Guerra Rusia-Ucrania: La Haya desarma el relato ruso y le ordena a Moscú “suspender inmediatamente” la invasión

PARÍS.– Nada parece inmutar a Vladimir Putin, y mucho menos la condena internacional. El autócrata del Kremlin permaneció imperturbable ante la orden de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, máximo tribunal de Naciones Unidas, de “suspender inmediatamente” sus operaciones militares en Ucrania, así como la exclusión de su país del Consejo de Europa (CE), garante del Estado de derecho en el continente. Aunque quizás no haya recibido con la misma indiferencia el anuncio de la OTAN que seguirá reforzando su presencia en el Este de Europa.

“La Federación de Rusia debe suspender inmediatamente las operaciones militares que comenzó el 24 de febrero de 2022 en territorio ucraniano”, declaró en La Haya, Joan Donoghue, jueza presidenta de la CIJ. “Esta corte es consciente de la magnitud de la tragedia humana en Ucrania” y está “profundamente preocupada por el empleo de la fuerza rusa, que plantea problemas muy graves de derecho internacional”, agregó.

La CJI intervino en el marco de un procedimiento de urgencia lanzado hace pocos días por Kiev, que solicitó al más alto tribunal de Naciones Unidas ordenar a Moscú el cese inmediato de su invasión. El gobierno ucraniano estima que Rusia justificó en forma ilegal su guerra, invocando falsamente un genocidio contra las poblaciones rusoparlantes de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk.

Moscú se negó a comparecer en las audiencias de la CIJ, el 7 y 8 de marzo. Pero, en un documento escrito, rechazó la competencia de la corte para pronunciarse sobre la aplicación de la Convención sobre Genocidio de 1948, sobre la cual Kiev fundó su reclamo, y argumentó, una vez más que su presencia en Ucrania es un acto de “legítima defensa”.

Si bien todas esas excusas fueron rechazadas por la CIJ, que siguió adelante con el caso hasta la sentencia, la misma habrá sido pronunciada en forma simbólica. Las decisiones de la alta corte son vinculantes y sin apelación, pero la CIJ no tiene forma de hacerlas respetar. Tratándose de un órgano de Naciones Unidas, el derecho a veto de Rusia en el Consejo de Seguridad podría impedir cualquier intento de la organización internacional de hacerla respetar.

Por su parte, el Consejo de Europa puso fin a 26 años de adhesión de Rusia a ese organismo, garante del Estado de derecho en el continente. La exclusión fue decidida por su órgano ejecutivo, un día después de la votación consultativa de la Asamblea Parlamentaria del Consejo (APCE) en la ciudad francesa de Estrasburgo.

Para demostrar su desdén, pocas horas antes, Moscú había anunciado oficialmente que se retiraba del organismo al cual adhirió en 1996. Rusia había sido suspendida desde el 25 de febrero, un día después de lanzar su ofensiva en Ucrania.

Como consecuencia, Rusia saldrá de la Convención Europea de los Derechos Humanos, privando a sus 145 millones de ciudadanos de un acceso a la Corte Europea de Derechos Humanos. Esta última anunció que suspendía “el examen de todas las solicitudes” contra ese país.

En Bruselas, los ministros de Defensa de los 30 países miembros de la OTAN —más Suecia y Finlandia— se reunieron nuevamente para analizar la situación con su homólogo ucraniano, presente en videoconferencia desde Kiev. En la agenda del Consejo del Atlántico Norte: el “reset de la posición militar” de la organización, indicó su secretario general Jens Stoltenberg.

“La invasión rusa de Ucrania y su integración militar con Belarús crean una nueva realidad en materia de seguridad en el continente europeo”, dijo.

Los aliados del “flanco este” de la OTAN solicitan, en efecto, un refuerzo de su defensa colectiva. Y esta “está en curso”. Unos 300 soldados belgas fueron desplegados la semana pasada en Rumania, donde su incorporaron al batallón 27 de cazadores alpinos del ejército francés que, con más de 500 hombres, piloteará la operación. Soldados holandeses completarán ese dispositivo, activado en el marco de la Fuerza de Reacción de la Alianza, pues Rumania comparte una frontera terrestre de 600 kilómetros con Rumania.

El mes que viene, esa presencia debería ser “perennizada” respondiendo a la política de mantener una “presencia reforzada de la OTAN en el este”. Se trata de esos batallones multinacionales de la OTAN instalados en los países Bálticos y en Polonia inmediatamente después de la anexión rusa de Crimea en 2014, que ahora quedarán desplegados en forma permanente.

Vecinos de Ucrania

Esos grupos tácticos ya fueron reforzados en las últimas semanas y dispositivos similares están previstos en Eslovaquia y Hungría, también vecinos de Ucrania, y en Bulgaria, frente al mar Negro.

“Hay actualmente centenares de miles de fuerzas en alerta reforzada en toda la Alianza: 100.000 soldados estadounidenses en Europa y algo más de 40.000 bajo comando directo de la OTAN, principalmente en la parte oriental de la Alianza”, advirtió Stoltenberg, en un mensaje velado a Moscú. Esas fuerzas están apoyadas “por un importante poderío aéreo y naval, así como por defensas aéreas”, prosiguió.

Esto, a corto plazo. Pero “no es todo”, insistió la embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, Julianne Smith, quien recordó la determinación de Washington de “defender cada cm2″ de los 30 países de la organización.

El “reset” también concierne el mediano y el largo plazo. De modo que otras “opciones” serán presentadas por las autoridades militares de la Alianza para ser aceptadas por la cumbre “regular” de la OTAN a fines de junio en Madrid.

Esa ambición llega acompañada de una certeza —y de un gran desafío— para la organización:

“Ese refuerzo mayor de nuestra defensa necesitará un aumento importante del aporte financiero de cada país miembro”, dijo Stoltenberg.

En todo caso, en este terreno también Vladimir Putin parece haber logrado todo lo contrario de lo que se proponía: hacer pasar la Alianza Atlántica de “un estado de muerte cerebral” —como la calificó el presidente francés, Emmanuel Macron, durante la presidencia de Donald Trump— a un bloque unido como nunca, desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962.