La Casa Blanca cambia de estrategia y presiona a Caracas para negociar

CARACAS.- La administración de Donald Trump confirmó ayer el giro brusco de su estrategia ante el atornillamiento de Nicolás Maduro al frente de Venezuela: una apuesta explícita por la "transición negociada" frente a los llamados a la intervención procedentes de sectores radicales de la oposición. El cambio se analizaba en la Casa Blanca desde hacía semanas, pero la contundencia del comunicado, emitido por el Departamento de Estado, sorprendió de inmediato, tanto fuera como dentro del país.

"Una rápida transición negociada a la democracia es la ruta más sostenible y efectiva hacia la paz y la prosperidad en Venezuela", precisó Mike Pompeo, secretario de Estado. Estados Unidos establece incluso una hoja de ruta para descartar por completo el uso de la fuerza. El primer escalón de lo que hoy es una escalera imposible sería la conformación negociada de un gobierno de transición "ampliamente aceptable", cuya función sería preparar las elecciones presidenciales y parlamentarias para finales de 2020 "genuinamente libres y justas".

El Departamento de Estado especifica cuáles son sus exigencias de cara a estos comicios, todas ellas muy alejadas hoy de la realidad venezolana.

Comienza por la confección de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), elegido por la Asamblea Nacional (AN), tal y como dicta la Constitución. Desde que en el año pasado Maduro diera por terminadas de forma abrupta las negociaciones de Oslo y Barbados con la oposición para imponer posteriormente una mesa de diálogo con grupúsculos dóciles al poder, el CNE se convirtió en el principal punto de esta iniciativa. Un futuro CNE cuya designación levanta más dudas si cabe tras la toma a la fuerza del Parlamento democrático y la imposición de un grupo de diputados "traidores", expulsados de sus partidos por "venderse" a millonarios empresarios ligados al chavismo.

Pompeo quiere unos comicios abiertos a todos los partidos y candidatos, cuando los cuatro partidos opositores más importantes están proscriptos, sus principales líderes inhabilitados y la tarjeta electoral de la Unidad Democrática suprimida.

Washington también solicita la "observación electoral independiente, sin restricciones indebidas", un nuevo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) independiente y un acceso ilimitado de los medios a fuentes de noticias independientes en medio de la actual censura y persecución para imponer la hegemonía mediática bolivariana.

La tan concluyente toma de postura de Washington sucede sólo horas después de que Vente Venezuela, partido de oposición radical liderado por María Corina Machado, propusiera combatir "con la fuerza" la presencia en Venezuela del "terrorismo internacional". Ese grupo culpa a Juan Guaidó de impedir una supuesta acción de fuerza de los aliados contra el gobierno de Maduro.

El giro táctico norteamericano fue tan brusco que el vicepresidente legislativo Juan Pablo Guanipa, que estaba ayer ofreciendo unas declaraciones a la prensa cuando se conoció el comunicado, tuvo que improvisar ante las preguntas de los reporteros e insistir en ejercer "la presión suficiente que nos permita estar en una situación en la que una negociación sirva para que Maduro salga". Desde la oposición se cree que sólo ejerciendo mecanismos de presión, dentro y fuera del país, se alcanzaría una negociación favorable para Venezuela.

Esta semana, Elliot Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, entonó su mea culpa y reconoció que el gran error estratégico de Washington fue infravalorar el apoyo de Cuba y Rusia al régimen bolivariano. Ambos funcionarios de Trump sugieren que la lucha por la recuperación democrática de Venezuela va para largo.

Estados Unidos volvió a mostrar su apoyo a Guaidó esta semana, al reconocerlo como presidente de la AN tras el golpe legislativo protagonizado por el chavismo. Maduro respondió a la "injerencia" con un nuevo exabrupto, tildando a Pompeo de ser un "payaso fracasado".