Golpes bajos y apatía en las elecciones de Bolivia
SANTA CRUZ DE LA SIERRA.- Buen político, según el presidente de Bolivia, Jorge Quiroga, es aquel que en el gobierno vota rápido y en la oposición habla mucho. Es aquel que, pragmático, se adapta a las circunstancias, simpatizando con Brasil en el Mundial, por ejemplo, porque los madrugones frente al televisor significan mayor consumo de gas boliviano. Y es aquel que, como en su caso, admite que no podrá capitalizar en los comicios del domingo una popularidad superior a la media de la región (del orden del 60%, dicen sus allegados) por trabas constitucionales: está vedada la reelección.
En la cumbre de la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA), Quiroga habló como si en Bolivia no hubiera comicios: se centró en la lucha contra la corrupción y contra la evasión impositiva, la erradicación de las plantaciones de coca, la apertura comercial y la demanda por los subsidios y los aranceles que aplican los países desarrollados.
Quiroga, de 41 años, presidente desde que el finado Hugo Bánzer renunció por enfermedad en agosto de 2001, sabe que no podrá aspirar a la presidencia hasta 2007. Lapso en el cual Manfred Reyes Villa, un populista con aspecto de actor de Hollywood de los 40, podría ser su sucesor: viene marchando en punta en encuestas tan cambiantes como el humor de la campaña. No es un desconocido, pero tampoco proviene del riñón tradicional.
"Puede ser un Chávez de derecha -dice a LA NACION una fuente gubernamental-. Ha sido muy pragmático. Participó en la dictadura de García Meza y después estuvo en cuatro partidos hasta que fundó el Movimiento Bolivia Libre (MBL), con el cual ganó la alcaldía de Cochabamba y respaldó al general Bánzer."
Bánzer murió hace poco. Manfred a secas, como lo llaman todos, aventaja con un 27% de intención de voto a los ex presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), con un 13%, y a Jaime Paz Zamora, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), con un 12%. De ahí que, en la última semana, hayan surgido rumores de posibles alianzas que, en principio, liquidarían de antemano el asunto.
El dueño del circo
En cuarto lugar está el dirigente cocalero Evo Morales, líder indígena de los cocaleros del Chapare y candidato por el Movimiento al Socialismo (MAS). Quien, después de haber sido el primero en cerrar su campaña, avanza en las encuestas. Una advertencia: si crece en forma proporcional con un eventual descenso de Manfred, podría forzar una segunda vuelta. El ganador, de hecho, necesita más del 50% de los votos.
Morales, acompañado en la fórmula por Ernesto Peredo, hermano de uno de los lugartenientes del Che Guevara durante la guerrilla boliviana de 1967, está enfrentado con el embajador norteamericano, Manuel Rocha, ex agregado de negocios en Buenos Aires. Lo desafía, tildándolo de dueño del circo, a un debate por TV en el cual contrarrestaría la política antidrogas de los Estados Unidos y el neoliberalismo regional.
En general, la campaña, signada por la apatía de la gente y los golpes bajos, ha sido cambiante y, por momentos, agresiva. Con trapos sucios al sol frente a la irrupción de la Nueva Fuerza Republicana (NFR), de Manfred. A tono con ello, las encuestas han ido variando: de un 41% en su favor a un 27% en apenas dos semanas. Sobre todo, por su pasado a la sombra de García Meza y por acusaciones sobre presuntos vínculos con la secta Moon.
Los problemas, sin embargo, pasan por otro lado: los reclamos de mayor participación de los indígenas con miras a incluirlos en la Constitución, así como un paquete agrario con matices de reforma. Con ellos lidia Quiroga después de 37 días de marchas que culminaron en La Paz, al igual que con los bloqueos de rutas provocados por trabajadores mineros en demanda de mayores beneficios y de devoluciones de aportes, y con una huelga de dos semanas de ahorristas frente a la Superintendencia de Bancos.
Clima enrarecido, no frecuente en vísperas de elecciones en Bolivia. Las quintas consecutivas después del retorno de la democracia, en 1982. Lema de todo buen político, según el presidente de El Salvador, Francisco Flores, debería ser hablar poco, de modo de ser reelegido. Lo dijo en la cumbre de la UPLA, foro que reúne a los partidos liberales y conservadores, preocupados por Lula en Brasil y por Chávez en Venezuela, mientras Quiroga, a su vez, aplica su propia fórmula: jurar con la derecha, pensar con la cabeza (el centro) y sentir con el corazón (la izquierda). Corazón y pases cortos en términos futbolísticos. Y paciencia. Hasta dentro de cinco años.
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