El largo y sinuoso camino para volver a la deuda externa
El cristinismo ha elegido el más sinuoso y zigzagueante camino camino para volver a la deuda externa para sostener obras, inversiones, el pago de la propia deuda y el funcionamiento general del Estado. Y sin embargo, no sólo es probable que no haya otra solución no sólo este año y el próximo, sino en los siguientes.
El ministro Axel Kicillof volvió a fustigar el jueves a los que, según él, "están ansiosos por prestarle a la Argentina" con la finalidad de seguir generando deuda. Es curioso, porque es el mismo funcionario que estaba haciendo hasta hace poco todo lo posible para normalizar las relaciones con el mercado internacional de capitales y poder volver a tomar financiamiento del extranjero.
Primero arregló lo que hasta el momento era una confiscación de activos de YPF a Repsol y la indemnizó, emitiendo deuda. El mismo funcionario que habìa dicho al momento de tomar el control de la compañía que por los pasivos ambientales generados por YPF era probable que Repsol le debiera al Estado.
Luego hizo el más que postergado arreglo de la deuda en default con el Club de París, incluyendo un pago de alrededor de 3900 millones de dólares en punitorios, que segùn economistas críticos del Gobierno no tiene antecedente en ninguna renegociación previa.
Todo estaba encaminado a volver a los mercados.
Hastala presidenta Cristina había dado la pista al inaugurar este año las sesiones ordinarias del Congreso. "¡Ojalá todas las deudas que tengas que pagar sean de cosas que se puedan tocar, sean de energía! ¡Ojalá sean de obras de ferrocarriles! ¡Ojalá sean de obras que se puedan palpar, que sirvan para disfrutar y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos; para eso estamos!", señaló. Se había terminado el Nunca Más del kirchnerismo para la colocación de deuda extranjera.
Que todo sea para obras, es discutible. Porque cuando el kirchnerismo presumía de tener superávits gemelos las cosas funcionaron así: El Estado gastaba menos de lo que recaudaba. La economía entera exportaba más de lo que importaba. Cuando el Estado tenía que hacer pagos al exterior, compraba con superávit en pesos los dólares que abundaban en el mercado.
La situación ahora es muy otra. No hay superávit fiscal hace mucho. Y el Gobierno le pide al Banco Central que le imprima pesos y le entregue las reservas. El superávit comercial se redujo enormemente, por caída de las exportaciones por razones externas y locales y las importaciones se multiplicaron, especialmente por el formidable déficit energético.
Si el Estado lograra financiamiento externo para obras, seguiría disponiendo de dinero para otros fines sin tener que hacer recortes. A la Presidenta le gusta decir que "todo tiene que ver con todo".
El Estado ha motorizado los acuerdos con China para hacer represas hidroeléctricas en la Patagonia, mejorar los trenes urbanos y suburbanos y el Belgrano Cargas. Y también un intercambio de monedas con China y Francia para financiar importaciones y tener respaldo para vender dólar ahorro.
Todo voló por los aires con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos que no aceptó la apelación de la Argentina en la causa en que fue condenada a pagar el ciento por ciento de la acreencia de un grupo de fondos que no aceptaron los canjes de la deuda.
Kicillof sigue diciendo que no a la deuda, mientras activa mecanismos para volver a utilizarla. Según el asesor de Daniel Scioli, Miguel Bein, es el camino correcto, porque con la caída de los precios internacionales, es imposible que los sectores exportadores de materias primas logren el superávit comercial que traiga todos los dólares necesarios para sostener una tasa significativa de crecimiento.
Ricardo Arriazu cree que, normalizada la situación externa y terminado el default, habría probabilidades, porque las tasas de interés de equilibrio que surgirán luego de que la Reserva Federal de los Estados Unidos cuando termine de retirar los estímulos monetarios, no serán prohibitivas.
El modelo de llegada de raudales de capitales por la vía del superávit comercial que se vivió en buena parte de la administración Kirchner parece imposible de repetir, porque el mundo es y será otro para todos los emergentes, parece decir Arriazu. Las tasas de interés, sin embargo, no pegarán un salto que interrumpa los flujos de deuda a los emergentes.
Un Estado necesitado de financiamiento y un mercado internacional donde seguirá abundando el dinero sería el escenario para los próximos años, dijeron ver Arriazu y Bein en el seminario Descifrando el Futuro, del Banco Industrial.
Lo que se necesita para activar ese camino, que otras economías emergentes están usando desde hace tiempo y a tasas muy convenientes, es que el país salga del default.
Las preguntas son, en todo caso si logrará hacerlo y, sobre todo, si lo hará sin pasar primero por una crisis catastrófico. Y una vez recuperado el acceso, si lo usará para solucionar problemas estructurales o para generar una nueva burbuja que lleve a otra crisis y a repetir el trágico círculo histórico de la economía nacional.