Un mediodía de almuerzos y reuniones “secretas” para entender el pulso de la política
Mauricio Macri, Santiago Bausili, Martín Menem y Emilio Monzó encabezaron los encuentros organizados por IDEA; después hubo un café con el ministro Guillermo Francos
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Son empresarios, ejecutivos o dueños de compañías. Les interesan los números, claro. Pero, hay que reconocerlo: la comidilla de la política les encanta. Se podría decir que les apasiona. Cuando los paneles de la mañana terminaron, en IDEA empezó la dispersión. Estaban organizadas algunas actividades, pero el interés se mudó por un rato a cuatro almuerzos y un café posterior, encabezados, todos ellos, por importantes hombres de la política.
Los cabeza de serie de esos encuentros fueron el presidente del Banco Central, Santiago Bausili; el expresidente Mauricio Macri; el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem y el diputado Emilio Monzó. Había que ir a un almuerzo con uno de ellos para acceder, después, al café con el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Todos eran cerrados y había que tener la invitación y nada se podía filtrar. Pero, se supo absolutamente todo.
Macri, que pasó rápido por Mar del Plata, dejó una definición política importante: “La prioridad es la República y seguiremos colaborando con Javier Milei”. Fue poco antes de subir al avión desde donde dio algunas premisas respecto de la manera de comunicar el ingreso a la Secretaría de Energía de María Tettamanti tras la salida de Eduardo Rodríguez Chirillo. El exmandatario quería que quede claro que es una funcionaria que tiene ADN de PRO.
A unas cuadras de dónde estaba Macri, en el restaurante Sarasanegro, Bausili encabezaba el suyo, en el recuperado Torreón del Monje. Entre las 13.30 y las 15.30, viarios empresarios llegaron a escuchar al funcionario, acompañado por los coordinadores de Energía e Infraestructura, Daniel González, y de Producción, Juan Pazo. En un espacio vallado, se podía elegir entre ojo de bife y salmón, siempre acompañado por un buen vino.
Dos comensales contaron a LA NACION qué dijeron las principales figuras del equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, y de la entidad monetaria. Todo comenzó, como en toda presentación oficial, con un resumen de la herencia y luego Bausili contó que ellos seguirán apostando al déficit cero, y al apretón monetario con una finalidad: que falten pesos para que la salida del cepo sea menos dura.
Después, el presidente del BCRA les adelantó a los empresarios lo que más tarde se confirmaría públicamente: que el pago de las importaciones pasaba de 60 a 30 días. Sobre la acumulación de reservas, indicaron que esperan que haya un “refuerzo”, que podría ser dinero fresco del Fondo Monetario Internacional (FMI) o algún repo. Aunque luego aclaró que en el Gobierno hicieron su escenario base sin dinero prestado.
Explicaron que el dinero del blanqueo da aire, aunque sume a las reservas brutas, pero no a las netas. Sin embargo, esos depósitos en dólares deben encontrar remuneración por parte de los bancos. La opción es que esas entidades prefinancien exportaciones –que suba el crédito– y que luego esas ventas al exterior vuelvan como reservas netas a engrosar la liquidez del BCRA.
También les dijeron que era probable que parte del RIGI –el régimen oficial de fomento– se reglamentara en las próximas horas. Es un tema esperado por los empresarios.
González dijo sobre la salida de González Chirillo que había encontrado, cuando ingresó al Gobierno, la situación de esa cartera en malas condiciones. Sostuvo que el futuro minero es el cobre, y por eso dijeron que tendrá que tratar la Ley de Glaciares, y que se necesitan inversiones en el sector energético. El cepo, reconoció, es un problema. Sin embargo, prevé que todo el sector hidrocarburífero aportará el año que viene entre US$8000 y US$10.000. Pazo, en tanto, apuntó fuertemente a la apertura comercial y la desregulación.
Los funcionarios pidieron al empresariado que todas las medidas desregulatorias o nuevas necesidades que tengan para poder desarrollar negocios prósperos en el país se trabajen en los medios de comunicación “para poder instalar los temas”, ya que, reconocieron, el Gobierno no cuenta con el plafón político para poder impulsar esto de forma autónoma.
Respecto a la salida del cepo aseguraron que será de forma paulatina. No hay una fecha para liberar el cepo en su totalidad y no hay un sentido de urgencia, dijeron a tono con Caputo.
Bausili dijo que ve como mayor riesgo la política propia del país y el rol que ellos tienen en el Congreso, que es minoritario, y por otro lado, la posibilidad del marco geopolítico que “está complejo”, lo que puede producir un impacto negativo en la economía argentina.
El diputado Monzó también tuvo su auditorio. Empezó sus palabras con una mirada filosófica respecto de lo que significa la llegada de Milei al poder. Lugo habló largo del desafío que tiene y tendrá en Gobierno en el Congreso. Desde hace tiempo el legislador hace cuentas electorales. De acuerdo a sus proyecciones, por mejor elección que haga el oficialismo el año que viene, dado el sistema de representación que se usa para las legislativas, parece complicado que la suma de los legisladores de La Libertad Avanza y del Pro llegue a más de 100 bancas. Eso, vaticina, le generará alguna dificultad para que los temas se traten en el Congreso.
Una de las notas más importantes que dejó tiene que ver con el diálogo o la interlocución con el Gobierno. Según lo que relataron algunos presentes fue enfático y aclaró que no hay conversaciones, que Francos ha dejado de ser ese emisario que antes negociaba en el parlamento de parte del Poder Ejecutivo y finalmente dijo que no logra entender la confrontación como método.
Martín Menem fue anfitrión de uno de los almuerzos cerrados que formaron parte de la organización oficial. Según contaron fuentes que estuvieron presentes, recibió la consulta de dos referentes de empresas de consumo masivo, cuyas ventas se vieron muy impactadas este año. Justamente por esa situación, le preguntar si había margen para tomar algo de aire, pero la respuesta fue contundente: el camino de ajuste y la baja de la inflación no se negocia.
La política también estuvo sobre la mesa: las consultas pasaron por las probabilidades que tiene el presupuesto de ser aprobado y por la estrategia de cara al año electoral. En el primer caso, se especula con que en comisión tomen fuerza tres proyectos: el oficial, uno del sector del kirchnerismo y otro de las fuerzas de lo que llaman “el centro”. Pero hay una cuarta opción con la que el Gobierno no se sentiría tan incómodo: que no se apruebe ninguno y así se sigue administrando discrecionalmente aquel de 2023, igual que este año. Y justamente “el centro” es el apuntado para las elecciones, donde la estrategia sería la polarización.
Pasados los almuerzos, Francos llegó al piso 11 del Sheraton. En sus palabras también hubo coincidencia con Menem respecto del tema del presupuesto. Luego, los dos conceptos principales que los empresarios le preguntaron al ministro fueron la sustentabilidad del Gobierno, y la posibilidad de convergencia electoral con el Pro. Detrás se escondía el temor respecto de lo que pueda representar Cristina Kirchner como amenaza a futuro. El funcionario dijo que la estabilidad no está en juego, y agregó un concepto: cuando Milei habla de intentos de desestabilización no quiere decir que sienta que lo puedan voltear.
Respecto de la convergencia con el Pro sostuvo que la idea es converger hacia 2027, que es una elección nacional, y que en 2025 van a acordar distrito por distrito dado que es una elección provincial. Lo escuchaban unas 120 personas que, además, no se privaron de preguntar por el cepo. Fue concreto, remitió a lo que dijo ayer el ministro de Economía, Luis Caputo, que insistió en que no hay apuro ni fecha para levantar las restricciones cambiarias.
Por la tarde, se volvieron a desbloquear los ascensores y el hotel recuperó su pulso. Los empresarios regresaban con la promesa de que todo era confidencial. Algunos cumplieron; otros, en cambio, relataron con detalle lo que sucedió en los encuentros. En ninguno hubo confesiones ni pruebas de amor. Pero a muchos funcionarios y otros tantos empresarios les encanta el secretismo. Y al periodismo, colocar la mirilla en los lugares donde no se puede.
* Con la colaboración de Jorge Liotti, Ignacio Federico y Francisco Jueguen.
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