
Los jardines maternales, en peligro de extinción
Compiten contra los colegios privados
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No todo es color de rosa en las salitas de los jardines infantiles. En su batalla con los colegios privados, que quieren incorporar a chicos cada vez más pequeños, muchos jardines han decidido adoptar una ofensiva a través del jardín maternal.
Los jardines maternales son instituciones educativas para bebes de 45 días a dos años, lo que se conoce como guardería. Y también son un arma poderosa para muchas instituciones educativas de nivel inicial, que se valen de ellos para aumentar la cantidad de alumnos.
"El problema de los jardines privados es que mucha gente alquila los edificios", explicó Graciela Ochoa, directora del Jardín del Fondo, en Villa Urquiza. "Además, hay cada vez más exigencias y menos ganancias, ahora los padres piden más computación o inglés, la dedicación que siempre les dimos a sus hijos no basta."
Según Ochoa, entre 1992 y 1997 se abrieron muchas escuelas primarias, lo que provocó una baja en la cantidad de chicos para cada colegio.
"Antes teníamos un jardín maternal con sala para chicos de un año y hace un tiempo incorporamos a bebes", contó Verónica Aschieri, directora de Frutillita´s Garden. "Lo hicimos por pedido de las madres; hay muchas mujeres que trabajan y necesitan dejar a sus hijos bien atendidos."
Educación física, natación, inglés, talleres de plástica y computación son algunos de los recursos elegidos por los jardines privados para no bajar sus ingresos. También hacen convenios informales con colegios primarios, extienden horarios y bajan las cuotas, que varían entre 80 y 300 pesos.
Beneficios adicionales
"Nuestra cuota es de un mínimo de $ 180 y un máximo de $ 300, y varía por carga horaria, no por año", señaló Marisa Diana, directora de Yupi, un jardín de Barrio Norte.
"Nosotros estamos abiertos todo el día para los padres que trabajan", dijo Silvina Castex Laprida, directora del jardín El Solcito de Catalina.
Ubicada en la vereda de enfrente, María Isabel Marcovecchio, directora del Colegio Columbia, apuntó que "abrimos el jardín por pedido de los padres, ellos prefieren mandar a sus hijos al jardín del mismo colegio al que van sus hermanos".
Según Aschieri, "un jardín no es un negocio, es una vocación que si se hace bien y con dedicación, se convierte en un negocio".
"Acá se cobra la misma cuota que en primaria, aunque el jardín de infantes incluye otros materiales", contó María José Curia, directora del jardín del Colegio Guadalupe. "Tenemos una salita de dos años y la atención a los padres es permanente."
Un caso de excepción es el protagonizado por Melody Garden y Dailan Kifki. Ambas instituciones se encargan del cuidado de chicos a partir de un año de edad y hace poco abrieron su propia escuela primaria.
"Muchos jardines y escuelas primarias cerraron, pero nosotros nos fuimos adaptando a lo que los padres podían pagar y finalmente pudimos abrir Melody Land School, nuestro propio colegio primario", se enorgulleció Valeria Sánchez, coordinadora de la escuela de Caballito.
"Siempre tuvimos éxito", se jactó María Inés Bó, directora del Colegio Dailan Kifki, "pero no hay que olvidar que a la hora de elegir también cuenta la trayectoria, que es lo que les da seguridad a los padres. Y está en la institución el poder transmitirla".





