Más cocaína, más violencia
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El informe 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd) indica que la producción y el consumo mundial de cocaína alcanzaron nuevos máximos, convirtiéndola en la droga ilícita de mayor crecimiento. Con 3700 toneladas de droga pura en 2023, la producción tuvo un incremento del 34 % con respecto al año anterior en tanto el consumo también creció, involucrando a 25 millones de personas en todo el mundo, frente a los 17 millones registrados una década antes. Según el organismo, el 6 % de la población de entre 15 y 64 años consumió alguna droga en 2023, frente al 5,2 % en 2013.
La situación en Colombia, uno de los países más afectados por el narcotráfico, es clave, principalmente debido al incremento de la superficie dedicada al cultivo ilícito de hoja de coca en el país cafetero, de acuerdo con el informe. Por el contrario, la superficie consagrada a su producción en Bolivia se estabilizó en 2023, mientras que disminuyó ligeramente en Perú.
Las rutas del narcotráfico, que ya no se limitan a Europa o Norteamérica –las principales regiones consumidoras–, avanzan ahora diversificadas sobre África, Asia e incluso Australia. El caso de Asia es particularmente preocupante por ser la región más poblada del mundo.
Según el reporte, también la violencia vinculada al tráfico de cocaína se ha intensificado en numerosas regiones. En Ecuador, uno de los principales países de tránsito de la droga en América del Sur, la tasa de homicidios se multiplicó por seis entre 2020 y 2023, pasando de 7,8 a 45,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes. En el Caribe y en países de África Occidental, la competencia entre bandas criminales por las rutas de tráfico también ha derivado en un aumento de la violencia. Incluso en Europa Occidental y Central, el crecimiento del mercado de cocaína ha provocado episodios de violencia vinculados al crimen organizado. La cooperación entre países para este combate es un desafío global.
El problema de la cocaína requiere de los países productores políticas de Estado tendientes a recuperar el control del territorio en manos de las organizaciones criminales. Inestabilidad política, conflictos armados y falta de oportunidades económicas son peligrosos caldos de cultivo si no se abordan las causas estructurales subyacentes, como la pobreza, el subdesarrollo y la inseguridad.
Tipo de trabajo:
opinión
