
Milosevic, un personaje hermético cuya mayor vocación es el poder
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MADRID.- Ayer, refiriéndose a la mujer del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, Mirjana Markovic, un amigo serbio fue explícito: "Esa bruja". Conversábamos sobre el hombre responsable del destino de esa nueva guerra balcánica, un personaje hermético o, mejor dicho, impávido.
Milosevic nació el 20 de agosto de 1941 en Pozarevac, población a una hora de automóvil de Belgrado. De origen montenegrino, acabó su carrera de Derecho, fue empleado en una empresa durante la autogestión, esa especie de paleocapitalismo inventado por el entorno de Tito, y luego trabajó en un banco que lo envió a Nueva York, donde perfeccionó un dominio aceptable del inglés.
Camino a la cumbre
Solobodan Milosevic, miembro de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, tenía un solo hobby: el poder, el poder más allá de cualquier atadura principista o dogmática. Y el poder sería su vocación más auténtica.
Muerto Tito en 1980, apenas tardó nueve años en abrirse paso eliminando políticamente al que fuera su "padrino" en la liga, Ivan Stambolic, arrasando a sus cada vez más debilitados adversarios y reconvirtiendo al comunismo titoísta sin Tito en el Partido Nacionalista Serbio (PNS).
¿El atroz pasado familiar de Milosevic puede servir para entender su carácter?
Cuando tenía 21 años, su padre se suicidó. No había cumplido los 32 y también se suicidaría su madre y luego su tío, general del ejército yugoeslavo. Una crónica para Dostoievski.
La primera tarea que se impuso Milosevic fue desarticular el sistema institucional creado a la muerte de Tito. Enredado y débil, con una presidencia rotativa anual, era una empresa relativamente sencilla.
Desde la tierra de sus antepasados, Montenegro, comenzó una obra astuta de manifestaciones y declaraciones siempre sustentada en el nacionalismo serbio.
El hombre fuerte
La federación yugoslava se derrumbó y con el apoyo de Serbia, Kosovo (sí, Kosovo), Vojvodina y naturalmente Montenegro se convirtió en el hombre fuerte de la nación fragmentada.
Purgó el ejército, dejando la mayoría de sus mandos clave en manos serbias y desde hace doce años es la voz y el voto de Yugoslavia. En ese lapso atravesó una breve guerra con la separatista Eslovenia, la mucho más cruenta con Croacia y la terrible en Bosnia-Herzegovina. No ganó ninguna.
Sobre estos despojos ha iniciado la aventura de Kosovo, a la que privó de sus derechos autonómicos hace diez años, circunstancia que aprovechó para hacer otro tanto con Vojvodina, donde existe una considerable minoría húngara. Milosevic hizo fortuna. Nadie sabe cómo.
Su esposa, Mirjana o Mira Markovic, es una comunista ortodoxa que preside la Izquierda Unida Yugoslava. Tienen dos hijos y ya son abuelos.
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