Cómo Hassan Nasrallah lideró a Hezbollah hasta convertirlo en una poderosa fuerza de influencia regional
Se fortaleció al encabezar la expulsión de las fuerzas israelíes del sur del Líbano tras 18 años de ocupación; luego extendió su influencia de la mano de los iraníes
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BEIRUT.- El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, cuya muerte fue anunciada este sábado, lideró al grupo terrorista libanés a través de décadas de conflicto con Israel, supervisando su transformación en una fuerza militar con influencia regional y convirtiéndose en una de las figuras árabes más prominentes en generaciones, con respaldo iraní.
Hezbollah confirmó en un comunicado la muerte de Nasrallah, que el Ejército israelí había anunciado como resultado del ataque aéreo del viernes contra el cuartel general del grupo en los suburbios del sur de Beirut.
La muerte de Nasrallah supone un fuertísimo revés para la agrupación proiraní. Entre sus partidarios será recordado por enfrentarse a Israel y desafiar a Estados Unidos. Para sus enemigos, era el jefe de una organización terrorista y un apoderado de la teocracia islamista chiita de Irán en su lucha por la influencia en Medio Oriente.
Su influencia regional se puso de manifiesto durante casi un año de conflicto desencadenado por la guerra de Gaza, cuando Hezbollah entró en liza disparando contra Israel desde el sur del Líbano en apoyo de su aliado palestino Hamas, y grupos yemeníes e iraquíes siguieron su ejemplo, operando bajo el paraguas del “eje de la resistencia”.
“Nos enfrentamos a una gran batalla”, declaró Nasrallah en un discurso pronunciado el 1 de agosto en el funeral del máximo comandante militar de Hezbollah, Fuad Shukr, muerto asimismo en un ataque israelí contra los suburbios del sur de Beirut controlados por Hezbollah.
Sin embargo, cuando miles de miembros de Hezbollah resultaron heridos y decenas murieron al estallar sus dispositivos de comunicaciones en un aparente ataque israelí la semana pasada, esa batalla empezó a volverse contra su grupo.
En respuesta a los ataques contra la red de comunicaciones de Hezbollah, en un discurso pronunciado el 19 de septiembre, Nasrallah prometió castigar a Israel. “Es un ajuste de cuentas que llegará, su naturaleza, su tamaño, ¿cómo y dónde? Esto es lo que ciertamente nos guardaremos para nosotros mismos en el círculo más estrecho, incluso dentro de nosotros mismos”, dijo.
Desde entonces no había vuelto a pronunciar ningún discurso. Mientras tanto, Israel intensificó drásticamente sus ataques, matando a varios altos mandos de Hezbollah en ataques selectivos y desencadenando un bombardeo masivo en las zonas del Líbano controladas por Hezbollah, que causó la muerte de cientos de personas.
Descendiente del profeta
Reconocido incluso por sus enemigos como un hábil orador, los discursos de Nasrallah eran seguidos por amigos y enemigos por igual. Ataviado con el turbante negro de un sayyed, o descendiente del profeta Mahoma, Nasrallah utilizaba sus discursos para movilizar a la base de Hezbollah, pero también para lanzar amenazas cuidadosamente calibradas, a menudo moviendo el dedo al hacerlo.
Se convirtió en secretario general de Hezbollah en 1992, con solo 35 años, y pasó a ser la cara pública de un grupo anteriormente oscuro, fundado por la Guardia Revolucionaria iraní en 1982 para luchar contra las fuerzas de ocupación israelíes.
Israel mató a su predecesor, Abbas al-Musawi, en un ataque con helicóptero. Nasrallah dirigió Hezbollah cuando sus guerrillas expulsaron finalmente a las fuerzas israelíes del sur del Líbano en 2000, poniendo fin a 18 años de ocupación.
El conflicto con Israel definió en gran medida su liderazgo. Declaró la “victoria divina” en 2006 después de que Hezbollah librara 34 días de guerra contra Israel, ganándose el respeto de muchos árabes corrientes que habían crecido viendo cómo Israel derrotaba a sus ejércitos.
Pero se convirtió en una figura cada vez más divisiva en el Líbano y en el mundo árabe en general, a medida que la zona de operaciones de Hezbollah se ampliaba a Siria y más allá, reflejando un conflicto cada vez más intenso entre el Irán chiita y las monarquías árabes sunnitas del Golfo Pérsico, aliadas de Estados Unidos.
Mientras Nasrallah presentaba la participación de Hezbollah en Siria -donde luchó en apoyo del presidente Bashar al-Assad durante la guerra civil- como una campaña contra los yihadistas, los críticos acusaban al grupo de convertirse en parte de un conflicto sectario regional.
En casa, los críticos de Nasrallah dijeron que el aventurerismo regional de Hezbollah le impuso un precio insoportable al Líbano, llevando a los países árabes del Golfo, hasta entonces amigos, a rehuir el país, un factor que contribuyó a su colapso financiero en 2019.
En los años posteriores a la guerra de 2006, Nasrallah caminó en la cuerda floja sobre un nuevo conflicto con Israel, acaparando cohetes iraníes en una contienda cuidadosamente medida de amenaza y contraamenaza.
La guerra de Gaza, desencadenada por el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre, provocó el peor conflicto de Hezbollah con Israel desde 2006, que costó al grupo cientos de sus combatientes, incluidos altos mandos. Tras años de enredos en otros lugares, el conflicto volvió a centrar la atención en la lucha histórica de Hezbollah con Israel.
“Estamos aquí pagando el precio de nuestro frente de apoyo a Gaza y al pueblo palestino, y de nuestra adopción de la causa palestina”, dijo Nasrallah en el discurso del 1 de agosto.
Nasrallah creció en el empobrecido barrio de Karantina de Beirut. Su familia procede de Bazouriyeh, un pueblo del sur del Líbano, de mayoría chiita, que hoy constituye el núcleo político de Hezbollah. Formó parte de una generación de jóvenes chiitas libaneses cuya visión política se vio influida por la Revolución Islámica de Irán de 1979.
Antes de dirigir el grupo, solía pasar noches con guerrilleros en primera línea luchando contra el Ejército de ocupación israelí. Su hijo adolescente, Hadi, murió en combate en 1997, una pérdida que le dio legitimidad entre su núcleo de votantes chiitas en el Líbano. Tenía un historial de amenazas a enemigos poderosos.
Cuando las tensiones regionales se intensificaron tras el estallido de la guerra de Gaza, Nasrallah lanzó una advertencia apenas velada a los buques de guerra estadounidenses en el Mediterráneo, diciéndoles: “Nos hemos preparado para las flotas con las que nos amenazan”.
En 2020, Nasrallah prometió que los soldados estadounidenses abandonarían la región en ataúdes después de que el general iraní Qassem Soleimani muriera en un ataque estadounidense con drones en Irak.
Expresó una feroz oposición a Arabia Saudita por su intervención armada en Yemen, donde, con el apoyo de Estados Unidos y otros aliados, Riad trató de hacer retroceder a los hutíes alineados con Irán.
Cuando las tensiones regionales aumentaron en 2019 tras un ataque contra instalaciones petroleras sauditas, dijo que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos deberían detener la guerra de Yemen para protegerse. “No apuesten por una guerra contra Irán porque los destruirán”, dijo en un mensaje dirigido a Riad.
Bajo el mandato de Nasrallah, Hezbollah también se enfrentó a adversarios en su propio país, el Líbano. En 2008, acusó al gobierno libanés -apoyado entonces por Occidente y Arabia Saudita- de declarar la guerra al prohibir la red de comunicación interna de su grupo. Nasrallah prometió “cortar la mano” que intentara desmantelarla.
Esto provocó cuatro días de guerra civil que enfrentaron a Hezbollah con combatientes sunnitas y drusos, y que el grupo chiita tomara la mitad de la capital, Beirut.
Negó rotundamente cualquier implicación de Hezbollah en el asesinato en 2005 del ex primer ministro Rafik al-Hariri, después de que un tribunal respaldado por la ONU acusara a cuatro miembros del grupo.
Nasrallah rechazó el tribunal -que en 2020 condenó a tres de ellos en rebeldía por el asesinato- por considerarlo una herramienta en manos de los enemigos de Hezbollah.
Agencia Reuters
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