Desarme de paramilitares en Colombia
Unos 855 combatientes de las AUC se desmovilizaron ayer en Medellín; el gobierno les otorgaría la libertad condicional
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MEDELLIN.- En una riesgosa apuesta del presidente Alvaro Uribe, el gobierno colombiano logró ayer la desmovilización de 855 paramilitares de extrema derecha, como primer paso de un delicado proceso que busca la pacificación de un país convulsionado por décadas de violencia.
Bajo estricta vigilancia del ejército y la policía, combatientes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con base en Medellín, la segunda ciudad de Colombia, entregaron más de 500 armas.
Como parte de un acuerdo firmado el 15 de julio último con los jefes paramilitares, el gobierno espera que para fines de 2005 la desmovilización alcance a unos 13.000 hombres de este grupo armado acusado de crímenes y narcotráfico.
"Es éste un gran paso y es apenas el inicio de otro largo camino", expresó, de parte del gobierno, el alto comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo. Tras presidir el acto, el funcionario anunció que el 7 de diciembre se desmovilizarán otros 150 paramilitares en el departamento de Cauca, mientras el gobierno impulsa en el Congreso una ley de alternatividad.
"El propósito del gobierno es devolverle al Estado el monopolio de las armas", dijo Restrepo al referirse a la mayor desmovilización de los paramilitares en la historia de Colombia.
La negociación con los paramilitares generó una fuerte crítica por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos, que rechazan que el gobierno ofrezca la libertad condicional a paramilitares denunciados por asesinatos y desapariciones.
Una de esas organizaciones, Human Rights Watch, calificó el acuerdo como "una parodia" y consideró la transmisión del acto por televisión como "una vidriera de la impunidad".
Con más de 20 años de existencia, los paramilitares, que han combatido ferozmente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Ejército de Liberación Nacional (ELN), comenzaron en enero pasado el diálogo de paz, luego de que entrara en vigor un cese del fuego el 1° de diciembre último.
Durante la ceremonia de entrega de las armas -en el centro de convenciones de la ciudad- se escucharon mensajes por video de los máximos líderes de las AUC, Salvatore Mancuso y Carlos Castaño, jefes militar y político, respectivamente; y de Diego Murillo (alias "Don Berna"), el máximo comandante del Bloque Cacique Nutibara (BCN), desmovilizado ayer.
"El camino de la paz está abierto en Colombia. Nuestro compromiso es total", aseguró Mancuso, que apareció en el video, al igual que los otros dos comandantes, vestido de civil, en una tribuna cubierta con la bandera de Colombia.
Por su parte, Castaño reconoció que el proceso enfrenta "vacilaciones" en el seno de las AUC, así como serias críticas en el país y en la comunidad internacional porque dejaría impunes los crímenes cometidos.
"Hemos contribuido altamente en la contención de la arremetida de las guerrillas. En nuestro avance hemos incurrido inevitablemente en algunos excesos. Somos conscientes de esta situación", dijo Castaño, que consideró "indispensable" el otorgamiento de beneficios jurídicos para los combatientes.
Igualmente, el jefe político del BCN, Giovanni Marín (alias "Comandante R"), pidió en la ceremonia perdón al país por los daños que hubiesen ocasionado sus acciones. "Es hora de unirnos a la sociedad civil. Por la paz nos la jugamos toda", expresó.
Marín saludó a sus hombres luego de que éstos desfilaron uno por uno para entregar fusiles, lanzacohetes, revólveres y equipos camuflados y de campaña ante el comisionado de paz y el cuerpo diplomático, que asistieron al evento.
"Cumplimos, cumplimos, cumplimos", gritaron los 855 desmovilizados al concluir la ceremonia.Y partieron en 45 ómnibus, fuertemente escoltados, a la localidad de La Ceja, cerca de Medellín, donde se concentrarán por tres semanas para recibir atención psicológica, educación y capacitación laboral con el fin de lograr una reinserción social.
Presencia internacional
A la ceremonia asistió el delegado especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), el argentino Sergio Caramaña, que dijo que espera que "el paso que han dado" los colombianos "se sostenga en el tiempo".
"Ahora viene una tarea muy difícil, que es la de sostener la reinserción y la reubicación de esas personas en la sociedad civil, que es el sinónimo de la paz a largo plazo", declaró.
Esta es la primera vez que la comunidad internacional se hace presente en el proceso con los paramilitares, pues desde un inicio recibió fuertes críticas de los organismos de derechos humanos luego de que el gobierno ofreció la libertad condicional a quienes se sumaran al plan de paz.



