
Los británicos acosan a un ilusionista que cuelga sobre el Támesis
Hasta la prensa llamó a burlarse de él
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LONDRES.- En otras oportunidades, quienes observaban la más novedosa proeza del ilusionista David Blaine coincidían en que no merecía que le tiraran huevos, que lo atacaran con pelotas de golf, que lo hostigaran con lapiceras de rayo láser ni que no pudiera pegar un ojo debido al ruido de tambores que batía la gente. Pero esto le ha estado sucediendo desde el 5 de este mes.
Esto tampoco significa que su más novedoso acto de arrojo -vivir en una caja transparente suspendida por los cables de una grúa cerca de Tower Bridge- le permitiera sumar montones de nuevos admiradores entre los inconformistas británicos congregados abajo.
"Diría que no tiene mucho sentido", comentó Philip Landau, un abogado de 38 años que observaba cómo Blaine se recostaba y se paraba una y otra vez.
"No hay mucho que ver. Es como mirar a alguien sentado adentro de un cubo", añadió.
Hace 11 días, Blaine ingresó en la caja de vidrio, una estructura que mide 2,20m de altura, 2,10m de largo y 1m de ancho, dispuesto a pasar allí 44 días sin comida y sólo con agua potable. "La sensación es tan maravillosa como asombrosa", expresó.
A los 30 años, David Blaine, oriundo de Nueva York, es un mago deslumbrante que ha logrado cierto renombre con una serie de actos intrépidos, tan extravagantes como ampliamente publicitados.
Entre sus arriesgados números en los que desafía a la muerte figuraron pararse durante mucho tiempo al borde de una estructura situada a gran altura, enterrarse vivo en un ataúd de vidrio y empotrarse en un enorme cubo de hielo.
Pero nunca había tenido que afrontar ese rasgo particular del sarcasmo británico que lo considera, como Jane Moore escribió en The Sun, "un pobre tipo que en este momento se bambolea dentro de una caja de vidrio sobre el Támesis".
En The Guardian, la columnista Catherine Bennett incitó a los londinenses a sumarse a "un hilarante acto de burla por parte de la gente", tentando a Blaine con comida.
La ridiculización comenzó tan pronto Blaine inició su osada prueba. Le tiraron bananas, papas fritas y huevos, que enchastraron y chorrearon desde las paredes exteriores de su hogar transitorio.
De manera humillante, Manon von Gerken, la novia alemana de Blaine, debió ser izada por medio de otra grúa para lavar la caja de vidrio. "Me extraña que aquí la gente haya tenido necesidad de arrojar huevos y otras cosas a David. Nunca nos pasó nada parecido en Nueva York", comentó Manon a los periodistas.
Bromas pesadas
Otras bromas pesadas sobrevinieron: una camioneta de transporte de hamburguesas estacionó debajo de Blaine y de manera ostentosa comenzó a freír cebollas y otros alimentos picantes con la intención de que al ilusionista se le hiciera agua la boca. Un grupo de hombres se apostó sobre el Tower Bridge y trató, infructuosamente, de golpear la caja con pelotas de golf. Algunas mujeres se levantaban las remeras para mostrarle los pechos a Blaine.
Y quizá lo peor ocurrió cuando varios individuos en estado de ebriedad se congregaron debajo de la caja en medio de la noche y empezaron a tocar estridentemente un tambor cuando Blaine trataba de conciliar el sueño.
Los ayudantes de Blaine subieron un poco más la caja para que no estuviera tan cerca del público, tendieron una cerca con alambre de púas alrededor del sitio donde el mago está suspendido y contrataron a varios patovicas.
Dejando de lado los proyectiles, Blaine aún tiene admiradores. Más de 2 millones de personas miraron el especial de TV en el que ingresó en la caja, y el ilusionista sigue atrayendo muchos observadores leales, incluyendo uno, el otro día, disfrazado de Saddam Hussein.
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