ambición corre riesgo por los controles de exportaciones estadounidenses sobre materias primas y equipo. Las líneas de producción en la India, que contribuyen al menos con 160 millones de dosis de la vacuna para el Covid-19 al mes pronto se detendrán a menos que Estados Unidos provea 37 ítems críticos.
El 16 de abril Adar Poonawalla, patrón del mayor productor de vacunas a nivel mundial, el Instituto Serum de la India (SII) rogó al presidente Joe Biden en un tuit que “levante el embargo de exportaciones de materias primas de los Estados Unidos… Su administración tiene los detalles”. Suresh Jadhav, director ejecutivo de SII, dice que en las próximas cuatro a seis semanas se verá afectada la producción de dos vacunas: la de AstraZeneca, de la que SII fabrica 100 millones de dosis al mes, y la de Novavax, de la que espera producir 60 millones a 70 millones al mes. SII dice que alertó de todo esto por primera vez al gobierno estadounidense hace alrededor de dos meses.
Eso fue poco después de que la administración Biden anunciara, el 5 de febrero, sus planes para usar la ley de producción de defensa (DPA es la sigla en inglés) -una ley que data de la década de 1950 que otorga el presidente amplios poderes de movilización industrial- para apuntalar la producción de vacunas. Esta legislación, invocada previamente por razones similares por Donald Trump cuando era presidente, ha ayudado a las compañías farmacéuticas estadounidenses a asegurarse una variedad de materiales y equipos especiales, incluyendo tuberías de plástico, materias primas, filtros e incluso papel, que son necesarios para la producción de vacunas. Pero las firmas que exportan tales productos señalan que la DPA traba su capacidad de venderlos en el extranjero. Tienen que pedir autorización antes de exportar estos bienes. Eso requiere tiempo y papelerío. Y si el gobierno decide que necesita que esos bienes queden en el país las firmas pueden verse totalmente impedidas de exportarlos. A alguna gente también le preocupa que compañías farmacéuticas fuera de Estados Unidos acumulen stocks de productos por preocupaciones respecto de demoras causadas por los controles de exportaciones estadounidenses. Juntos, los controles de exportación y la acumulación de stocks crearon riesgo de trabar la cadena global de producción.
Los productos tienen que ser aprobados por entes reguladores para ser utilizados en la manufactura de vacunas. Por lo que encontrar sustitutos rápidamente puede resultar imposible. SII no está sola en sus preocupaciones. El 24 de marzo Micheal Martin, primer ministro de Irlanda, alertó que las prohibiciones de exportaciones (y no sólo de Estados Unidos) afectarían negativamente la producción global de vacunas. Señaló que la vacuna de Pfizer involucra 280 componentes de 86 proveedores en 19 países. Por cierto los controles de exportaciones estadounidenses afectan particularmente a las compañías de vacunas europeas, que necesitan bolsas especiales de Estados Unidos en las que fabricar sus productos. En una reunión dedicada a la cadena de producción de vacunas en marzo, una de tales firmas se quejó que el plazo de entrega de estas bolsas es de 66 semanas.
Pero las firmas farmacéuticas estadounidenses también se ven complicadas. Por ejemplo Johnson y Johnson, una de las más grandes del país, tenía la intención de envasar y hacer el acabado de su vacuna localmente. Pero la invocación de la DPA la ha forzado a cambiar sus planes. Tuvieron por tanto que dedicar el escaso tiempo que tienen para cuestiones administrativas a asegurarse acuerdos para este negocio en España, Alemania, Francia e Italia, además de transferir tecnología a firmas locales en Sudáfrica y la india.
Sai Prasad, que encabeza la red de fabricantes de vacunas de países en desarrollo, dice que la DPA y cualquier otra restricción a las exportaciones será un impedimento serio para la capacidad de la industria de fabricar y proveer vacunas. Observa que la producción de un lote de vacunas puede tardar entre 60 y 180 días. Los problemas con las materias primas, los materiales de envasado y elementos de consumo por única vez llevarán así a demoras desproporcionadamente más prolongadas. Dicho en síntesis, las líneas de producción de vacunas no pueden detenerse y volver a ponerse en marcha rápidamente. La consecuencia de un ítem faltante podría ser un problema en la producción que dura meses. •