Finnegans: la tech argentina que este año invertirá US$1,2 millones y desembarcará en Chile

Cuando la empresa de software Finnegans cumplió 25 años, su fundador detectó que “faltaba algo” y decidió encarar un proceso de transformación. Dejó atrás el “sesgo de priorizar la tecnología”, pese a dedicarse a ese rubro, y puso el foco en el crecimiento personal de los equipos de trabajo y empezó a encarar proyectos sociales relacionados a las artes y la capacitación de los más jóvenes. Para Blas Briceño, CEO de la firma tech, eso fue lo que permitió que la compañía esté a días de cumplir el aniversario número 30 con tasas de crecimiento superior al 50% en dólares.

“Un incremento así, año sobre año, son datos fuertísimos para una empresa ya madura. Esto es porque reinvertimos gran parte de las utilidades para el crecimiento. Nunca cambiamos más que en los últimos cinco años. Nosotros lo llamamos un re-startup, porque cambiamos los procesos del negocio y los alineamientos de la empresa en relación a los propósitos y objetivos en la comunidad, lo que transformó brutalmente todo lo que hacemos”, contó Briceño, quien también es vicepresidente de la Cámara Argentina del Software.

Cuando Briceño fundó la compañía, en 1992, estaba orientada a la venta de servicios de software de gestión en disquete y no tenía un gran capital para seguir expandiendo su proyecto. A peso ganado, fue peso invertido en la empresa. Y a pesar de que hoy la firma se dedica a crear plataformas de gestión de negocios, con más de 4.000 clientes repartidos en América Latina y Estados Unidos, la política de inversión sigue siendo la misma: destina al menos el 10% de los ingresos al desarrollo de nuevos productos.

“Actualmente estamos generando todas las condiciones para poder desarrollar fuertemente la presidencia de Finnegans en el mercado chileno “, adelantó a LA NACION Briceño. Para este año el plan de inversiones previsto es de US$1,2 millones, de los cuales unos US$250.000 irán a parar al país vecino para desplegar soluciones digitales para corporaciones, micro, pequeñas y medianas empresas. Lo restante de la inversión será para la creación de nuevos productos y la consolidación de otros mercados.

“Por la situación del mercado, no es posible hoy construir una empresa que crece si no es pagando muchísimo, cada vez más, tratando de seducir con el dinero. O creando el ambiente adecuado para la realización personal y profesional de las personas que participan dentro de la organización, que es el enfoque que nosotros tomamos en los últimos cinco años. Esa demanda de talento es virtuosa cuando uno lo asume como un desafío, porque permite alinear el propósito de la empresa con el de los empleados. Eso genera mejores prácticas, mejor clima de trabajo, menos rotación y más calidad del vínculo”, reflexionó.

No solo la escasez de talento es una problemática del sector a nivel global, sino que la Argentina suma sus propios desafíos. Sin ir más lejos, la semana pasada el Ministerio de Economía decidió controlar más las importaciones de servicios, una decisión que pega en el sector, ya que muchas firmas utilizan servicios extranjeros como la nube u otros desarrollos. Entre cambios de las reglas del juego y una brecha cambiaria del 100%, el vicepresidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software reconoció que “se hace difícil la dinámica de trabajo”.

“La industria se va adaptando rápidamente al contexto macroeconómico, encuentra estrategia de crecimiento. Ojalá no tuviésemos que pasar por estas adaptaciones interminables, y pudiéramos concentrarnos exclusivamente en desarrollar nuestro modelo de negocio. La habilidad que tenemos los profesionales de Sistemas en la Argentina es muy grande, de hecho, la industria está en pleno crecimiento, más que nada en empleo. Pero realmente se juega contra una situación macro que siempre desafía un poco más”, indicó.

De emprendedor a actor

Todos los viernes por la tarde, después de terminar la semana laboral, en las oficinas de la startup se cuentan historias. Briceño deja el rol de empresario por un rato para convertirse en actor de la obra de teatro “La Capitación”, un proyecto de artes escénicas que relata los inconvenientes que atraviesa una consultora de recursos humano. La idea original surgió de su mente, cuando quería relatar el proceso de selección que se vive en el rubro tecnológico porque “se dan situaciones fantásticas”. Finalmente, la obra la escribió una dramaturga y el cuento fue tomando diferentes formas.

Desde sus orígenes, la compañía se relacionó con las artes. Antes de abocarse en las ciencias computacionales, Briceño fue estudiante de la carrera de Letras, lo que explica por qué decidió bautizar a su negocio Finnegans, en honor a un libro de James Joyce. “Las empresas tienen mucho por aprender del arte, y viceversa. Entiendo que es un diálogo no muy frecuente entre las empresas y los artistas, dos mundos que parecen diferentes, pero hay puntos de comunión”, explicó.

Además de su faceta de actor, el emprendedor fomenta encuentros entre artistas y empresarios, e incluso actualmente está impulsando la reescritura con inteligencia artificial de una obra de literatura. Se trata de acciones que lleva adelante del programa social de la compañía que se denomina Impacto Finnegans, que a su vez engloba otras iniciativas como Concordia Programa, para que los jóvenes de bajos recursos de la ciudad más pobre de la Argentina (según el Indec) se capaciten en programación.

“Es todo parte de lo mismo. Una organización se tiene que brindar a la comunidad y es parte de su sentido propio, el concepto de responsabilidad social empresaria es hasta un poco corto. Uno tiene una responsabilidad muy fuerte en relación a la comunidad y sobre todo con las cosas que puede aportar con alto valor. Nosotros sabemos cuáles son los conocimientos habilidades para que un chico, que no tiene una proyección de futuro interesante en la Argentina, se transforme en alguien que puede crecer profesional y económicamente para cualquier lugar del mundo. Nuestra capacidad de darlo a bajo costo es tan grande, que lo sentimos una obligación”, cerró.