Las horas críticas de Sebastián Piñera: abandonos, baja popularidad y un país que sigue polarizado
La imagen del presidente llegó a un mínimo histórico tras la aprobación del tercer retiro de los fondos de pensiones, proyecto al que se opuso y que fue votado por algunos de sus legisladores
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SANTIAGO, Chile.- Recluido en su oficina del segundo piso del Palacio de La Moneda y en sus horas más críticas al mando del gobierno, el presidente chileno Sebastián Piñera continúa explorando fórmulas para intentar revertir un escenario adverso. Un trance con múltiples aristas que abarcan lo político, social, económico y sanitario, y que lo tienen con apenas un 9% de aprobación, el más bajo de su segundo periodo.
Esta semana, el jefe de Estado experimentó una dura derrota política luego que el Tribunal Constitucional rechazara un requerimiento del Ejecutivo para bloquear un tercer retiro del 10% de los fondos privados previsionales, una idea que emergió desde la oposición como un mecanismo para enfrentar la crisis económica. Luego de semanas de discusión, Piñera vio cómo representantes de su propio bloque le dieron la espalda y terminaron apoyando la propuesta, mientras el fantasma de un nuevo estallido social amenazó con desatarse si la iniciativa no fructificaba.
“Piñera fue muy terco, muy obstinado, con la idea de no apoyar el retiro y, finalmente, se originó una situación negativa para todos los actores sociales y políticos. Desde la gente, que no recibió la ayuda económica en el tiempo que la situación lo ameritaba, ni tampoco para el mandatario, que terminó enviando un propio proyecto que no fue considerado. Fue una conducta errática que minó la imagen presidencial”, dijo a LA NACION Mario Herrera, académico del centro de análisis político de la Universidad de Talca.
Consumado el revés para el mandatario, los cuestionamientos sobre disminuida influencia surgieron casi de manera paralela con varias encuestas que dieron cuenta de su hundimiento: las empresas CEP y Cadem cifraron el apoyo a Piñera en un 9%, y el sondeo de Data Influye estableció un 7%. Su rechazo también aumentó y se posicionó cerca del 74%.
Por ello, la discusión sobre la gobernabilidad de Piñera también tomó fuerza en los últimos días. Sin apoyo -como quedó demostrado- de instituciones como el Congreso, la Contraloría General de la República, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional, desde su propio sector surgieron voces críticas sobre el rol del mandatario y cómo su legado ya quedó en entredicho por el colapso de su imagen. Sectores de oposición, en tanto, incluso pusieron en duda que el presidente pueda finalizar su mandato e impulsaron una acusación constitucional que finalmente no prosperó.
“El presidente se jugó su capital político y trató de evitar que el Parlamento fijara la agenda política. Sin embargo, y lamentablemente para sus intenciones, su coalición fue tocada por el fallo y asumió los costos de su tozudez. Ahora debe intentar imponer su agenda, de lo contrario, no contará con respaldo suficiente y todas sus iniciativas pueden ser bloqueadas por el Congreso”, señaló Máximo Quitral, analista político y académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
Para intentar recuperar algo de terreno mientras sobrelleva su momento político más débil, Piñera tendió puentes con algunos sectores más moderados de la oposición y rostros visibles de la actual institucionalidad como representantes de las mesas directivas del Senado y la Cámara de Diputados para acelerar y masificar las ayudas sociales, otro de los aspectos por el que el gobierno ha sido foco de críticas. Todo, en medio de un clima de polarización que se acentuó antes de las elecciones del próximo 15 y 16 de mayo en el país, donde se elegirán constituyentes y otros cargos de representación popular.
“Desde un punto de vista electoral los partidos de la coalición oficialista llegan dañados a las elecciones y se comienza a dudar que alcancen al menos un tercio de los votos. Por eso, están alejándose sistemáticamente del gobierno para evitar un mal resultado en las elecciones. Al mismo tiempo, en el ambiente social y político hay una fuerte desconfianza y desprestigio de las élites”, señaló el analista político Tomás Duval.
Además de elecciones de los constituyentes que redactarán la nueva Carta Magna, ese día también se definirán los nuevos alcaldes, concejales, y gobernadores del país. El proceso, que se postergó por la suba de contagios por la pandemia de coronavirus y que se iba a realizar el 10 y 11 de abril, ha generado dudas vinculadas a diversos factores: el sanitario, por su realización durante una etapa crítica de la segunda ola de contagios por Covid-19; y el político, con la incertidumbre en los niveles de participación y la creciente polarización que vive Chile.
“Las elecciones serán de vital importancia ya que la clase política viene de tres años sin votaciones y de encierros producto de la pandemia. Esto ha generado que los partidos transiten sin conocer su peso específico y con un panorama muy fragmentado. De igual modo, y luego de esta crisis, una mirada positiva sería que los resultados de las elecciones introduzcan un efecto ordenador y aporten a la democracia”, agregó Duval.
Para Piñera, en todo caso, será una instancia en la que se prevé participará como un actor secundario y con un rol más destinado a ser garante del proceso eleccionario. Una apuesta menos ambiciosa y que se debería plasmar, para su propio beneficio, en abandonar su rol protagónico y ceder espacios a su miembros de su gabinete y al propio parlamento.
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