Una propuesta para analizar fríamente
Walter tiene 36 años y trabaja como experto en sistemas en una empresa transnacional de origen español. Desde que ingresó, hace 12 años, pasó por varias posiciones, siempre ascendiendo hasta que desde hace tres años es jefe de Unidad. Aspira a ser gerente, pero por diversas circunstancias no ha tenido esa oportunidad hasta el momento.
Dispuesto a buscar un nuevo trabajo, le ofrecen continuar su carrera en el mismo grupo, pero en otro país. Antes de avanzar en la negociación compartió con su familia (mujer y dos hijos de 12 y 16 años, ambos varones) esta oportunidad que a su criterio era muy provechosa, no sólo por la posibilidad de conocer otros destinos y culturas sino además de volver al cabo de unos años con las "horas de vuelo" necesarias para obtener ese cargo gerencial.
Walter se dirigió a la oficina de Recursos Humanos para ajustar las condiciones. En ese momento se encuentra con las siguientes novedades: en primer lugar se trataba de un cambio de condiciones: la nueva asignación cambiaba su status dejando de ser un personal local con una expatriación con regreso fijo, para transformarse en personal internacional. Había que renunciar a la compañía actual y comenzar a formar parte del holding que la empresa tenía con base virtual en alguna ciudad de Suiza y de allí se le daría el destino definido.
El grupo por supuesto le reconocería la antigüedad y ciertos beneficios y su paquete de retribución total más gastos de traslados y hospedaje, casa, entre otros, se administrarían de manera diferente. La ecuación económica sería muy ventajosa por los gastos que se le reconocerían, al menos durante los primeros tres años. Además, la empresa estaba haciendo un desembarco en Marruecos y lo necesitaba a él para instalar y poner en marcha todo el departamento de sistemas, desde su inicio, en la ciudad de Marrakech.
Profesionalmente se trataba de un desafío como el que nunca antes había tenido en su momento. Alcanzaría la posición de "número uno" del área, reportando al gerente general y formando parte del comité de gestión de la nueva empresa. Nada más tentador por cierto.
Pero no todo lo que brilla es oro, diría el proverbio. Lo que para algunos puede ser una oportunidad, para otros decididamente no lo es. Todos llevamos en nuestro imaginario que viajar es fantástico y más cuando nuestra empresa nos paga los gastos. Pero cuando compartimos esta idea con viajeros frecuentes nos enteramos de que son muy conocedores de los aeropuertos –solamente– de las ciudades que visitan y nada más. Esto puede ser frustrante, aunque la acumulación de millas sirva para viajar con la familia.
Y en el caso de los traslados, todos nos imaginamos que lo de afuera es mejor, que nuestra empresa nos proporcionará mejores condiciones que las que tenemos actualmente , que conoceremos ciudades por todo el mundo, ahorraremos dinero y lo más importante: a nuestro regreso nos estarán esperando con un puesto mejor que el que dejamos.
Es para pensar… y para revisar las condiciones antes de partir para no lamentarse en un futuro.
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