"El mundo es ahora menos seguro"
WASHINGTON.- Aunque vaticinaba que iba a ocurrir, Robert Malley no logra esconder su indignación por la decisión de Donald Trump de retirar a Washington del acuerdo nuclear con Teherán. Lo mismo le ocurre a John Hughes, que dirigió la política de sanciones con Irán del Departamento de Estado. Trump reescribió la historia y dejó en papel mojado la labor de Malley, que era el representante de la Casa Blanca en las conversaciones con Irán, Hughes y otros tantos antiguos negociadores del gobierno de Barack Obama.
"Es una decisión injustificada que pone a la región en una situación más peligrosa, aísla a Estados Unidos y crea el riesgo de una confrontación con Irán que el acuerdo nuclear había logrado solventar", dice Malley, que desde 2014 fue el enviado de la Casa Blanca en las maratónicas rondas de negociaciones nucleares.
Malley, que ahora dirige la organización International Crisis Group, sostiene que la decisión del presidente republicano responde a un deseo más primario: "Deshacer todo el legado" de Obama y cumplir su promesa electoral de romper el acuerdo.
En esa línea, Hughes describe la retirada del pacto como una "crisis manufacturada para la base política" de Trump. "Ninguno de los argumentos se basa en la realidad y la mejor manera práctica de garantizar que Irán no tenga un arma nuclear es permanecer en el acuerdo", señala el experto, que de 2010 a 2014 fue director adjunto de la oficina de política de sanciones del Departamento de Estado. Y añade una sonora advertencia: "El mundo es ahora menos seguro y se incrementa significativamente la posibilidad de un enfrentamiento militar".
Después del acuerdo firmado en Viena, Irán redujo drásticamente su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones europeas y estadounidenses que estrangulaban su economía y lo aislaban en la arena internacional. Según los inspectores de la ONU, Teherán está cumpliendo los requisitos.
Con la retirada norteamericana, se vuelve al pasado. Se reimpondrán a partir de agosto las penalizaciones que impedían cualquier relación comercial entre Estados Unidos e Irán y su acceso al sistema financiero norteamericano. Teherán vuelve a aproximarse al ostracismo y se cierne una amenaza sobre las compañías europeas que hicieron negocios con Irán tras el pacto.
"La pelota se ha movido del terreno de juego estadounidense al europeo e iraní. Allí es donde se tomarán las decisiones", subraya Malley. El exasesor de Obama sostiene que la "forma de salvar el acuerdo es que Europa ofrezca a Irán un camino que proteja lo máximo posible los beneficios económicos que Irán esperaba del acuerdo", pero matiza que eso también dependerá de la pugna de poder entre moderados y radicales en Teherán.
Hughes cree que será difícil que el acuerdo siga vivo porque las multinacionales lo pensarán dos veces antes de hacer negocios en Irán, por miedo a ser sancionadas por Washington, y se corre el riesgo de que Teherán ya no vea beneficios dentro del tratado. Pero al mismo tiempo considera "muy improbable" que Estados Unidos se atreva a penalizar a grandes compañías europeas porque desataría una guerra diplomática y económica con Bruselas.
Hughes lamenta los "falsos argumentos" del magnate. Enfatiza que el acuerdo establece el más férreo sistema de inspecciones de la historia y da tiempo a la comunidad internacional a reaccionar si Irán tratara de desarrollar una bomba. Y cree una tomadura de pelo la afirmación de Trump de que, salir del pacto, puede forzar a Teherán a aceptar otro mucho más contundente. "Las sanciones no funcionan dos veces en la misma cosa. ¿Por qué aceptaría Irán volver a la mesa de negociación para un nuevo acuerdo si asume que podemos volver a retirarnos?".
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