La ola que no fue
Los republicanos quedaron insatisfechos con el resultado de las elecciones de mitad de mandato en los Estados Unidos, mientras que los demócratas sintieron alivio por los resultados obtenidos en un contexto económico negativo que podría haber constituido una oportunidad para castigar al partido gobernante. Desde hacía 20 años un partido de la oposición no obtenía resultados tan pobres.
La “ola roja” que vaticinaban los republicanos de la mano de Donald Trump no se produjo. Votaron suficientes electores independientes, republicanos y demócratas moderados que no querían saber más nada con las políticas de Trump.
Ese aluvión con el que el Partido Republicano esperaba lograr el control pleno del Congreso no llegó. Diversos analistas lo atribuyen a la reacción que generó, sobre todo entre las votantes, el pronunciamiento de la Corte Suprema en el caso “Roe vs. Wade”, que abrió las puertas para que varios Estados establecieran severas restricciones al aborto.
Sin embargo, el nacionalismo supremacista y autoritario que defiende las medidas restrictivas contra la inmigración y que todavía niega la legitimidad del presidente Joe Biden sigue siendo la ideología con la que se identifica la mitad del país.
Si bien Trump consiguió algunos triunfos contundentes, especialmente en Ohio y Carolina del Norte, perdió algunos de los premios más importantes, como Pensilvania, Michigan y Maryland. La mayor victoria para los republicanos se produjo en Florida, donde el gobernador Ron DeSantis logró posicionarse para pelear una candidatura en 2024.
El voto en las elecciones de mitad de mandato puso un límite al extremismo de un sector de los republicanos y Biden recibió un nuevo impulso, necesario para el segundo tramo.
Los demócratas lograron evitar una derrota contundente, en parte porque pudieron transformar la contienda no en un referéndum sobre un presidente impopular, sino en una elección entre principios democráticos y una alternativa a la ultraderecha. Se esforzaron por mostrar avances en los problemas que afectan a la gente: la seguridad, la delincuencia y el aumento de precios, entre otras cuestiones. Un mensaje que debería ser atendido en muchos otros países en los que la dirigencia política se aleja cada vez más de los intereses de los ciudadanos.