El "Tejerazo", un golpe que aún genera preguntas en España
Nuevas hipótesis sobre el papel del rey
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MADRID.- Veinte años después de que la frágil transición española tambaleara por un intento de golpe de Estado, los españoles se siguen haciendo preguntas sobre lo que realmente ocurrió en aquella fatídica noche del 23 de febrero, popularizada -muy a la española- bajo la alfanumérica expresión "23-f".
La cara visible de todo aquello fue un oscuro militar, el teniente coronel Antonio Tejero Molina. Vestido con el uniforme de Guardia Civil, revólver en mano, irrumpió en el recinto de la Cámara de Diputados al grito de "¡señores... todos al piso!" La imagen de los militares dueños del hemiciclo, con los diputados escondidos tras sus bancas, fue tapa en diarios del mundo. Salvo el renunciante presidente del gobierno, Adolfo Suárez, y el entonces diputado Felipe González, casi nadie salvó la honra en ese cuadro patético.
Todo duró casi 18 horas. El tiempo pasaba y los golpistas -ni siquiera se sabía bien quiénes ni cuántos eran- tenían el poder. Todo empezó a las 18.23 y hubo que esperar hasta la 1.30 de la madrugada para que apareciera por televisión la figura del rey Juan Carlos, vestido de uniforme, y se pusiera como "escudo de la democracia". Su gesto fue decisivo para el fracaso de la intentona.
Políticamente, fue su gran noche, que le ayudó a terminar de conquistar a los españoles. Para la gran mayoría, lo que cuenta es la acción del rey, aunque ahora nuevas investigaciones retoman una línea conspirativa sobre un presunto papel en los momentos previos a la sublevación.
Integrada a la Unión Europea, hoy España tiene un sistema político consolidado y un rey popular. El poder militar se declara fiel a la Constitución y los partidos políticos se alternan en el poder sin traumas. Y sin que las cosas varíen mucho.
Quizá por eso se hace preguntas sin complejos. Veinte años después, las librerías españolas están invadidas de investigaciones que vuelven sobre esa noche en la que se jugó el futuro del país. Son diferentes interpretaciones para una misma pregunta: ¿Quién activó el golpe de Estado?
La gama de respuestas atribuye varios grados de responsabilidad al rey. La hipótesis es que alentó un "golpe de timón" que luego se desmadró, con la "operística" irrupción de Tejero en el Congreso. También se responsabiliza a los servicios de Inteligencia, con el Cesid a la cabeza. Y a un poder militar opuesto a la transición mucho más grande que la visión oficial según la cual todo fue obra de un "grupo reducido" de militares.
Planteos militares al rey
De todo eso, lo que más claro parece ser que el golpe no fue obra de un grupo de improvisados, sino que los involucrados fueron muchos más, aunque luego, al ver la intervención de Tejero, no pudieron seguir adelante, saltaron del bote y salvaron su carrera. Hoy se acepta que tres meses después de la muerte del general Francisco Franco, el rey ya escuchaba planteos militares. "Se trataba de forzar un cambio en el gobierno con gente más afecta al franquismo", sintetiza el investigador Javier Tusell.
¿Y el rey? La hipótesis del libro "23-f: El golpe que nunca existió", es que el monarca dio al general Alfonso Armada, uno de los líderes del golpe, instrucciones para montar "un golpe de timón destinado a encauzar al gobierno y frenar la cantada involución que el ejército preparaba para mayo de ese mismo año".
Escrito por el coronel Amadeo Martínez Inglés, se basa en las conversaciones que mantuvo en la cárcel con el general Jaime Milans del Bosch, el otro cabecilla de la insurrección. El problema es que Milans del Bosch murió hace dos años y no se pueden contrastar los dichos que Martínez Inglés le atribuye.
Uno de los puntos en los que se basa es que el general Armada, candidato a presidente si el golpe triunfaba, era reconocido monárquico. A su juicio, no cabía imaginarlo en algo que fuera contra el rey, de cuya confianza gozaba. Había sido su preceptor y se desempeñaba como secretario en la Casa Real.
Opuesta es la tesis del reciente libro "F-23, Los cabos sueltos".Y, si bien admite que el rey analizaba la situación con el general, lo hacían con lenguajes diferentes. "El rey pensaba que la solución estaba en el escenario constitucional. Armada sólo contemplaba salidas que incluyeran concesiones a las exigencias militares."
Pero en el caso de que, como sostiene el primero de los libros, el golpe se hubiera orquestado bajo el paraguas protector del sistema, como una maniobra para salvar al gobierno constitucional ... ¿por qué fracasó? El coronel Martínez Inglés tiene respuesta para todo: "El servicio de inteligencia (Cesid) intervino para asegurar el desarrollo de la operación. Lo que no pudo controlar fue la tercermundista actuación de Tejero, a quien Milans dio excesiva libertad de acción. Invalidó el golpe y provocó que Armada fuera abandonado por el rey, que no podía asumir una acción como la protagonizada por Tejero. El rey se asustó, pues había dejado las cosas claras: ni violencia, ni soldados, ni tanques... respeto a las formas democráticas".
La tesis es parecida a la de otro libro, "23-f; El golpe del Cesid", que sostiene que el plan se urdió en el servicio de inteligencia. "Armada es elegido por ser monárquico y moderado. Le venden que se trata de sacar a la monarquía de una encrucijada peligrosa", sostiene. Y atribuye al monarca un papel pasivo frente a la iniciativa. "Denme la solución resuelta", decía. Pero, tiene un problema adicional: asegura que todas las fotos y documentos sobre la trama fueron destruidos tras el fracaso del golpe.
Un cuarto libro recientemente editado, "Diecisiete horas y media, el enigma del F-23", escrito por otro militar, el coronel Javier Fernández López, asegura que sobre la fecha del golpe, la relación entre Armada y el monarca se había deteriorado. No era más su hombre de confianza.
Veinte años suele ser tiempo suficiente para revisar lo ocurrido. En el caso del F-23, sin embargo, aún persisten dudas. Junto con la descoordinación que minó de fracaso a la sublevación, lo que nadie discute es el papel del pueblo español. No hubo ningún apoyo para los golpistas. Eso y la firme actitud del rey fueron, a la luz de lo ocurrido, decisivos para hacer fracasar la maniobra.
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