Nula percepción del riesgo
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Comprender el verdadero valor de la vida implica no solo un sano instinto de supervivencia, sino también de cuidado por la propia prole. En el mundo animal esto se expresa con absoluta claridad. Sin embargo, la especie humana interpone otros patrones y asistimos diariamente a distintas demostraciones de que ese sano instinto no regiría para todos nosotros.
El primer ejemplo que viene a la mente se asocia con la creciente inseguridad y la cantidad de delitos que a diario se cobran vidas de delincuentes y de inocentes de toda edad en alarmante número, muchas veces asociados también al consumo de sustancias psicoactivas que anulan todo registro fehaciente de la realidad y del peligro.
Sin llegar a tales niveles de dramatismo, la vida también se pone en riesgo al exceder los límites de velocidad, al no abrochar el cinturón protector para el conductor y acompañantes, mucho más en el caso de los niños, en cruzar en la mitad de la calle o antes de que un semáforo nos habilite.
Alta difusión en redes tuvieron recientemente las imágenes de una pareja desplazándose en una moto en medio del tránsito de la ciudad de Córdoba llevando a un bebe colgando de un brazo. Un conductor circulando detrás de ellos, por la avenida Colón, una de las más transitadas, registró la secuencia. Ambos adultos circulaban con cascos, como corresponde, pero su nivel de negligencia e irresponsabilidad era tal que no midieron el riesgo para la criatura que, sin protección alguna, iba suspendida en el aire al costado de la moto. El más mínimo error de movimiento de la madre hubiera despedido al niño contra el asfalto o contra otro vehículo.
Desde Luchemos por la Vida se denunció el altísimo peligro al que se expuso al menor. “Un choque a 50 kilómetros por hora los despedirá con una fuerza equivalente a caer de un cuarto piso”, explicaron. El uso del casco asegura que este absorba parte de la energía del impacto reduciendo la fuerza del golpe del cerebro contra el cráneo, protegiendo a su vez la cabeza al estrellarse contra el pavimento o el piso.
Es habitual que escenas similares se repitan en pueblos y ciudades del interior en los que tantas veces se ve a familias enteras literalmente colgando de una moto. Nada se compara con el riesgo de transitar por una gran urbe, pero los peligros existen igual.
Usar casco reduce el riesgo y la gravedad de las lesiones en alrededor de un 72%, disminuyendo en por lo menos un 39% el riesgo de muerte, según sea la velocidad de circulación de los involucrados.
La contracara de estos tremendos descuidos con falta de apego a las normas es la ausencia de control y sanción a los infractores. Mientras las autoridades sigan haciendo la vista gorda, el valor de la vida seguirá peligrosa y tristemente degradado.






