La Casbah, tierra de nadie en la capital de Argelia
Terror: el GIA y el Frente Islámico de Salvación se disputan el dominio de un barrio que albergó alguna vez a la corte del sultán.
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ARGEL, 7.- En la jerga argelina se los llaman "hitiste", un derivado de "hit" (pared, en árabe), sin traducción posible. En español, el término más gráfico podría ser "apoyaparedes". Son esa legión de hombres, casi todos menores de 20 años, que no tienen otra cosa que hacer que estar apoyados en los muros de Argel, esperando nada y con todo el tiempo del mundo. Son el paisaje de la apatía.
La generalizada presencia de los "apoyaparedes", silenciosa y amenazadora, es otro de los dramáticos contrastes de Argelia, un país rico que, sin embargo, no logra dejar de producir pobres.
El centro de Argel, asomado al Mediterráneo, es un caos de tránsito, con peatones siempre apurados que atestan las calles, invariablemente sinuosas. El carácter arquitectónico del lugar es eminentemente francés (la colonización, iniciada en 1830, lamentablemente dejó pocos vestigios de la construcción anterior).
Las excepciones son unas cuantas mansiones del período turco, que se inició en el siglo XVI, cuando el célebre pirata Barbarroja, tras haber ocupado la ciudad, pidió la protección del sultán de Constantinopla, que lo nombró bey (gobernante).
De urbe real a caserío
Durante los años de ocupación otomana la ciudad prosperó y la gran Casbah, una urbe cavernosa construida en la colina que domina la bahía, se convirtió en la residencia oficial de los sucesivos delegados del sultán y de su corte.
Hoy, la Casbah está cercada por fuerzas de seguridad y ningún extraño se aventura a entrar en ella sin custodia. Los nacionalistas argelinos recuerdan, no sin orgullo que las tropas francesas, durante la colonia (1830-1962) nunca pudieron dominar el lugar, plagado de pasadizos y túneles.
Las pintorescas viviendas parecen haber sido arrojadas, como dados, sobre la colina, dejando que se amontonaran unas sobre otras, separadas apenas por callecitas de piedra donde no puede entrar ningún vehículo (tanto el transporte de las mercaderías como el de la basura se hace actualmente a lomo de burro).
El aire de la Casbah está surcado por un persistente olor. En la atmósfera se mezlan los aromas de especias, de frituras cocinándose y de pan tostado.
Coronando la escalera que da entrada al lugar, atestado de "apoyaparedes", se levanta la mezquita de Ketchaova, construida en el siglo XII y convertida en Iglesia por los franceses en 1930. Tras el triunfo de la revolución nacionalista en 1962 volvió al culto islámico.
Un laberinto de temor
De la mezquita para adentro, la Casbah se descubre como una jungla de cemento sórdida e insegura, donde coexisten, y a veces se prestan servicios, terroristas islámicos, delincuentes comunes, marginales y gente pobre y honesta que no tiene medios para irse del lugar.
Hace dos años, en este barrio de laberínticos peligros, murió un periodista de la televisión francesa. Un año más tarde, dos agentes policiales fueron degollados cuando, por la estrechez de las calles, el grupo en el que iban tuvo que alinearse de a uno. Como en la repetida escena de los dibujos animados, los dos últimos, sin que nadie lo advirtiera, desaparecieron para ser carneados por los dementes del Grupo Islámico Armado (GIA).
Un barrio, dos reyes
El GIA, célebre en el mundo por sus increíbles carnicerías de civiles, no es dueño absoluto de la Casbah. Se disputa el control con los integristas del Frente Islámico de Salvación, alguna vez integrantes de sus, ahora, contrincantes.
Las filas de unos y otros se nutren, generalmente, de las frustraciones sistemáticas de los "apoyaparedes", que ven en el discurso religioso la salida que ningun otro sector se ha dignado a proporcionarles.
Para lograr su camino a través de la Casbah, el gobierno argelino (que insiste en que tiene todo el territorio bajo control y que es un mito lo de las zonas inseguras), incorporó a los cuatro custodios personales del cronista, a otros cinco agentes especializados en lucha antiguerrillera y emplazó dentro del lugar a una cantidad imprecisa de efectivos, permanentemente comunicados por radio.
El despliegue, por supuesto, no pasa inadvertido y suscita miradas entre curiosas y hostiles. En una esquina contigua a un viejo baño turco, un numeroso grupo de "apoyaparedes", con una cordialidad más próxima al desafío, invita a sacar una foto. Cuando se acomodan y posan, aparecen, sonrientes, al lado de un graffiti del GIA.
Otras 16 víctimas del integrismo
ARGEL, 7 (AP).- Hombres armados rodearon durante la noche varias viviendas al sur de Argel y degollaron a sus 16 ocupantes mientras dormían, dijeron testigos.
Ningún grupo se atribuyó la matanza del domingo, pero parece haber sido obra del Grupo Armado Islámico, la facción más extremista en la lucha armada que contra el gobierno inició la oposición hace cinco años y medio.
Mientras tanto, el comandante regional de un grupo insurgente rival pidió a las autoridades argelinas que cumplan las promesas que formularon a cambio de una tregua adoptada el 1ºde octubre por el Ejército Islámico de Salvación, brazo armado del Frente Islámico de Salvación.
"Aguardamos el cumplimiento de las promesas y compromisos formulados por las autoridades", indicó un comunicado firmado por el emir Hamoudi Boudjenana, comandante de la zona oriental del Ejército Islámico de Salvación. Aunque el comunicado llevaba fecha del 30 de septiembre, fue recibido hoy por la oficina en París de AP.
El comunicado pidió a las fuerzas de Boudjenana que acepten la tregua anunciada por el comandante general del grupo, Madani Mezerag.
La tregua fue fruto de las negociaciones con las autoridades, aunque se desconoce lo que podrían haber obtenido los insurgentes a cambio de deponer las armas.
Y la tregua no dio indicios de que haya interrumpido los derramamientos de sangre, centrados en la zona de Argel, el reducto del GIA.
División
El Frente de Salvación Islámica pareció dividirse hoy cuando seguidores de su fundador, Abassi Madani, acusaron a dirigentes exiliados de rendirse al gobierno y fundar una organización rival en el extranjero.
El dirigente musulmán Ahmed Zaoui, quien reside en Bruselas, anunció la formación de un Consejo de Coordinación del Frente Islámico de Salvación (FIS), después de que la dirigencia de la organización en Alemania respaldó una tregua decretada por el Ejército Islámico de Salvación, brazo armado del grupo.
En un comunicado, Zaoui acusó a la dirigencia exiliada del FIS de mantener contactos sospechosos con el gobierno del presidente Liamine Zeroual.




