Intrigas vaticanas: en una decisión drástica, el papa Francisco le sacó los fondos a la Secretaría de Estado
ROMA.- En un nuevo golpe de timón brutal y con el objetivo de que nunca más se desaten escándalos financieros como el que sacude en este momento al Vaticano, el Papa decidió sacarle los fondos a la Secretaría de Estado, un verdadero revés para el organismo hasta ahora más poderoso de la curia romana, la administración central de la Iglesia católica.
La decisión, sin precedente y anunciada hoy, fue un golpe durísimo para la Secretaría de Estado, que pierde así un privilegio y prerrogativa casi ancestral, que se encuentra en el ojo de la tormenta desde la salida a la luz, el año pasado, de operaciones financieras turbias y malversación de fondos reservados, que en 2014 fueron utilizados para un desastrosa inversión inmobiliaria en Londres, que se encuentra bajo investigación de la magistratura del Vaticano.
En este marco varios funcionarios –dos laicos y dos monseñores- fueron removidos y en otra movida que causó un terremoto interno, el 24 de septiembre pasado fue defenestrado el antes influyente cardenal italiano Angelo Becciu, que entre 2011 y mediados de 2018 fue sustituto de la Secretaría de Estado, el número tres de la Santa Sede. El Papa obligó a Becciu, de 72 años, a renunciar a su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y a sus derechos cardenalicios: aunque no perdío el título, ya no podrá participar de un eventual cónclave.
Al margen de la fallida inversión en Londres, Becciu se vio complicado por supuestos giros de fondos de la Secretaróa de Estado –un "tesoro" nunca puesto en el balance, hasta ahora intocable- a algunos de sus hermanos, así como a una mujer –Cecilia Marogna, apodada la "dama del cardenal"-, que asegura haber ofrecido servicios de inteligencia para rescatar a curas secuestrados por el mundo, pero que realizó compras de objetos de lujo. En un clima de intrigas pocas veces visto y con detalles que salen a la luz casi a diario en la prensa italiana, Marogna fue arrestada en Milán hace unas semanas, luego obtuvo libertad condicional y espera ser extraditada al Vaticano.
La noticia de que la Secretaría de Estado ya no dispondrá de fondos de ningún tipo –ni reservados, ni formados por el denominado Óbolo de San Pedro, que incluye donaciones de fieles de todo el mundo al Santo Padre, para su misión-, llegó de la mano de la Sala de Prensa de la Santa Sede, pasado el mediodía.
Su director, Matteo Bruni, informó que ayer, en una reunión junto al cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, su sustituto, el venezolano Edgar Peña Parra, el secretario general del Governatorato, el español Fernando Vergez -que durante años fue secretario privado del fallecido cardenal argentino Eduardo Pironio y es hombre de enorme confianza del Papa-, el presidente del Apsa (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), el obispo italiano Nunzio Galantino y el padre jesuita Antonio Guerrero Alves, prefecto de la Secretaría para la Economía, el Papa decidió poner en acto este "traspaso de la gestión administrativa de los fondos de la Secretaría de Estado al Apsa y de su control a la Secretaría de Economía".
En la misma reunión Francisco creó una "comisión de traspaso y control", que ya entró en función para llevar a cabo, en los próximos tres meses, lo que dispuso una carta que le envió a Parolin el 25 de agosto pasado. La comisión quedó formada por todos los asistentes a la reunión, menos Parolin y el Papa.
En la misiva a él dirigida, difundida por el Vaticano, luego de reiterar que el objetivo de la reforma económica emprendida es "una gestión más evangélica, eficiente y transparente" y pese a destacar el rol, específico e "indispensable" de la Secretaría de Estado, el Papa certificó el fin absoluto de su manejo de cualquier tipo de fondos.
"Es mi voluntad que en el futuro la Secretaría de Estado transfiera al Apsa la gestión y administración de todos los fondos financieros y del patrimonio inmobiliario", indicó el exarzobispo de Buenos Aires, mencionando también el escándalo estallado al salir a la luz una oscrua inversión del orden de unos 300 millones de euros en un edificio en Londres, realizada en 2014. "Una especial atención merecen las inversiones realizadas en Londres y el fondo Centrurion, de los cuales es necesario salir lo antes posible o, al menos, actuar de manera tal de eliminar todos los riesgos relativos a la reputación", afirmó.
Para salir de una inversión errada, que le hizo perder a la Santa Sede millones de euros relativos a un préstamo anterior, en efecto, en su momento la Secretaría de Estado contrató unos cuestionados brokers italianos –uno de los cuales fue arrestado por la magistratura vaticana, con la que decidió colaborar-, que cobraron comisiones millonarias, en virtuales extorsiones.
"Todos los fondos que hasta ahora fueron administrados por la Secretaría de Estado serán incorporados al balance consolidado de la Santa Sede", también dispuso el Papa, que fue más allá. Quitándole un poder discrecional que siempre había tenido, dejó negró sobre blanco que la Secretaría de Estado de ahora en más deberá operar a través de un "budget, aprobado a través de los mecanismos habituales, con los procedimientos propios solicitados a cualquier dicasterio, salvo por lo relativo a materias reservadas que están bajo secreto, aprobadas por la comisión nombrada a este fin".
De ahora en más será el padre jesuita Guerrero, al frente del super ministerio de Economía del Vaticano, quien tendrá bajo su control los manejos de dinero de la Secretaría de Estado, como ya lo hacía con los demás entes de la curia romana, recordó Francisco. "Esto comporta que la Secretaría de Estado, manteniendo sus competencias propias en todos los ámbitos, en materia económica y financiera no tendrá responsabilidad de vigilancia y control de ningún ente de la Santa Sede, ni de aquellos relacionados", explicó. "Teniendo en cuenta de que la Secretería de Estado no deberá administrar ni gestionar patrimonios, será oportuno que redefina su propia Oficina Administrativa, o evalúe la necesidad de su existencia", agregó, lapidario.
Mientras los magistrados del Vaticano siguen preparando un proceso aquí comparado con el Mani Pulite, que probablemente verá en el banquillo a varios funcionarios de la Secretaría de Estado, la movida del Papa causó mucho ruido interno. Alguien la interpretó como una nueva némesis del cardenal australiano George Pell, exzar de las finanzas del Vaticano, condenado por pedofilia, pero luego absuelto, recién vuelto al Vaticano, que en su momento había querido poner bajo su control el "tesoro" de la Secretaría de Estado. Y confirmó su determinación a seguir adelante en la limpieza, caiga quien caiga.
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