Preocupación por la falta de rentabilidad y el quebranto
NUEVE DE JULIO.- En los últimos cinco años, este partido, de 440.000 hectáreas agrícola-ganaderas y una importante actividad lechera, situado a 300 kilómetros al oeste de la Capital Federal, y con 50.000 habitantes, ha comenzado a cambiar su fisonomía a raíz de los avatares que transita el campo.
Pese a que algunos definen esta zona como una "isla", porque no ha perdido cosechas como otros distritos no muy lejanos, como consecuencia de inundaciones y sequías, la crisis del bolsillo se sufre igual.
Aquí, como en toda la pampa húmeda, en el ámbito rural se habla de falta de rentabilidad, endeudamiento y quebranto y éxodo. En los centros urbanos, que dependen directamente de la actividad agropecuaria, el reflejo es el cierre o la caída de la actividad comercial e industrial por la falta de liquidez y el consiguiente deterioro de la calidad de vida.
"En este distrito el mapa productivo ha cambiado su fisonomía. Los pequeños y medianos productores debieron irse y alquilaron sus campos a terceros, de gran escala", comentó a La Nación Juan Bautista Vergés, presidente de la Sociedad Rural local.
Vergés es productor de 510 hectáreas propias y explota en conjunto otras 2000. El 80 por ciento, dedicado al tambo, "actividad que está en crisis -señaló-, provocada por una baja indiscriminada del precio de la leche, que sumado al costo argentino han hecho que nuestras explotaciones no sean rentables".
Agregó que tuvo que restringir la cantidad de personal y ajustar todas las compras de insumos en la alimentación de las vacas, "con el consiguiente riesgo de perder estado corporal y reproductivo".
El invernador y agricultor Luis Vanina, propietario de 500 hectáreas, también se quejó de los precios de los granos y por la falta de rentabilidad.
La consecuencia directa de la crisis en su explotación fue la disminución de la superficie sembrada y de la actividad en general. "He devuelto campos que había alquilado, tuve que desprenderme de tractoristas y achiqué gastos de personal en general", relató.
Juan Fernando Nosa, criador de Aberdeen Angus, con 600 vacas madres con sus crías, dejó de trabajar en agricultura porque no pudo actualizar la maquinaria agrícola. "Hoy, lo más nuevo que me queda es modelo 83 u 84", sostuvo.
Opina con desilusión que "con el correr de los años se fue marcando un desinterés de la clase política por el sector agropecuario". La crisis ha provocado desempleo, que en el casco urbano ronda entre el 14 y el 15%, y el 24% en el interior, dijo.
La crisis desencadenó mucha capacidad ociosa en el sector industrial. Se tomaron medidas como acortamiento de la semana laboral, pero no se pudo evitar un fuerte desempleo en el sector de la agroindustria y metalmecánica, que alcanzó el 50 por ciento desde 1996.
Para Ismael Mirabelli, propietario de una casa vendedora de maquinaria agrícola, se está a un paso del corte de la cadena de pagos. "Estamos en un 80% menos de nuestra facturación habitual. De enero a la fecha sólo vendimos dos tractores, cuando nuestra actividad normal era vender uno por mes. Para que se dé una idea, de cada diez productores que llegan, dos vienen a tratar de vender maquinaria usada para poder cumplir con otros compromisos", dijo.
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