
Desde bienes básicos hasta esparcimiento, casi nada se salvó de el golpe de la crisis
En el supermercado se buscan las marcas baratas; a la hora de comer afuera se comparten platos; sube el consumo de servicios porque más personas se quedan en la casa, y los que salen a comprar una vivienda tardan más en dar el sí.
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El apresurado consenso al que llegaron el Gobierno y algunos economistas luego de la devaluación brasileña de enero último -al afirmar que la recesión modelo 99 no sería nada comparada con la que le siguió al tequilazo- se fue resquebrajando inexorablemente, pero llevó su tiempo.
Aunque la realidad mostrara caídas en la inversión, la producción y el consumo, el oficialismo no reconoció sino hasta bien entrado el año la gravedad de la recesión disparada por el "efecto caipirinha". Tardíamente corrigió las proyecciones iniciales del PBI que, aunque suene extraño, hablaban de un crecimiento para 1999.
Por su lado, los economistas, que ya se habían adelantado al ministro Roque Fernández en el reconocimiento de que la crisis sería más dura de lo esperado, tuvieron que admitir que la única "ventaja" de esta recesión con respecto a la del tequila sería la fortaleza del sistema financiero.
Con todo, en ese sector tampoco hay ánimo para festejar: si bien es cierto que no hubo retiro de depósitos ni caída masiva de bancos, el parate también llegó a la City. Según datos del Banco Central, en el segundo trimestre de 1999 los depósitos crecieron a una tasa del 7,9% anual, mientras que en igual período de 1998 lo hacían al 21,3 por ciento. El resultado: el crédito al sector privado (particulares y empresas), que se incrementaba a razón del 16% en el segundo trimestre de 1998 se desplomó a un exiguo 6,1 por ciento en el mismo lapso del año actual.
Cambio de hábitos
Una combinación de datos objetivos -caída en las ventas de las empresas, aumento del desempleo, reducción de salarios, mayores restricciones para acceder al crédito- y expectativas negativas de la gente ha hecho que la recesión golpee con fuerza sobre las pautas del consumo, que ha caído prácticamente en todos los sectores en comparación con un año atrás.
Por ejemplo, por primera vez desde el comienzo del plan de convertibilidad se produjo una baja de las ventas en los supermercados, lo que delata una caída en la demanda de alimentos y artículos de primera necesidad, que por lo general son los últimos que se recortan. En mayo, según el Indec, los súper vendieron el 4% menos que en igual mes del año último, mientras que en los shoppings la merma fue del 9,8 por ciento. El acumulado de los primeros cinco meses del corriente año muestra una reducción del 0,1% en la relación con igual lapso de 1998.
Pero los números nada dicen del cambio de hábitos. "Los consumidores ahora buscan la marca más barata que se exhibe dentro de una misma línea de productos", explicó Federico Braun, titular de Importadora y Exportadora Patagonia (Supermercados La Anónima). "Esta puede ser reconocida o de algún proveedor exclusivo de un supermercado."
El consumo de gaseosas, en cambio, logró registrar un repunte del 1% en mayo con respecto al mismo mes del año último, acumulando una mejora del 5% en los primeros cinco meses de 1999 con respecto a igual lapso de 1998. Pero en este sector tampoco están de fiesta: este nivel fue posible gracias a un verano caluroso (febrero-marzo) y, sobre todo, a una brutal rebaja de precios de hasta el 60% en segundas marcas, y del 20% en marcas líderes. Para tener una idea: hace un año una botella de dos litros de gaseosa costaba 2 pesos; hoy está en 1,40, y hasta hay marcas que ofrecen dos litros y medio por 89 centavos. Otro rubro considerado básico, el de la vestimenta, también fue golpeado. "La caída en las ventas fue del 30 al 40% con respecto al año pasado", estimó Alejandro Salvador, de la Cámara de la Indumentaria. "Los tres segmentos (mujer, hombre, niños) se vieron afectados y las aperturas de locales, que se habían multiplicado en el 98, se frenaron", dijo.
Pero si las necesidades básicas se resintieron, el ajuste de cinturón es aún más evidente en los gastos de esparcimiento. Por los cambios de hábitos, los restaurantes no han sufrido una caída grande en la cantidad de comensales que reciben, pero sí en la facturación. Es que, con la crisis, en los restaurantes más caros se puso de moda pedir platos para compartir. Antes, era impensado solicitar que una comida fuera servida en dos platos, pero ahora no es raro que los chefs preparen porciones más abundantes para dividir en partes iguales. También es común que la gente suprima las entradas y limite los postres. Con este panorama, los ganadores son los fast-foods, los tenedores libres y los restaurantes populares que sirven porciones abundantes de platos que no superan los 10 pesos.
En materia de salidas, el teatro y el cine son de los más perjudicados por el bajón económico. Según la Asociación de Empresarios Teatrales, la cantidad de espectadores, en junio de 1998, fue de 514.478, cifra que en el mes actual (hasta el 24) había caído a 255.609. "Ni aun los espectáculos exitosos dan buen margen de ganancia. Estamos viendo si hay algún repunte con los espectáculos infantiles", dijo un vocero de la actividad.
Por otra parte, Tomás Qüerio, director ejecutivo de Village Cinemas (que tiene 52 salas y está a punto abrir otras 12 en Recoleta), subrayó que "la demanda de entradas cayó el 14% este semestre comparado con el mismo período de 1998. Nuestra industria es a prueba de recesión, pero esta vez hay películas de menor calidad y falta de financiación para nuevos proyectos".
Al turismo también parecen haberle cabido las generales de la ley, ya que uno de los índices que cobra mayor relevancia durante los meses de verano, la venta de pasajes aéreos, mostró un descenso. De enero a mayo de este año, la emisión de billetes bajó 0,68% y la venta total de las aerolíneas se redujo el 4,4%, en relación con igual período de 1998.
Si la gente achicó sus gastos básicos y de esparcimiento, es de esperar que los bienes que implican un desembolso mayor de dinero frenen su expansión. Un buen ejemplo lo dan las computadoras personales: si bien las ventas de este año podrían ubicarse ligeramente por encima de las del 98 (430.000 unidades contra 420.000 de hace 12 meses), la facturación conjunta de las empresas del sector caerá US$ 10 millones. Otra vez, los consumidores buscan productos baratos.
La de los autos es una situación muy particular: las ventas de 1998 totalizaron poco más de 436.000 unidades cero kilómetro, cuando en principio se esperaban 500.000, y para este año se hablaba de 420.000; sin embargo, el lanzamiento del Plan Canje Plus logró lo que parecía imposible: reactivar la demanda. Ahora, para este año se proyectan ventas de 480.000 unidades.
Sin embargo, no todos idealizan estos resultados. Jesús Peón, de Chrysler, advirtió que el plan "es como un shock, porque las ventas aumentaron, pero todas las automotrices están perdiendo plata". Por su parte, Guillermo Dietrich, de la Cámara de Comercio Automotor, señaló que "el Plan Canje nos permite estar fuera de la realidad, ya que las ventas son en un 60 a 70% superiores a las de 1998. Si contamos las operaciones concretadas por fuera del plan, la recesión es muy grande".
Entre los pocos consumos que no fueron afectados figura el de los servicios públicos, algo lógico si se tiene en cuenta que la gente se queda más tiempo en su casa. De enero a mayo, los clientes de Metrogas demandaron un 36% más de gas que en idéntico lapso del año último; los de Gas Ban consumieron el 15% más; en tanto, Edesur y Edenor registraron una demanda de energía eléctrica superior al 5%, en ambos casos, en comparación con los primeros cinco meses de 1998. En cuanto a los teléfonos, el tráfico de llamadas se mantuvo, pero la facturación de Telefónica Argentina cayó, entre octubre y marzo últimos, el 3,2%, y el de Telecom, casi el 4 por ciento. La recesión se evidencia más en el aumento de la morosidad (subió 1 punto por sobre el índice habitual del 6%) en el pago de las facturas más que en el uso del servicio.
Otros hábitos impulsados por la crisis no son medibles en las estadísticas, pero sí en la experiencia diaria: por ejemplo, el crecimiento de los celulares debido al lanzamiento de las tarjetas prepagas, que permiten un control estricto del consumo, o el mayor regateo y postergación en la toma de decisiones de quienes salen a comprar una vivienda.





