El débil comercio internacional de servicios argentino
La pandemia producida por el Covid-19 afectó excepcionalmente el comercio internacional en el planeta. Sin embargo, muchos esperan que promediando el año próximo cierta normalidad haya sido recuperada.
Mientras se constata el duro impacto de los resultados mundiales del primer semestre de 2020 (una caída que duplica la que produjo la crisis financiera de 2008/2009) es útil poner la mirada en la posible configuración del comercio exterior posterior a la emergencia.
El mundo ha venido -en el último decenio- atravesando un cambio tecnológico que afecta (antes del Covid-19 y probablemente más aun después) la matriz del comercio internacional. Una manifestación de ello es que en el reciente 2019 en el planeta se observó un descenso en el intercambio internacional de bienes de casi 3% (fuente Banco Mundial) pero a la vez un alza en el intercambio de servicios de casi 2%.
El comercio mundial de servicios gana terreno por varias vías. Por un lado las estadísticas muestran que en la década que se cierra, (2010/2019) creció 55% mientras el de bienes creció menos de la mitad: 23%. Los resultados en el comercio de bienes en el mundo en 2019 son todavía un poco inferiores a los de 2014 mientras los de servicios son 16% superiores a los de aquel año.
Si se discrimina el comercio de bienes físicos (según McKinsey Global Institute) se descubre una creciente participación de intangibles (identificables a los servicios) dentro de las manufacturas: más de 35% del total del comercio que se computa como de bienes en el mundo es en realidad de intangibles y servicios incluidos en aquellos.
Sumando ambos flujos más de la mitad de todo el intercambio internacional (US$13,5 billones en 2019) está integrado por intangibles y servicios. Esto ocurre porque asistimos a un cambio de matriz en la globalización en la que los intangibles ganan preponderancia: conocimiento productivo, ingeniería, propiedad intelectual, patentes y royalties, know-how, certificaciones de normas y estándares, capital intelectual, servicios varios, todos tienen creciente relevancia en las cadenas internacionales de producción.
Ahora bien: las exportaciones argentinas de servicios en 2019 alcanzaron US$14.183 millones. Pero, a diferencia de lo que ocurre a nivel mundial, fueron poco dinámicas en la década 2010/2019 porque crecieron solo 8% en ese lapso. Por ello mientras en 2010 las exportaciones argentinas de servicios representaban 0,33% del total mundial en 2019 solo explicaron 0,23% de ese total.
A esto debe agregársele que la balanza comercial de servicios es históricamente deficitaria para nuestro país y en 2019 arrojó un resultado negativo de unos US$5000 millones (en 2018 el déficit había sido de más de 9000 millones)
Los servicios que exporta la Argentina se componen en primer lugar por los viajes (turismo receptivo), que generan 37% del total; seguidos de los servicios profesionales entre empresas (27% del total); después de los cuales se destacan los de informática (14%); y luego de ellos aparecen otros como transporte y carga y servicios personales y culturales. En nuestro país (como efecto de nuestros desarreglos) tienen poca relevancia otros servicios que en el mundo son significativos como los financieros, de seguros, de consultoría o relativos a royalties y propiedad intelectual.
Un nuevo impulso es necesario, una mejora en las condiciones de competitividad (entorno macroeconómico, regulativo y político), sumada a un marco institucional supranacional que favorezca un mayor acceso a mercados externos aparecen como requisito: el comercio internacional del futuro tiene en los intangibles su principal motor y Argentina aparece debilitada.•