Ecumenismo de sangre, dolor y caridad
La invitación del papa Francisco y la presencia ayer del patriarca Bartolomé I en los jardines vaticanos ponen en acto la declaración que ambos ratificaron hace pocos días, con su gesto histórico en el Santo Sepulcro.
En ese documento valoraron los significativos pasos que se han dado en la búsqueda de la unidad de los cristianos, pero reconocieron que en camino hacia la plena comunión tienen el deber de dar testimonio común del amor de Dios, colaborando en su servicio a la humanidad especialmente en la defensa de la vida, de la dignidad de la persona, en la promoción de la paz y en la respuesta ante el sufrimiento.
Es lo que Francisco llama el ecumenismo de sangre, dolor y caridad, que quedó estampado tanto en esa declaración conjunta como en el encuentro con el cual Francisco y Bartolomé precisaron que el diálogo teológico que avanza no pretende un mínimo común denominador para alcanzar un acuerdo, "sino más bien profundizar en la visión que cada uno tiene de la verdad completa que Cristo ha dado a su Iglesia, una verdad que se comprende cada vez más cuando seguimos las inspiraciones del Espíritu Santo".
Ese servicio a la humanidad incluye la defensa de la Creación en contra del ilícito maltrato del planeta, la "efectiva y decidida" cooperación entre los cristianos para promover la libertad religiosa que implica necesariamente el diálogo con el judaísmo, el Islam y otras tradiciones religiosas y el compromiso de católicos romanos y ortodoxos a ser voz y baluarte de los cristianos perseguidos en Medio Oriente.
El nuevo encuentro de Francisco y Bartolomé para la ceremonia inédita que se vivió ayer en los jardines vaticanos contribuye a valorar el renovado compromiso ecuménico asumido por el primer papa latinoamericano en línea con sus predecesores.
"Quiero mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva y pueda ser, en el contexto actual, un servicio de amor y de comunión reconocido por todos", dijo el Papa en su reciente visita a Tierra Santa.
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