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El uno a uno permitió revertir 15 años de estancamiento
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La instrumentación del plan de convertibilidad, junto con otras medidas que la complementaron, implicó un cambio significativo en el funcionamiento de la economía y revirtió más de 15 años de estancamiento. El incremento del PBI alcanzó una tasa promedio cercana al 5% anual, a pesar de las profundas recesiones de los años 1995 y 1999. Este crecimiento es uno de los más altos de la historia económica argentina y se logró en un contexto de baja constante de la inflación y de un aumento significativo de la inversión y de las exportaciones.
Esta saludable combinación fue posible por el marcado incremento de la productividad que experimentó la economía, como consecuencia de un régimen cambiario y monetario consistente, complementado con reformas estructurales que incluyeron la apertura de la economía y el mercado de capitales, las privatizaciones y la desregulación de los diferentes mercados.
Otro elemento determinante para esta evolución ha sido el desarrollo alcanzado por el sistema financiero que se ha convertido en una de las fortalezas de la economía argentina debido a un profundo proceso de cambio, caracterizado por la consolidación, concentración, el establecimiento de grandes bancos internacionales y una actualización regulatoria a los niveles de las mejores prácticas internacionales.
Desde su lanzamiento, el plan de convertibilidad fue superando satisfactoriamente distintos desafíos que hacían a la base misma de su sostenimiento en el largo plazo. Secuencialmente, estos desafíos fueron la posibilidad de lograr niveles de inflación internacionales, la viabilidad del sector externo ante un déficit comercial creciente con imposibilidad de ajuste nominal del tipo de cambio y el sostenimiento del plan ante una brusca suba de la tasa de interés internacional como en 1994 o durante una crisis de liquidez como la que afectó al sistema financiero en el primer semestre de 1995. También dio pruebas claras de su consistencia técnica tras haber superado las recesiones de 1995 y 1999.
En cuanto a las cuestiones pendientes se destacan la necesidad de revertir la situación actual de bajo nivel de actividad, de alto desempleo y de problemas de competitividad derivados de la secuencia que originó la crisis internacional de 1998 y 1999. Sin perjuicio de las mejoras que se han observado en los últimos meses en los distintos indicadores que hacen a la evolución externa, la forma de enfrentar esta situación es profundizar los fundamentos que le dan sustentabilidad a la convertibilidad para incrementar la productividad media de la economía y volver a la senda del crecimiento sostenido. Esto es lo que acertadamente ha entendido el nuevo gobierno al explicitar la necesidad de aumentar en el corto plazo la solvencia del Estado, lo que ha permitido una baja sostenida de la tasa de riesgo país.
Dicha solvencia deberá necesariamente complementarse con una actitud decidida sobre algunas cuestiones estructurales como son el ataque a la evasión y el establecimiento de reglas fiscales definitivas, la liberalización de los mercados y la reforma del Estado que haga eficiente la provisión de los servicios de educación, salud, justicia y seguridad.
Avances regionales
En cuanto al futuro del régimen de convertibilidad, sin perjuicio de mantener internamente los fundamentos que lo hacen sostenible, estará determinado por los avances que se logren en la integración regional. Desarrollar un mercado común con políticas macroeconómicas coordinadas y entes supranacionales de control podría derivar con el tiempo en el establecimiento de una moneda única, que sólo podría ser una moneda de calidad como el dólar estadounidense, al estilo de lo sucedido en la comunidad europea con el marco y el euro.
Una alternativa de moneda propia no convertible sólo sería factible luego de un largo período de consolidación intertemporal de la solvencia fiscal y aumento del ahorro interno, tal cual lo demuestra la experiencia de aquellos países que superaron exitosamente crisis hiperinflacionarias en las décadas del 20 y del 40. Estos en su gran mayoría avanzaron posteriormente en la revaluación de sus monedas, migrando hacia regímenes de flotación con una severa política monetaria basada en objetivos muy claros sobre niveles de inflación.
El autor es presidente de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA).




