Papa Francisco: “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”
Las respuestas del sumo pontífice sobre el Vatileaks, la corrupción en la Iglesia, el aborto, el matrimonio igualitario, su recuerdo de Buenos Aires y su relación con Benedicto XVI
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A BORDO DEL VUELO PAPAL.- Tras agradecer el trabajo de los periodistas y reconocer que no podía creerlo cuando, desde el altar, veía a 3 millones de jóvenes de 178 países que participaron de la misa de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), vino el momento de las preguntas. Para ello, los periodistas nos habíamos organizado por grupos lingüísticos y por países. Los dos argentinos presentes en el vuelo tuvimos la ventaja de tener al Papa compatriota: los dos pudimos hacer preguntas.
Transcribir la hora y veinte de preguntas y respuestas-arduo trabajo que nos dejó a muchos sin dormir-, significaría un libro. Aquí, algunas de las más trascendentes.
La mía fue en nombre de los 50.000 argentinos que me encontré en Río de Janeiro y me decían ‘vas a viajar con el Papa, pregúntale cuándo va a venir a la Argentina'. Y como ya dijo que no va a viajar por el momento, entonces le voy a hacer una pregunta más difícil:
-¿Se asustó cuando vio el informe Vatileaks?
-No. Les voy a contar una anécdota sobre el informe Vatileaks. Cuando fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: 'en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice ta, ta, ta…' ¡Lo tenía todo en la cabeza! Pero no, no me asusté. Es un problema grande, pero no me he asustado.
- Una pregunta un poco delicada. La historia de monseñor Ricca ha dado la vuelta al mundo, ¿cómo va a afrontar este asunto y todo lo relacionado con el supuesto lobby gay en el Vaticano?
-Con respecto a monseñor Ricca, he hecho lo que el derecho canónico manda hacer, que es la investigación previa. Y esta investigación no dice nada de lo que se ha publicado. No hemos encontrado nada. Pero yo querría agregar una cosa: muchas veces en la Iglesia se va a buscar los pecados de juventud y se publican. Y hablo de pecados, no delitos como los abusos de menores. Pero si una persona -laica, cura, o monja- comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Lo importante es hacer una teología del pecado. Muchas veces pienso en San Pedro: hizo de los peores pecados, renegar de Cristo. ¡Y con ese pecado lo hicieron Papa!
-¿Y el lobby gay?
-Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontré con ninguno que me dé el carnet de identidad en el Vaticano donde lo diga. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque ningún lobby es bueno. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy linda esto. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby.
-Ha dado la vuelta al mundo la fotografía de usted que sube la escalerilla del avión llevando un portafolio negro… ¿Qué había adentro?
-No estaba la llave de la bomba atómica (risas). Lo llevaba porque siempre lo hice cuando viajo. Adentro está la afeitadora, el breviario, la agenda, un libro para leer, que es uno sobre Santa Teresina, de la que soy devoto. Siempre llevo el portafolio cuando viajo, es normal. Debemos habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida.
-La sociedad brasileña ha cambiado, los jóvenes han cambiado. Usted no ha hablado sobre el aborto ni sobre el matrimonio ente personas del mismo sexo. En Brasil se ha aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y otra que contempla los matrimonios entre personas del mismo sexo. ¿Por qué no ha hablado sobre eso?
-La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre eso, como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira u otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos. Además los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.
-¿Pero cuál es su postura en esos temas?
-La de la Iglesia, soy hijo de la Iglesia.
-¿Cómo se siente siendo Papa? ¿Es feliz?
-Hacer el trabajo de obispo es una cosa linda. El problema es cuando uno busca ese trabajo, eso no es tan lindo, eso no es del Señor. Existe siempre el peligro de creerse un poco superior a los otros, no como los demás, un poco príncipe… Son peligros y pecados. Pero el trabajo de obispo es lindo, es ayudar a los hermanos a avanzar. El obispo delante de los fieles para señalar el camino, el obispo en medio de los fieles para ayudar a la comunión, el obispo detrás de los fieles porque los fieles con frecuencia tienen el olfato de la calle. Me preguntaba si me gusta… Sí, me gusta ser obispo. En Buenos Aires fui muy feliz. El Señor me asistió en eso. Como obispo fui feliz, como sacerdote fui feliz. En ese sentido me gusta.
-¿Y le gusta ser Papa?
-Sí, también. Cuando el Señor te pone ahí, si tú haces lo que el Señor te pide eres feliz. Eso es lo que siento.
-¿Está cansado?
-No estoy casado, yo soy single (risas)
-Cuando se reunió con argentinos, un poco en broma y un poco en serio dijo que a veces se siente enjaulado…
-¿Usted sabe la de veces que tuve ganas de pasear por las calles de Roma? Porque a mí me gusta andar por las calles, me gustaba tanto y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero debo decir que los de la Gendarmería vaticana son buenos, son realmente buenos y yo les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cuantas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Enjaulado en ese sentido, de que a mí me gusta andar por la calle, pero entiendo que no es posible, lo entiendo. Lo dije en ese sentido. Porque, como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote callejero.
-¿Por qué usted pide tan insistentemente que se rece por usted?
-Yo siempre pedí esto. Empecé a pedirlo con cierta frecuencia en el trabajo de obispo. Siento que si el Señor no ayuda en este trabajo, para que el pueblo de Dios vaya hacia adelante, uno no puede. Yo me siento de verdad con tantos límites, con tantos problemas, también pecador. Debo pedir esto, me sale de adentro. También a la Virgen le pido que rece por mí al Señor. Es una costumbre que me viene de fuera, también de la necesidad que tengo por mi trabajo. Siento que debo pedirlo. Es así.
-¿Qué piensa de ordenación de las mujeres?
-En cuanto a la ordenación de las mujeres la Iglesia ha hablado y dice no. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor a través de una profundización de la Teología de la mujer.
- ¿Siendo Papa, todavía se siente jesuita?
-Es una pregunta teológica porque los jesuitas hacen votos de obediencia al Papa. Pero si el Papa es jesuita, quizás tiene que hacer voto de obediencia al Padre General de los Jesuitas, no sé cómo se soluciona esto. Yo me siento jesuita en mi espiritualidad. No cambié espiritualidad, sigo pensando como jesuita, no hipócritamente, pero pienso como jesuita.
-A cuatro meses de su pontificado, ¿nos puede hacer un pequeño resumen? ¿Qué ha sido lo mejor, lo peor y qué le ha sorprendido más en este periodo?
-De verdad, no sé cómo responder a esta pregunta. Cosas malas no ha habido. Cosas buenas, sí. Por ejemplo, el encuentro con los obispos italianos. Fue muy lindo. Una cosa dolorosa, que me ha golpeado el corazón, fue la visita a la isla de Lampedusa. Cuando llegan estas barcas, los dejan a algunas millas de distancia de la costa y ellos tienen que llegar solos. Ha sido doloroso porque pienso que estas personas son víctimas del sistema socioeconómico mundial. Pero la cosa peor [tono de broma] fue una ciática, de verdad, la tuve en el primer mes. Fue dolorosísimo. No se la deseo a nadie.
-A usted le gustaba mucho la Argentina y llevaba muy en el corazón a Buenos Aires. Los argentinos se preguntan si usted no extraña ir en colectivo, andar por la calle…
-Sí, Buenos Aires me falta. Pero es una falta serena.
Estábamos a 20 minutos del aterrizar, con las manos hundidas en la computadora y volvió a aparecer él, Francisco. Volvió a saludar y agradecer a todos con una sonrisa. Le dije: “Padre Jorge, se pasó de rosca, nos hizo trabajar demasiado”. “Ustedes se lo buscaron, lo quisieron”, me contestó.
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