Ignorar riesgos que frenaron a otros líderes, un patrón de Donald Trump
WASHINGTON (AP).- Donald Trump no fue el primer presidente norteamericano que tuvo al general iraní Qassem Soleimani en la mira, pero fue el primero en apretar el gatillo.
Es un patrón que se repite desde que Trump asumió la presidencia. En un amplio espectro de temas de seguridad nacional, desdeña las mismas advertencias que a sus predecesores de ambos partidos los hacían pensar dos veces.
A veces pareció simplemente deseoso de abrazar más riesgos. Otras, directamente cuestionó la validez de esas advertencias, incluso las de los expertos de su propio gobierno, y se enorgulleció públicamente de hacerlo.
Cuando Trump mudó la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, una promesa que varios otros hicieron y nadie se atrevió a concretar, fue en contra de la recomendación de sus asesores, quienes le advirtieron que solo caldearía la situación en Medio Oriente.
Cuando se convirtió en el primer presidente norteamericano en poner pie en Corea del Norte, lo hizo a pesar del consejo de quienes aseguraban que le estaba entregando un triunfo simbólico al régimen de Pyongyang, y sin nada a cambio.
Los partidarios de Trump apoyan su decisión de actuar allí donde otros no lo harían y dicen que aportó una mirada empresaria fresca a problemas que parecían insolubles. Pero su abordaje de alto riesgo suscita preocupación en los demócratas y también en algunos republicanos, que temen que al presidente le importen más las ganancias a corto plazo que el impacto a largo plazo de sus acciones.
"Trump piensa que la política exterior es un reality show y que si no hay consecuencias devastadoras al día siguiente, nunca las habrá -dice Ben Rhodes, viceconsejero en seguridad nacional del gobierno de Obama-. Pero en algunos casos esas consecuencias ya llegaron, en otros están llegando, y la situación empeora progresivamente".
La decisión de Trump de desentenderse del pensamiento convencional es un rasgo distintivo de su carrera política. Al ingresar en el último año de su primer mandato, sus colaboradores y aliados lo describen como un hombre cada vez más envalentonado para actuar guiado por sus instintos.
El presidente ya marginó a la camarilla de asesores que se consideraban los "moderadores" de sus impulsos, y otros, como el exsecretario de Defensa Jim Mattis, renunciaron por su desacuerdo con su proceso de toma de decisiones.
El enfoque de seguridad nacional adoptado por Trump quedó moldeado en parte por la respuesta a una de sus primeras medidas importantes: los ataques aéreos contra Siria en 2017, pocos meses después de asumir la presidencia, en represalia por el uso de armas químicas. Trump quedó encantado cuando tanto republicanos como demócratas celebraron su decisión, de la que Obama se había retractado.
En 2013, Obama había frenado los planes del ataque, en parte por temor a arrastrar a Estados Unidos a un conflicto más amplio. Eso no ocurrió después del ataque dirigido de Trump, pero Siria sigue en un atolladero y Estados Unidos sigue teniendo una pequeña presencia militar en ese país.
Las consecuencias de las impulsivas decisiones de política exterior de Trump han sido mixtas. Y el año pasado el presidente enfrentó un feroz rebote dentro de su propio partido cuando anunció súbitamente el retiro de las tropas norteamericanas de Siria, despejando el camino para que Turquía lanzara una ofensiva contra las fuerzas kurdas aliadas de Estados Unidos. Al principio, Trump se aferró a su decisión, pero finalmente dio marcha atrás.
Los críticos del presidente afirman que la orden del ataque selectivo contra Soleimani sería su decisión más peligrosa hasta el momento.
Tanto Barack Obama como George W. Bush desestimaron en su momento la posibilidad de matar a Soleimani. Hasta los asesores de Trump reconocen los riesgos de una represalia iraní, que podría arrastrar a Estados Unidos y a Irán a un conflicto militar directo.
"Un día de estos se va a hundir él mismo en una crisis real y sin vuelta atrás -dice Marie Harf, asesora del exsecretario de Estado John Kerry-. El magnicidio de Soleimani podría convertirse en la jugada irresponsable de Trump que finalmente nos meta en una guerra a gran escala".
Para los partidarios de Trump, sin embargo, esas lucubraciones no son más que una respuesta exagerada a una decisión justificada.
Traducción Jaime Arrambide