Murió el papa Francisco a los 88 años
El santo padre falleció a las 7.35, hora de Roma, después de sufrir un derrame cerebral y una posterior insuficiencia cardíaca; ayer fue su última aparición pública, cuando impartió la bendición pascual “urbe et orbi” en el Vaticano
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ROMA.- En una noticia que provocó una fuerte conmoción en todo el mundo y especialmente en Roma, el Vaticano anunció esta mañana la muerte del papa Francisco, ocurrida a las 7.35 de la mañana después de sufrir un derrame cerebral y una posterior insuficiencia cardíaca.
“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro santo Padre Francisco”, anunció el cardenal estadounidense Kevin Farrell, camerlengo de la Santa Sede y el encargado de administrar la sede vacante, quien además estuvo más tarde a cargo del rito de certificación de muerte.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, dijo Farrell, que apareció en un video que Vatican News sorpresivamente comenzó a transmitir a las 9.45 locales desde la capilla de Casa Santa Marta, acompañado por el secretario de Estado, el cardenal italiano Pietro Parolin y su sustituto, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra.
El pontífice argentino murió en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano, en un lunes de Pascua signado por el luto no sólo para el mundo católico. Siendo en Italia el emblemático feriado de “Pasquetta”, posterior al domingo de Pascua de Resurrección, miles de personas al conocer la triste noticia comenzaron a fluir hacia el Vaticano, donde reinaba un clima de shock y tristeza palpable. Las enormes campanas de la Basílica de San Pedro tañeron 88 veces, la edad de Francisco, para señalar su muerte, ocurrida después de un progresivo deterioro de su salud, marcado a fuego por su última y durísima internación en el hospital Gemelli -del 14 de febrero al 23 de marzo-, cuando dos veces estuvo a punto de morir.
A las 20 hora local (15 en la Argentina), aunque ya habían circulado versiones, el Vaticano confirmó que Francisco murió de un derrame cerebral que provocó coma y fallo cardíaco irreversible.
La denuncia de muerte, firmada por el director del Departamento de Sanidad e Higiene del Vaticano, el profesor Andrea Arcangeli, detalló que esos episodios ocurrieron en un sujeto ya afectado por un cuadro muy complejo: “Episodio previo de insuficiencia respiratoria aguda en neumonía multimicrobiana bilateral- Bronquiectasias múltiples- Hipertensión- Diabetes”, indicó el documento, refiriéndose, al parecer, al calvario sufrido durante su larga internación en el Gemelli. “La muerte se determinó mediante registro electrocardiotanatográfico”, precisó.
No quedó claro, no obstante, cuándo fue que el Papa tuvo el derrame cerebral, que muchos sospechan que pudo ser antes de la mañana del lunes. Su aspecto físico, en efecto, apareció visiblemente desmejorado en su última aparición pública, el domingo, comparado con la que había hecho a la cárcel romana de Regina Coeli, el jueves pasado.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia”, indicó el cardenal Farrell, quien ahora liderará la sede vacante, al subrayar su compromiso con los sectores más vulnerables. “Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”, concluyó.
Ayer, cuando dio su última vuelta en papamóvil después de impartir la bendición pascual, al Papa no se lo había visto bien. En medio del júbilo de las 35.000 personas presentes, si bien levantaba las manos con dificultad, estaba ausente, como ido. Su rostro era inexpresivo, totalmente distinto del hombre que se había conocido antes de su internación en el hospital Gemelli, donde estuvo hospitalizado 38 días y donde estuvo al borde de la muerte por una neumonía.
Antes, más allá de los achaques, intentaba conectar con su mirada con alguien. Ayer, en cambio, se lo veía en otra dimensión. De hecho esta cronista cuando vio pasar el papamóvil por el principio de la via de la Conciliazione, le gritó al Papa “¡padre Jorge!”, llamado al que estando bien, hubiera respondido enseguida, como ocurrió en otras ocasiones, antes de su última y dramática hospitalización. Pero él no reaccionó, algo que hizo pensar que esa última vuelta, tan distinta a todas las que dio durante su pontificado, podía ser, como lo fue, una despedida.
Los primeros ritos
Mientras el mundo comenzó a despedirlo con mensajes de dolor, desde mandatarios hasta peregrinos, el Vaticano hizo saber a la mañana que el cardenal Farrell oficiaría por la noche el rito de constatación de la muerte del papa Francisco, con la disposición de su cuerpo en su ataúd, en la Capilla de Santa Marta. Entonces estuvo acompañado por el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re , familiares de Jorge Bergoglio -quizás estuvo su sobrino jesuita, José Luis Narvaja- y los directivos del Departamento de Sanidad e Higiene del Vaticano.
Luego de que los superiores de los dicasterios de la Curia Romana le rindan allí homenaje, el féretro será llevado este miércoles a la Basílica de San Pedro para una capilla ardiente en la que el pueblo de Dios podrá despedirse del Papa, que no estará sobre un catafalco sino será expuesto de modo simplificado, por su voluntad. Como, según la tradición, el funeral debe realizarse entre cuatro y seis días después del fallecimiento, se especula con que probablemente será el sábado. La decisión de la fecha será tomada mañana martes por los cardenales que tendrán su primera congregación general, como se llaman las reuniones en las que se decide la logística de esta etapa de transición e incertidumbre que tendrá su momento álgido cuando comenzará el cónclave que elegirá al próximo papa.
El director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni, adelantó que mientras que suspende la canonización del beato Carlo Acutis, el “influencer de Dios”, prevista para el domingo, el Jubileo de los Adolescentes y demás actividades del Año Santo siguen en pie.
En un Roma semi vacía porque los romanos se habían escapado para el fin de semana largo, repleta de turistas, no había nadie que no comentara la partida de Francisco, un papa considerado “uno di noi”, uno de nosotros. “Combatío todo lo que hay que combatir, lamento mucho su muerte”, dijo a La Nación Franco, un taxista que aludió a la prioridad que el papa venido del fin del mundo siempre le dio a los últimos, los débiles, los pobres, los descartados. Y que vivió en forma muy distinta a la de sus antecesores, mucho más simple, austera, humilde.
El testamento que el Vaticano difundió poco después de las 20 -datado el 29 de junio de 2022, fiesta de los Apóstoles Pedro y Pablo, también llamado “el día del Pontífice”-, confirmó la voluntad del Papa de ser enterrrado en la mayor de las simplicidades en la Basílica de Santa María Mayor, una de las cuatro pontificias de esta capital. Allí san Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, celebró su primera misa y allí se encuentra el ícono de la Virgen Salus Populi Romani, venerada por los seguidores de la Compañía de Jesús, que es la virgen “preferida” de Jorge Bergoglio, a quien pudo ir a rezarle por última vez el 12 de abril, justo en vísperas de la Semana Santa en la que entregó todos su ser.
“Sintiendo que se acerca el fin de mi vida terrena y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad sólo respecto al lugar de mi sepultura”, escribió en su testamento. “Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por eso, pido que mis restos mortales descansen en la Basílica Papal de Santa María la Mayor”, agregó, al recordar que siempre iba a rezar a este lugar al inicio y al final de cada viaje internacional. “Solicito que mi sepulcro sea preparado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal como se indica en el documento adjunto”, precisó, al destacar que “el sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
Atento desde siempre al dinero, a evitar la corrupción -para él, el peor pecado- y derroches, en su última voluntad Francisco incluso detalló que “los gastos para la preparación de mi entierro serán cubiertos por la suma de un benefactor que he dispuesto”, cuyo nombre no reveló. Aunque aclaró que le dejó las “instrucciones oportunas”, a quien al cardenal lituano Rolandas Makrickas, archipreste de esa Basílica que queda en la Plaza del Esquilino, muy cerca de la embajada argentina ante Italia. “Que el Señor les dé la recompensa merecida a quienes me amaron y seguirán orando por mí. El sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida fue ofrecido al Señor por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”, concluyó, con palabras escalofriantes.
En una jornda frenética para el Vaticano -que en sus redes sociales también hizo presente que había comenzado la sede vacante-, iban llegando centenares de periodistas de todo el mundo para la cobertura de los funerales solemnes y el cónclave, evento secreto, sugestivo, escenográfico y político en el que los ojos del mundo se concentrarán en la chimenea de la Capilla Sixtina. La Sala de Prensa trabajaba a todo ritmo para acreditar a los recién llegados. También evidentemente dolido y consternado su director, Matteo Bruni, poco antes de las diez de la noche confirmó que había durado una hora el rito de la constatación de la muerte de su jefe máximo. Entonces, el cardenal Farrell también selló y precintó el apartamento papal de la tercera planta del Palacio Apostólico -donde nunca vivió, pero donde se encuentra la Biblioteca donde recibía jefes de Estado y de Gobierno y el despacho desde donde se asomaba todos los domingos para el Ángelus- y la suite 201 del segundo piso de la residencia de Santa Marta que durante 12 años y más dos meses, fue el austero hogar de Jorge Bergoglio: la suite incluía un escritorio, un saloncito con unos sillones para recibir, un dormitorio, un baño.
“Ahora el cuerpo del Papa se encuentra en la capilla de la planta baja de Santa Marta”, detalló Bruni, que aludió a esa simple capilla donde, hasta la pandemia, todos los días el Papa celebró misa a las 7 de la mañana antes decenas de fieles que después saludaba uno por uno, cuan pastor.
Por la tarde sus colaboradores, guardias suizas, miembros de la denominada “familia pontificia” y de la curia romana, comenzaron a acceder hasta allí para despedirlo.
En un lunes 21 de abril que pocos olvidarán, cargado de emociones, los argentinos se hicieron presentes. Identificables por su banderas y camisetas, muchos se acercaron a la Plaza de San Pedro para demostrar su congoja y participar del rezo del rosario en sufragio del alma de Francisco que hubo a partir de las 19.30, presidido por el cardenal Mauro Gambetti, archipreste de la Basílica de San Pedro. “Estoy triste y emocionado a la vez, no sé qué decir”, dijo a La Nación Paulo, que vive en Roma y se acercó junto a su mujer y a su hija, Amparo. Con camiseta de la Selección, Paulo contó que había estado ayer en la misa de Pascuas y que se había dado cuenta de que el Papa no estaba nada bien cuando reocrrió en papamóvil la Plaza en lo que ahora se entiende que fue su despedida. “Estábamos en primera fila”, comentó, con lágrimas en los ojos. “Es muy fuerte para toda la gente que está acá y para nosotros que somos argentinos, mucho más”, añadió Santiago, un joven que contó que llegó hace tres días de vacaciones a la ciudad eterna, con camiseta de Boca. Antes de que comenzara el rosario, distribuyeron entre los fieles una edición especial del =sservatore Romano, el diario del Papa, con el tradicional título de cuando muere un Pontífice: “Hoy, lunes 21 de abril, a las 7,35 horas, el Señor llamó a sí el Santo Padre Francisco”, acompañado por una foto de cuando Francisco estaba bien, parado sobre el papamóvil y saludando sonriente a la multitud, levantando su brazo derecho.
Santiago Federici, que vive y trabaja en Nápoles, estaba consternado. “Justo había venido a Roma porque me juntaba acá con mis padre a quienes no veo desde hace tres años y se murió el Papa... Y además hoy, que es mi cumpleaños, todo mal”, comentó a La Nación. Sonia Lopardo y Franco Federici, sus padres, de Flores, se mostraron aún más conmovidos porque eran vecinos de Jorge Bergoglio. “Vivimos a 700 metros de donde vivía el Papa, en la calle Membrillar al 400. Mis otros hijos conocieron a Francisco cuando era Mario Bergoglio porque eran boy-scouts y estaban mucho con las monjas con quien él iba a tomar el té en plaza Misericordia”, recordaron. “¿Cómo nos sentimos? Y estamos shockeados”, reconocieron, resumiendo el sentir generalizado. “Algo que era una alegría, venir a Roma, se transformó en mucha tristeza... Vimos en televisión que no estaba bien, que le costaba respirar, pero no nos esperábamos esto... Pero al menos tuvo la gracia de que se fue justo al final de la Semana Santa”.
Vecinos de Flores de Jorge Bergoglio, también presentes en el rosario que se rezó por Francisco, tristes por su partida pic.twitter.com/eGu1R66oXD
— Elisabetta Piqué (@bettapique) April 21, 2025
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