Por la suba de casos de Covid, Francia impone un certificado sanitario obligatorio para actividades públicas
Lo anunció el presidente Emmanuel Macron; fijó la obligación de vacunarse al personal de salud y detalló que el certificado sanitario será solicitado a partir de agosto en restaurantes, bares, aviones, trenes, comercios y hospitales
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PARÍS.– Vacunación obligatoria para el personal de salud, extensión del pase sanitario para viajar, entrar en bares, restaurantes, cines y establecimientos públicos, tests PCR pagos desde septiembre… Ante el aumento exponencial de la cepa delta de coronavirus, el presidente francés Emmanuel Macron anunció ayer una nueva y sólida batería de medidas para incitar a los franceses aun refractarios a hacerse vacunar, evitando —por ahora— imponer la vacunación obligatoria para todos.
Setenta y tres días después de haber anunciado el calendario de desconfinamiento, Macron volvió anoche a la televisión para anunciar decisiones que deberían evitar la llegada de una cuarta ola de Covid-19, cuyos primeros signos comienzan a verse en el creciente número de casos positivos.
“Para todo el personal de hospitales, clínicas, residencias para seniors, para todos los profesionales o voluntarios que trabajen en contacto con personas frágiles, incluidos aquellos a domicilio, la vacunación será obligatoria”, dijo el presidente. Todos tendrán hasta el 15 de septiembre para aplicarse ambas dosis. A partir de esa fecha, habrá controles y se aplicarán sanciones.
Por su parte, el pase sanitario —también llamado “pasaporte sanitario”— que entró en vigencia en la Unión Europea a partir del 1° de julio, será ahora exigido también para ingresar a los sitios de entretenimiento y culturales. Concretamente, todos los franceses de más de 12 años deberán mostrarlo para entrar en un espectáculo, un parque de diversiones, un concierto o un festival.
“A partir del 21 de julio, habrá que estar vacunado o presentar un test negativo reciente”, dijo Macron.
A partir de fines de agosto, una vez que haya sido votada la ley que autorice esa extensión, también será exigido en los vuelos de cabotaje, autobuses de larga distancia, trenes, restaurants, bares, centros comerciales o establecimientos públicos.
La intensión es clara. Ya que la persuasión no consiguió convencer a los numerosos “anti-vax” franceses, el jefe del Estado decidió ir por etapas. Forzar a la gente a vacunarse limitando cada vez más sus posibilidades de desplazarse y llevar una vida normal, sin desechar en todo caso, la medida privilegiada por médicos y epidemiólogos, así como por la mayoría de los responsables políticos: la vacunación obligatoria para todos, lo antes posible.
“Es una idea que habrá que estudiar en algún momento”, adelantó Macron.
Y para que la presión sea aun más fuerte, el presidente anunció que los tests PCR serán pagos a partir de septiembre, salvo cuando sean prescritos por un médico. Gratuitos en Francia, donde el Estado los financia, esos tests son utilizados varias veces por mes por los refractarios a la vacuna para viajar o —desde que se levantaron las restricciones— para ingresar en discotecas o conciertos.
“Es imprescindible alentar la vacunación en vez de la multiplicación de tests”, insistió el presidente.
Entre otras decisiones, el mandatario anunció el lanzamiento en septiembre de una campaña de vacunación para todos los alumnos y estudiantes del país, cuando recomiencen las clases.
También entonces habrá un programa de vacunación de refuerzo para quienes fueron los primeros en recibir las dos dosis —en enero o febrero— y que son con frecuencia los más vulnerables.
“Cuando terminen las vacaciones (boreales), una campaña de refuerzo les permitirá obtener una nueva inyección”, declaró.
A un año de las elecciones presidenciales, Emmanuel Macron aprovechó la ocasión para hacer un repaso de la acción de su gobierno durante la pandemia e delinear los futuros pasos.
“El cueste lo que cueste (frase que definió su política anti-pandemia) ha sido responsable de una vigorosa reactivación económica. Nuestro crecimiento debería establecerse este año en 6%, el primero entre las grandes economías europeas. Por segundo año consecutivo, Francia fue designada como el país más atractivo de Europa para invertir. Y contrariamente a las previsiones, el empleo resistió a la crisis”, concluyó el presidente, visiblemente satisfecho.
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