
Las crisis y la devaluación causaron el default de muchas empresas entre las cuales aparecen las sobrevivientes del endeudamiento
Ganaron las firmas que renegociaron sus pasivos en lo peor de la crisis; la reducción nominal promedio fue de 30 por ciento
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La crisis de 2001 y la devaluación dejaron un tendal de empresas endeudadas en dólares, que inevitablemente entraron en default, la mayoría de ellas en el primer semestre de 2002. Para fin de ese año, la deuda corporativa impaga sumaba, según estimaciones privadas, unos US$ 31.500 millones, de los cuales ya fue renegociada más de la mitad. En el medio, las empresas gastaron cerca de US$ 300 millones en asesoramiento financiero y aprendieron algunas lecciones.
Las que más se beneficiaron fueron las que renegociaron en lo peor de la crisis; las exportadoras se vieron favorecidas; las compañías de servicios públicos son las más riesgosas; cuanto más grande la compañía, más fácil la renegociación.
"En 2002 el contexto económico era tan malo que las renegociaciones se cerraban enseguida porque antes de perderlo todo los acreedores aceptaban 80% de quita. Pero cuando en 2003 la economía empezó a mejorar, ya no se conformaban tan fácil. Lo mismo ocurrió con los bancos, cuando comenzaron a recuperar el nivel de liquidez, que pasó del 11% al 30% en un año, ya no fueron tan flexibles. Es por ello que las empresas que comenzaron a renegociar más tarde todavía no lograron cerrar el proceso y en más de un caso debieron mejorar sus propuestas originales", aseguró a LA NACION el economista Horacio Costa, director ejecutivo del estudio Dagnino Pastore, Costa & Asociados.
Cablevisión sólo logró este mes el apoyo de sus acreedores para alcanzar un acuerdo preventivo extrajudicial (APE) -la figura legal más utilizada en este proceso-, luego de 13 postergaciones de la fecha de cierre del mismo y una mejora sustancial de la oferta inicial.
YPF y Pan American Energy fueron los únicos dos casos que cumplieron su cronograma de vencimientos a rajatabla y jamás necesitaron renegociar sus pasivos.
Telefónica de Argentina y Petrobras, con deudas por US$ 1810 millones y US$ 2310 millones, respectivamente, fueron las únicas que renegociaron sus deudas sin llegar al default y sin un centavo de quita. Impsat fue de las primeras en declarar la cesación de pagos y de las primeras en acordar con sus acreedores, por eso para el mercado se transformó en un caso testigo.
En la lista de empresas en default casi no hubo exportadoras. Al no tener sus ingresos sujetos al mercado local, la crisis las pasó de largo.
"Y aun para las que tuvieron que renegociar les fue más fácil cumplir las condiciones propuestas", explicó Costa. El caso contrario fueron las empresas de servicios públicos.
"No importa cuán estrictos hayan sido los contratos de concesión de las privatizadas o cuántos miles de millones de dólares hayan invertido, al final del día siguen siendo empresas de servicios públicos y están expuestas a un mayor riesgo debido a la naturaleza social y política del negocio", opinó el Deutsche Bank en un trabajo sobre la deuda corporativa argentina.
La entidad estimó que el default corporativo alcanzó los 31.500 millones de dólares y concluyó que cuanto más grandes son las compañías, son más flexibles a recortar costos, vender activos y modificar su plan de negocios, lo que facilita la renegociación.
"Del default total, un 45%, algo más de US$ 14.000 millones, aún no ha cerrado sus propuestas o está negociando en privado con sus acreedores y todavía no hizo una propuesta pública. Posiblemente, la mayor parte de lo que queda se cierre este año", estimó una fuente del banco alemán en Nueva York, que pidió el anonimato.
Reestructuraciones abusivas
Entre las empresas que aún no hicieron pública su propuesta se encuentran Transportadora de Gas del Sur (TGS), Aguas Argentinas, Transportadora de Gas del Norte, Transener, Movicom, Capex, Edesur y Fargo. TGS tiene más de 1000 millones de dólares en deuda, su primera propuesta fue rechazada por los accionistas y hasta el momento no volvió, publicar una oferta.
De los acuerdos cerrados se pueden extraer algunas estadísticas. La reducción nominal de la deuda en promedio fue del 30% y la reducción de valor presente neto, del 45 por ciento.
La mayoría de las empresas ofrecieron a sus bonistas tres opciones; canjear sus tenencias impagas por nuevos bonos alargando los plazos entre cinco y diez años; recomprar deuda en efectivo con una quita promedio del 50%, excepto casos como Sociedad Comercial del Plata, que acordó un 80%, o una una combinación de ambas.
¿Fueron justas las reestructuraciones? "Hubo de todo. Algunas tuvieron éxito y otras fallaron. Algunas fueron simples y otras muy complejas. Las más favorables para los acreedores fueron las que renegociaron sin quita en el capital, como Telefónica y Petrobras, y las más duras probablemente la eléctrica IEBA y Comercial del Plata, ambas involucradas en procesos de quiebras", sostuvo Jim Harper, jefe de Research de BCP Securities. "Mi opinión general es que el APE funcionó bien y es una herramienta muy útil cuando ambas partes realmente tienen intención de renegociar", agregó el analista.
El flujo de fondos fue el punto central sobre el que se basaron las propuestas ya cerradas. Según el Deutsche Bank, un 60% del cash flow estimado para los próximos cinco años del grupo de empresas que ya reestructuraron será destinado al pago de servicios de deuda.
"Renegociar sobre el flujo de fondos futuros es lo habitual. En ese sentido la mayoría han sido equitativas. Pudieron cerrar quienes tienen un horizonte económico cierto", afirmó Marcelo Plana, director de LatinBank, el brazo financiero de Orlando Ferreres & Asociados.
La pregunta del millón es si estas reestructuraciones y las que vendrán son definitivas.
Los analistas consultados coincidieron en que esto dependerá casi exclusivamente del desempeño de la economía, la renegociación de la deuda pública, la reformulación de los contratos de servicios públicos y las compensaciones que puedan recibir o no las entidades financieras.
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