Rentas, reservas y señoreaje
Son muchas las reformas necesarias para cambiar de moneda
El señoreaje se define como el "derecho que pertenecía al príncipe o soberano en las casas de moneda, por razón de la fábrica de ella". Para decirlo en términos más llanos que el Diccionario de la Real Academia: la ventaja de ser quien acuña o imprime moneda.
En un esquema en el que no hay convertibilidad, el Gobierno puede acudir -dentro de ciertos límites- a la fabricación de moneda para pagar sus cuentas. Algo que la ciudadanía no puede hacer sin cometer un delito.
Si el Gobierno acude en exceso a este derecho o ventaja, fabrica inflación y en el peor de los casos, hiperinflación, como lo mostró claramente la historia argentina reciente.
Si el país no emite su propia moneda, lo que ocurriría con dolarización de derecho, no habría más señoreaje.
La idea de convertibilidad parece indicar que en la actualidad tampoco hay señoreaje, puesto que el Estado no puede imprimer sin incorporar divisas a sus reservas. Pero no es así.
Ingresos fiscales
Las reservas que respaldan la convertibilidad son colocadas a interés, lo que genera ingresos fiscales nada despreciables para un país con tantos problemas de ingresos.
Por otro lado, las reservas que exceden del mínimo exigido por la convertibilidad son utilizadas por el Banco Central para auxiliar a las entidades financieras en situaciones de iliquidez transitoria.
Los bancos prestan a plazos más o menos prolongados y la mayor parte de los depósitos que reciben están constituidos a plazos sensiblemente más cortos.
De modo que aun en una situación de perfecta normalidad económica, pueden sufrir eventuales faltantes de efectivo (liquidez) ante el retiro de depósitos.
Allí acude el Banco Central con un crédito si es que la entidad -siendo solvente- no lo consigue en otra parte. El Central es, entonces, prestamista de última instancia del sistema financiero.
Un esquema de dolarización requeriría un acuerdo con Estados Unidos para poder seguir cumpliendo con esa finalidad.
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