Dar a luz en Buenos Aires

Resulta sorprendente el creciente número de parejas rusas que vienen a dar a luz a la ciudad de Buenos Aires, tanto en hospitales públicos como en sanatorios privados. En 2022, llegaron más de 10.500, pero 7000 se fueron con sus pasaportes listos o en trámite. En su mayoría, son de clase media, pues el pasaje vale más de mil dólares. Algunos lo llaman “turismo de parto”, aunque para la Dirección Nacional de Migraciones se trate de “falsas turistas”.
De hecho, en los últimos días, seis embarazadas llegadas desde Rusia, una de ellas cursando la semana 32, fueron advertidas respecto de que serían deportadas. El abogado que las defiende denunció una supuesta situación de violencia hacia ellas. Adujo que no podían salir del aeropuerto ni recibir asistencia médica. Fuentes oficiales confirmaron a LA NACION que, en las últimas horas, fueron 83 las mujeres de ese país que llegaron a la Argentina e indicaron que, de ese total, 16 de ellas están embarazadas.
En virtud del llamado ius soli, derecho del suelo, los nacidos en la Argentina adoptan automáticamente esa nacionalidad, por lo que el letrado patrocinante también cuestionó que no se respetara el ánimo de arraigo que nuestra Constitución ampara.
Dado que los ciudadanos rusos no necesitan visa para ingresar a la Argentina, mucho menos un seguro de asistencia médica como el que exigen en tantos otros destinos, nuestro país se convirtió en la Meca para muchas familias que buscan una segunda nacionalidad para sus hijos. Emigran ante un eventual cierre de fronteras en un país con un régimen dictatorial, con temor frente a la posibilidad de ser reclutados militarmente para una invasión que consideran injusta, y renuentes a morir y a matar. Las condiciones para que la criminalidad se aproveche de este estado de cosas están dadas. El mismo letrado defensor denunció que una red mafiosa contacta a mujeres rusas que llegan con la promesa de obtener la ciudadanía argentina para luego también capturarlas. “Hay una investigación judicial que está detrás de estas bandas que traen a mujeres y hombres, y atrás hay un negocio millonario”, afirmó la directora Migraciones, Florencia Carignano, al referirse a la situación de las mujeres que habían sido inadmitidas por irregularidades en su documentación y luego pudieron entrar a la Argentina.
La generosidad argentina en materia de salud pública, que comprende tanto a los ciudadanos locales como a los extranjeros, les concede acceso a prestaciones de forma totalmente gratuita. De hecho, en los hospitales públicos se las atiende sin costo. Así lo testifican largamente los ciudadanos de nuestros países vecinos, una situación cuya laxitud ha merecido justificadas críticas.
La medicina privada tampoco les está vedada a las mamás rusas, pues sostienen que los honorarios son muy inferiores a los que pagarían en su país y que la atención sanitaria es de superior calidad.
Obtener documentación para legalizar su estancia resulta por demás sencillo. Con un hijo nacido en la Argentina, sus padres no tienen inconveniente para conseguir una residencia precaria o provisoria, en apenas 48 horas, mientras tramitan la definitiva o permanente. Y, en caso de aspirar a contar con un pasaporte argentino, basta con que obtengan la ciudadanía en un juzgado federal, un trámite que insume unos dos años.
“No es delito” venir a tener un hijo al país”, sostuvo Carinagno, pero aclaró que las personas “de nacionalidad extraMercosur”, para poder hacerlo, deben “ir al consulado y sacar una visa y explicar los motivos”. Las ciudadanas rusas inadmitidas no tenían esos documentos, motivo por el que fueron retenidas.
Nuestra política inmigratoria ha sido siempre amplia. Nuestro país históricamente se ha formado en buena parte con inmigrantes. Las ventajas que ofrece la Argentina y que los benefician no deberían ser un obstáculo, sino una oportunidad. Ejerzamos todos los controles que sean necesarios y mantengamos la política de puertas abiertas que siempre nos ha caracterizado.