A dos años de la invasión rusa
El 24 de febrero último se cumplieron dos años del inicio de la invasión rusa que ha llevado a Ucrania a una prolongada guerra, mientras el escenario se vuelve cada vez más sombrío e incierto. Ante una posible falta de recursos y de avances territoriales concretos, la llamada “fatiga ucraniana” amenaza con instalarse tanto entre algunos líderes europeos como entre la población de la UE.
Las tropas ucranianas, que celebraron una serie de triunfos en el primer año del conflicto, ahora enfrentan un panorama desafiante, atrincheradas y superadas en número y armamento por su adversario.
La escasez de personal militar y de municiones amenaza la capacidad de Ucrania para retener territorios y proteger a sus tropas. La situación es muy difícil para el presidente Zelensky, que no deja de efectuar desesperados llamamientos a sus aliados occidentales para que le suministren el armamento que necesita imperiosamente para frenar a sus enemigos.
Con un estancamiento en el Congreso estadounidense para la aprobación de un paquete de 60.000 millones de dólares y divisiones en la Unión Europea, la generosidad occidental ha disminuido.
Las informaciones sobre muertos y heridos varían mucho según la fuente. Tanto Ucrania como Rusia suelen negarse a revelar sus respectivas bajas militares. En cuanto a las pérdidas en vidas, Zelensky afirmó que 31.000 soldados ucranianos habían muerto en la guerra. Por otro lado, The New York Times, en agosto del año pasado, citando fuentes del Pentágono, estimó unos 120.000 fallecidos del lado ruso.
La guerra impactó en la economía mundial, principalmente en el mercado de hidrocarburos y en insumos para la agricultura, que disparó a niveles inéditos el costo de los alimentos, generando un proceso inflacionario en todos los países.
Tras dos años de guerra, Putin se siente más fuerte que nunca. No solo ganaría sin oposición las elecciones presidenciales del mes próximo, sino que ha logrado contener los efectos de las sanciones internacionales. Además, sus principales oponentes, Yevgeny Progozhin y Alexei Navalny, han muerto en circunstancias muy sospechosas.
Ante semejante panorama se requiere una vigorosa y decidida participación de los organismos internacionales a fin de lograr la ansiada tregua y las negociaciones para acabar con el desvarío de esta guerra iniciada por Rusia. También, de la comunidad internacional exigiendo a Putin el cese de sus intentos expansionistas. Solo de este modo se podrá atender el clamor mundial para que no aumente la cantidad de vidas pérdidas, particularmente de gente vulnerable e inocente, y el avance ruso encuentre coto.
LA NACION