El hombre que llevó a Fujimori al abismo
La oscura vida del Rasputín de los Andes
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Dos compañeros del colegio militar aseguran que, parado frente al féretro de su padre suicida, el joven oficial Vladimiro Montesinos, siempre frío y calculador, les preguntó: "¿Podrá la muerte de este hijo de p... perjudicar mi carrera?"
Sin embargo, fue él mismo quien se cavó su propia tumba profesional. Tan oscura y profunda como la red de corrupción que tejió en los diez años que ejerció el poder desde la sombra del ahora destituido presidente Alberto Fujimori.
Quien fue apodado Rasputín de los Andes nació en Arequipa, el 20 de mayo de 1945, en el seno de una familia de clase media conocida por sus simpatías por el comunismo (fue su padre quien lo bautizó Vladimir Lenin).
Más adepto a las ideas de derecha (sus compañeros lo llamaban "el fachistón"), Montesinos ingresó en la Escuela Militar de Chorrillos, en Lima, donde hizo varios amigos a los que, a su llegada al poder de la mano de Fujimori, en 1990, colocó en los más importantes cargos militares.
Tras su graduación, en 1966, comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de San Marcos, pero su gran pasión eran los libros de espionaje y de Maquiavelo. En 1976, al ser destacado al Ministerio de Guerra, su ambición lo llevó a intentar vender al gobierno norteamericano información sobre el armamento que Perú había adquirido a la URSS. Falsificó firmas para un permiso y, con la excusa de asistir a unas conferencias en universidades de Estados Unidos, partió hacia el Norte. Tuvo la mala suerte de que otro militar peruano lo vio e informó sobre su presencia en Washington.
A su llegada a Lima fue arrestado, acusado de espionaje y traición a la patria, y se lo dio de baja. A partir de ese momento, una foto con su nombre pasó a estar colgada de todas las guarniciones militares peruanas junto a otros ex efectivos calificados como "indeseables". Allí permanecieron hasta 1990, cuando él mismo, entonces al mando del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) del flamante presidente Fujimori, dio la orden de retirarlas.
Tras su frustrado paso por el ejército, Montesinos se dedicó a la abogacía defendiendo a conocidos narcotraficantes, como el colombiano Jaime Tamayo o el peruano Demetrio "Vaticano" Chávez. Este último, al ser capturado, en 1996, denunció que entre 1991 y 1992 había pagado a Montesinos 50 mil dólares mensuales para ser protegido por el SIN. Sus nuevos vínculos le sirvieron también para entregar información a la CIA, con la que había comenzado a colaborar.
Casado con Trinidad Becerra, en 1973, tiene dos hijas, Silvana (25) y Samantha (17), mujeres sobre las que ahora también recaen sospechas de actos ilícitos, así como sobre su última amante, Jacqueline Beltrán, quien está encarcelada y procesada como cómplice de sus delitos.
La vida de Montesinos cambió radicalmente cuando conoció a Fujimori en plena campaña, en 1990. El Chino le encargó resolver unos problemas tributarios que ponían en riesgo su carrera política. Montesinos los solucionó tan rápidamente que, asombrado por sus capacidades, Fujimori, ya presidente, lo designó su principal asesor de Seguridad e Inteligencia y lo puso al frente del SIN, una decisión que, más tarde, lo llevaría al abismo.
Purgas y negociados
El nombre de Montesinos empezó a ser muy temido. Organizó purgas en el Poder Judicial y en los ministerios. Con el autogolpe fujimorista de 1992 extendió su influencia sobre la cúpula militar y llegó a tener el control absoluto de los ascensos, mientras él acumulaba una fortuna con el tráfico de armas y de drogas.
Grupos de derechos humanos y de la oposición lo acusaron de liderar el grupo paramilitar Colina, responsable de las matanzas de Barrios Altos (1991) y de La Cantuta (1992), y de ordenar torturas a agentes de inteligencia que se negaban a cumplir sus órdenes.
Se convirtió en un personaje del que nadie se animaba a hablar en voz alta. Todo tipo de hipótesis surgieron sobre las razones de por qué Fujimori le daba tanto poder. Lo cierto es que, en su despacho en el gigantesco edificio del SIN, Montesinos recibía a políticos, empresarios y jueces. Las reuniones, en las que les ofrecía sobornos o favores políticos, eran grabadas en video por él mismo para luego usarlas para futuros chantajes.
Esos "vladivideos" se convirtieron en su talón de Aquiles cuando, el 14 de septiembre último, luego de que Fujimori obtuvo un discutido tercer mandato gracias al fraude, salió a la luz una cinta en la que se veía al asesor presidencial ofreciendo dinero a un congresista opositor. Estalló el escándalo y, en octubre, el hombre más poderoso de Perú escapó del país con rumbo desconocido. Lo siguió, poco después, el mismísimo presidente, que se refugió en Japón. En los ocho meses que transcurrieron desde entonces, Montesinos se convirtió en el hombre más buscado de América latina. Su padre nada tuvo que ver con su estrepitosa caída.
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