Inflación: la disparada en el precio de los alimentos impacta en los niveles de pobreza e indigencia
Los especialistas advierten que el repunte en el costo de vida podría provocar un freno en el proceso de mejora de los índices sociales
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La disparada de los alimentos de marzo golpeó fuerte en uno de los mayores activos del Gobierno: la baja en los niveles de pobreza e indigencia. La suba del 5,9% que acaba de informar el Indec en el rubro de alimentos y bebidas podría tener un impacto directo en el proceso de descenso de los índices de pobreza e indigencia, que es hasta ahora una de las mejores cartas para presentar a la sociedad que tiene el gobierno que encabeza Javier Milei.
De acuerdo a los números oficiales, en marzo una familia de cuatro integrantes (dos adultos y dos menores) necesitó un ingreso de casi medio millón de pesos -$495.616, para ser precisos- para no caer por debajo de la línea de indigencia, lo que implica un alza del 5,9%, y $1.100.267 para no ser pobre (con una suba de 4 por ciento).
“El proceso que se había iniciado a partir del segundo semestre del año pasado y que había permitido bajar los niveles de pobreza al 37 o 38% se estancó en diciembre, cuando dejaron de recuperarse el empleo y las remuneraciones reales. Ahora con el dato de inflación de marzo estaríamos ante un pequeño brote en los niveles de pobreza e indigencia”, advirtió Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Su colega, Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en cambio, asegura que todavía hay que esperar la evolución de otros indicadores para tener un panorama más claro. “Por ahora no vemos un impacto tan directo en los niveles de pobreza e indigencia, básicamente porque los ingresos de los hogares más pobres se siguen recuperando a tasas superiores al promedio de la inflación de los últimos meses”, señaló el economista.
Qué culpa tiene el tomate
La suba en los alimentos en marzo no se explica por un único rubro y de hecho diez grandes categorías que releva el Indec cerraron el mes con alzas. Los aumentos fueron liderados por las verduras, que en promedio tuvieron un incremento del 39,5%, con algunas subas puntuales como el tomate (105%) y la lechuga (73%).
El otro gran motor de los aumentos en los alimentos -y de la inflación en general- fue la categoría carnes, con un alza promedio en el mes del 6,2% y algunos productos acercándose o superando los dos dígitos como el cuadril (8,5%) y el pollo (10,4%).
En un contexto generalizado de subas, el consuelo para el Ministerio de Economía es que la mayoría de los alimentos envasados -que son mucho menos sensibles a los factores estacionales- tuvieron un comportamiento mucho más tranquilo. Incluso, los productos que tiene una alta incidencia en los consumos de la base de la pirámide cerraron marzo con bajas en sus precios: la yerba mate cayó un 1,1%, los fideos secos -1,9%, el azúcar -1% y las galletitas de agua -3,1%.

Desde la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) compartieron el diagnóstico del peso que tuvieron los alimentos estacionales en la aceleración de la inflación y destacaron que abril se presenta más estable en materia de aumentos.
“En marzo el incremento estuvo impulsado principalmente por productos estacionales, como verduras, tubérculos y legumbres, y por los alimentos frescos. Y los primeros datos de abril muestran señales de moderación. Luego de la suba de marzo, abril comenzó con una deflación del 0,3% de los productos estacionales con caída tanto de verduras, tubérculos y legumbres como de la categoría de frutas”, señaló Carla Bonito, presidenta de Copal.