Las virtudes de Sudamérica, una región de paz, diversidad y recursos naturales
El mundo se reconfigura y los países buscan aliados con valores que vayan más allá de las relaciones comerciales; por qué América del Sur comienza a verse como una tierra de oportunidades
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Sudamérica es una región geográfica bioceánica de trece países soberanos, que está acrecentando gradualmente su valor relativo para la cooperación económica en el actual contexto internacional. Ello implica el valor que puede derivarse de la voluntad y capacidad efectiva de un grupo de naciones pertenecientes a una misma región geográfica, para trabajar juntas a fin de lograr objetivos que consideran comunes en su inserción en el mundo global.
Todo indicaría que la percepción de tal valor podría acrecentarse gradualmente en el futuro más inmediato. Prepararse para tal situación es algo posible y conveniente en el momento actual. Por ejemplo, los cambios políticos que se han operado recientemente en tres países relevantes para la región sudamericana como son Brasil, Colombia y Chile, estarían indicando factores positivos para un desarrollo eficaz de la idea de “trabajar juntos”. Tal idea es esencial si se aspira a desarrollar un ambiente favorable a la cooperación económica entre países de una misma región geográfica. Parece ser ésta una visión positiva. Pero sobre todo realista.
¿Cuáles son algunas razones que impulsarían hoy a tener tal visión positiva y realista de una de las regiones geográficas del mundo que, a veces, tiende aún a ser apreciada como marginal para una cooperación económica de alcance global e incluso es considerada, en muchos aspectos, como poco relevante? Son razones que resultan de colocar el valor relativo que se pueda tener de ésta región en un contexto global visualizado con una perspectiva de futuro, y no sólo con ojos de los muchos pasados.
En el mundo actual, tres realidades pueden incidir en la valorización de una determinada región geográfica, si es que se intenta apreciar su protagonismo en la cooperación económica global.
La primera realidad tiene que ver con su consideración como una “zona de paz”, entendida como aquella que ha excluido la utilización de armas nucleares, tanto “estratégicas” como “tácticas”. Es el efecto concreto que han producido en la región sudamericana, los enfoques y acuerdos impulsados conjuntamente entre 1985 y 1991 por los gobiernos de la Argentina y el Brasil.
En la actualidad la “guerra en Ucrania” está poniendo de manifiesto, una vez más, los efectos que puede tener la preservación de una zona de paz entre naciones contiguas y con acceso a distintos tipos de armamentos nucleares. Su eventual erosión torna factibles enfrentamientos con alcances imprevisibles. De ahí el valor que adquieren los acuerdos para la no utilización en particular de armas tácticas nucleares entre países de una misma región geográfica.
La segunda realidad es la de las múltiples diversidades que en distintos planos se observa en la región geográfica sudamericana. Se la puede considerar entonces como una región mestiza, con la ventaja que los factores culturales, religiosos, raciales e incluso lingüísticos que hacen a su diversidad, no generan necesariamente incompatibilidades significativas entre sus poblaciones, como suele ocurrir en otras regiones geográficas del mundo.
Y la tercera realidad es la dotación de recursos naturales y culturales que, cada vez más, contribuyen a acrecentar el valor de Sudamérica como una región con capacidad para producir recursos que la valorizan especialmente en materia, entre otros, de alimentos, energía, recursos naturales, e incluso de cambio climático.
Las mencionadas son realidades necesarias para estimular el impulso de agendas de trabajo conjunto entre los países de la región sudamericana. Una participación activa de los múltiples “think tanks” que existen en países de la región, permitiría avanzar en la elaboración de tales agendas y luego, en su eventual desarrollo, en forma coordinada con instituciones representativas de quienes operan en distintos ámbitos de acción de protagonistas de la sociedad civil y, en particular, de sectores empresariales y sindicales.
Aportes en tal sentido ya lo efectúan instituciones internacionales que operan en la región latinoamericana, a la cual pertenece por cierto como protagonista relevante la región sudamericana. Entre otras, podemos mencionar instituciones con protagonismo en materia de cooperación económica e integración regional, tales como el Instituto para la Integración Latinoamericana (Intal-BID), el Banco Latinoamericano de Desarrollo (CAF) y, por cierto, la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi).
Teniendo en cuenta la experiencia europea en el desarrollo del trabajo conjunto entre naciones de nuestra región, cabría vincular la integración europea con los esfuerzos orientados a desarrollar la asociación estratégica con la UE incluyendo especialmente la próxima reunión del mes de julio en Bruselas.
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