
Pistas para entender el lenguaje de los gestos
En las entrevistas laborales, saber interpretar la comunicación no verbal ayuda a identificar a honestos, tímidos y mentirosos.
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Gesture Politics. Por Adrian Furnham, en People Management, 25 de marzo de 1999
Como bien dice el refrán, Nunca hay una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión . Y en ninguna situación esto es más cierto que en las entrevistas de selección. El entrevistado trata de presentar su mejor perfil y, para eso, utiliza no sólo la palabra sino también su cuerpo. El entrevistador, por su parte, apela a su profesionalismo para tratar de separar la paja del trigo, lo auténtico de lo prefabricado y lo verdadero de la mentira lisa y llana.
En este sentido, mucho valor se ha dado al lenguaje de los gestos. Con nuestro cuerpo podemos reforzar lo que dicen nuestras palabras o podemos desmentirlas. Por medio de los gestos podemos expresar nuestras emociones y nuestro estado de ánimo.
Si bien esto es cierto, también lo es el hecho de que la cultura en la que se inserta una persona y su personalidad pueden afectar en mayor medida lo gestual que lo verbal. Por ejemplo, hablar acompañando con demasiada gesticulación puede indicar un vocabulario restringido y dificultades en la comunicación verbal, pero si el que lo hace es un italiano, y no un alemán, puede no estar significando nada en absoluto.
Una mirada esquiva puede evidenciar que la persona está mintiendo, pero también puede ser simplemente que estemos ante un introvertido que jamás mira a nadie a los ojos aunque esté expresando sus más sinceros sentimientos. Por eso, aunque pueden sacarse algunas conclusiones del lenguaje del cuerpo, éstas no son infalibles. Más vale ser precavido a la hora de leer las claves corporales.
Pistas
Tenemos varios medios de expresar cosas por medio del cuerpo. Algunas se utilizan conscientemente. Por ejemplo, la orientación. Podemos excluir o incluir a alguien en un grupo o conversación en función del ángulo en el que nos ubiquemos respecto de esa persona. No es necesario dar la espalda a alguien para que no se sienta bienvenido. Un hombro ligeramente levantado o la inclinación de la cabeza hacia otro lado es suficiente.
A veces, decimos cosas con el cuerpo a nuestro pesar y, en muchas oportunidades, sin siquiera darnos cuenta. Es casi imposible controlar el sudor que nos corre por la frente cuando estamos nerviosos o el latido frenético de nuestro corazón si estamos excitados.
El cuerpo se expresa también por medio de la mirada, de las expresiones del rostro, de la postura, del contacto físico y hasta del olor, mal que les pese a las empresas de cosméticos. La forma en que nos vestimos y el ambiente que creamos (por ejemplo, el amoblamiento de nuestra oficina), también hablan por nosotros.
El mayor desafío para un entrevistador es el de distinguir entre quienes no son del todo honestos en su presentación y los que, simplemente, son tímidos o están demasiado nerviosos ante la situación de entrevista. Sobre el tema se han realizado múltiples investigaciones. No en vano los famosos detectores de mentiras que se ven en las películas policiales están basados en las claves corporales.
Furnham, profesor de psicología en el University College de Londres, da algunas pistas, verbales y no verbales, que ayudan a identificar a los que no dicen toda la verdad y nada más que la verdad.
Por ejemplo, los honestos tardan menos en contestar las preguntas, utilizan en general la primera persona para responder y no se sienten incómodos ante un silencio un poco prolongado en el transcurso de la entrevista.
Los que tienen algo que ocultar, por su parte, suelen moverse más en la silla y cambian de posición frecuentemente. Habitualmente gesticulan más, como para dar énfasis a sus dichos, aunque a veces ponen las manos bajo las piernas o se cruzan de brazos en un intento de evitar esas expresiones. Mantienen la mirada demasiado fija a los ojos o se sonríen demasiado: parece que los mentirosos intentan sobrecompensar. Se ha detectado en un estudio, por ejemplo, que los ventrílocuos, los vendedores y los mentirosos habituales tienden a sonreír más que otras personas.
Otros signos son más equívocos. Por ejemplo, una postura tensa o el tocarse mucho el propio cuerpo y en particular el rostro pueden indicar mucha ansiedad en lugar de falta de sinceridad.
En síntesis, un buen observador puede sacar más información de una situación de entrevista de la que conllevan las palabras, si es que puede descifrar el lenguaje del cuerpo. Pero traducir no es una ciencia exacta y una misma señal puede admitir varias interpretaciones.
De todos modos, entender los principios de la comunicación no verbal puede ayudar a los entrevistadores a crear ambientes y a adoptar ellos mismos posturas y gestos que faciliten una entrevista más precisa, confortable y relevante para las dos partes.





