Más que premium: el boom de Palermo que llegó al Barrio 31
Calle Perette 586. Un aroma nuevo se respira en el Barrio 31. Es el café de especialidad que proviene de la apertura de la cafetería Diogo Bianchi, la primera de su estilo en ese lugar.
El responsable del proyecto es el coffee master Diogo Bianchi, un brasileño de 41 años que reside en Buenos Aires desde 2014. Se formó en su país y actualmente dicta cursos en el instituto Gato Dumas, en organizaciones sociales, trabaja en el hotel Four Seasons y es consultor de numerosas empresas del sector. Su búsqueda, en este caso, está lejos del glamour. Su objetivo es que los jóvenes de bajos recursos ingresen al mundo del trabajo, tengan una oportunidad para proyectarse hacia afuera del barrio y democratizar el consumo del café de calidad.
Su cafetería homónima está ubicada en Perette 586, una de las calles principales del Barrio 31. Ahí ofrece café de especialidad preparado por sus alumnas. Una de las baristas es egresada del Centro de Desarrollo del barrio 31, Ysabel González.
Los precios no difieren mucho a los de Palermo, el epicentro del café de especialidad. En Café Diogo Bianchi un expreso sale $160, mientras que un capuccino o un flat white están en el orden de los $225. Según el cafetero, es el ser humano el que le agrega el valor distintivo al café. En este caso son los profesionales preparados por él.
“Muchas veces los chicos que se forman no consiguen trabajo porque hay un prejuicio de los dos lados: primero por parte de ellos, que sienten que no van a encajar en Palermo y, por parte de los dueños de cafeterías, les da miedo contratar a una persona que viene de otro entorno”, dice Bianchi para explicar el costado social del emprendimiento.
En cuanto al futuro, el coffee master quiere abrir más locales con al menos un 50% de personal proveniente de sus proyectos sociales. “Deseo, además, que todo lo que se consuma acá sea producido localmente para que la ganancia quede en el Barrio, para tener una economía circular que mejore la vida de las personas”, agregó.
La clave para poder aterrizar en el barrio no es “evangelizar” sobre la cultura del café de especialidad, sino adaptarse al gusto del público local. “Lo primero que les enseño es a preguntar ‘¿cómo te gusta el café?’. De esa manera, entendemos lo que el cliente quiere y en segundo lugar, que se vaya pensando ‘hacen las cosas como a mí me parece’”; explicó Bianchi sobre la experiencia de consumo.
Ysabel tiene 30 años y su primer trabajo fue en el Mc Donald’s del barrio. “Hacer el curso y después trabajar acá fue una gran oportunidad. Me encanta que en la 31 haya un lugar donde la gente del barrio pueda probar el café de especialidad y le agarre el gusto”, dijo la joven. Su sueño es poder abrir su propio local en el futuro.
Bianchi le dijo a LA NACION que en el mundo el café de especialidad solo representa entre un 12 y un 15% y que en Argentina ese número está alrededor del 6%. Y mencionó que la importancia fundamental, además de la información de origen es el recurso humano que lo prepara.
Sobre los niveles de facturación, explicó que normalmente son buenos porque la gente disfruta consumir en el barrio y se animó a redoblar la apuesta: “Me gustaría que venga gente de afuera de la villa, y que la cafetería sea parte del mapa cafetero de la Ciudad”, concluyó.
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