Arrasó en los 70, una tragedia lo marcó pero un llamado lo animó a seguir: Dany Martin, el galán de la música romántica
A los 75 años, cuenta tras de sí con una carrera que incluyó giras por América Latina y compartir escenario con Manzanero; la muerte de su esposa lo dejó devastado pero se repuso para continuar con su pasión
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Nació un 13 de febrero y debutó a los 13 años, en Canal 13, el 13 de noviembre de 1960. Están quienes consideran que el número 13 atrae las malas energías. No es precisamente el caso de Daniel Alberto Gutiérrez Martín. “Yo me rebauticé, le saqué el acento al apellido y achiqué Daniel por Dany. Mi papá me decía: ‘Mirá que están Dean Martin y Tony Martin’. Le dije: ‘No importa, yo soy Dany’. Así arrancó la historia. Nací en Arenales 1888, entre Callao y Riobamba en el departamento que le había prestado Lucio Demare a mi papá, Horacio Quintana, porque mi viejo era cantante de tangos de su orquesta. Mi mamá, Celia Barbero, era hija de chacareros de la provincia de Santa Fe, descendiente de italianos”. Así se presenta, a LA NACIÓN, Dany Martin, intérprete desde la cuna como él mismo lo define de la música romántica en la Argentina y en varios países de Latinoamérica donde supo triunfar.
“Recuerdo mi primera presentación: fue en el programa Nace una estrella que conducía Héctor Coire. Me llevó mi padre, canté Café a la italiana, un tema de moda, gané y el premio fueron cuatro programas consecutivos los domingos pero como profesional. Me vieron de radio El Mundo que era la emisora vedette del momento y donde debuté un mes más tarde. Los ratings eran altísimos. Me observó Santos Lipesker que era director musical de la orquesta estable de Canal 9 y ejecutivo del sello Phillips, lo llamó a mi viejo y firmé mi primer contrato por cinco años. Después vinieron varios más. Grabé un disco simple, de un lado estaba Café a la italiana, el de mi debut, y del otro Bombón. En el disco decía impreso ‘Dany Martin, La nueva Olita’, un orgullo para mí”.
Del secundario a conquistar Latinoamérica
“Por esos tiempos cursaba el colegio secundario, iba al Mariano Moreno; con gran sacrificio lo terminé mientras seguían saliendo discos míos, una locura. A partir de ahí hice la primera gira internacional con quince años acompañado por mi mamá y mi papá: recorrimos Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela”, rememora Dany.
Su sueño y el de su familia era llegar a los Estados Unidos, pero no pudo ser por cuestiones legales: “No me dejaron trabajar porque era menor de edad, ni siquiera firmando mis padres. Entonces cambiamos los planes. Mi viejo era muy emprendedor así que no se hizo problema. Fijate que cuando dejó de cantar tangos descubrió a Rubén Juárez y fue representante de Hugo del Carril y Atahualpa Yupanqui, el ballet de Juan Carlos Copes y el verdadero Quinteto Real con Horacio Salgán a la cabeza. Fue un representante brillante, cuando cumplió 80 largó todo”.
La oportunidad de conquistar México también llegó para Dany Martin: “Fue en el 68, tenía 21 años cuando partí para allá, hasta tuve un programa de tevé auspiciado, La hora Nescafé. Me llevó José Guindi, tenía un sello grabador que se llamaba Tico. Mi padre se encontró con él, le hizo escuchar un disco, al tipo le gustó y se embaló. Vio que podía hacer un gran negocio. Hizo una gran campaña publicitaria en ese país y comencé bárbaro. Hasta terminé haciendo una película, Cuernos debajo de la cama, basada en un texto de Dostoievski”.
México le seguía brindando oportunidades y Dany no las desaprovechaba: “Volví en el 73, ya me había casado con Marta en el 69 y teníamos a mi hija mayor, Marianita, de tres añitos. Me llevó Hugo López, quien veinte años después fue representante de Luis Miguel y marido de la modelo y conductora Lucía Miranda. Mi mujer era secretaria de Hugo Romani, un empresario muy importante que trajo a Doménico Modugno y hasta al Topo Gigio”.
“Regresé a la Argentina porque firmé un muy buen contrato con Rugantino Cabaret, frente a la plaza San Martín. Lo estrené con el Polaco Goyeneche y el ballet de tango de Gloria y Eduardo. Eran años gloriosos, en el 76 fui el primero que grabó en español A mi manera. A partir de ahí mi carrera explotó acá. En Canal 9 canté durante veinte años, Romay me tenía con una cadena. Con Marty Cosens trabajé mucho recorriendo el país, también en Uruguay. Fui tres veces a Miami, pero nunca canté, me entregaron premios, fui de paseo, a Nueva York también. Grabé 24 canciones de Armando Manzanero, que fue un hermano para mí al igual que Chico Navarro. Siempre admiré a Frank Sinatra y a Tony Bennet, a quien pude acercarme en Las Vegas y saludarlo. En Buenos Aires me lo volví a cruzar, un hombre muy humilde”, describe sus mejores momentos como en un filme.
Y si se trata de discos, sus números marcan récords: “Debo tener alrededor de trescientas canciones grabadas. En la última década me propuse hacer un disco por año. Más o menos grabé unos 27 o 28. Ahora vuelvo a estar ternado para el premio Carlos Gardel. Ya lo logré en 2014, 2016 y 2021. Estoy ternado con Pido permiso y con Palito, que es raro que esté en el rubro melódico romántico. Aparte le puso a su disco el mismo nombre con el que yo gané el primer Gardel en 2014, Te llevo bajo mi piel, algo bastante raro. Hoy estoy con mucho trabajo, en plena grabación: a finales de setiembre sale el disco de este año”.
El dolor que marcó su vida
En 2009 le tocó vivir el momento más doloroso de su vida cuando su esposa se quitó la vida: “Yo sostengo que la vida me recompensó, lamentablemente quedé viudo hace trece años de la madre de mis hijas. Me quedé con que se resbaló y se cayó y no que se tiró del departamento, lo hablé mucho en terapia. Ella no estaba bien, fue una gran madre de sus tres hijas, una compañera maravillosa, pero no había tenido una buena infancia, y eso seguramente la fue lastimando con el transcurrir de los años”.
¿Cómo se recuperó? ¿Cómo fue que volvió a levantar cabeza? “A mí me salvó la música. Porque a los cuatro meses que pasó la muerte de Marta volví a cantar. Llevábamos 39 años de casados. Teníamos 22 años cada uno cuando nos convertimos en marido y mujer. Recuerdo que me llamó Nito Artaza a tres meses de la tragedia para que reemplazara por diez días a Valeria Lynch que estaba enferma. Le dije que no era el momento por lo que me había pasado. Y me contestó que sí era el momento porque sabía todo lo que me sucedía. Le pedí unos minutos para contestarle, consulté con mis hijas, ellas me apoyaron, me incentivaron y acepté. Cuando le pregunté cuándo empezaba me dijo: ‘Mañana’. Y acá estoy, si no, no volvía más, creo. Me dije a mí mismo cuando regresé al camarín: ‘Es por acá’. Llamé a mi representante para empezar a mover la rueda, volví a grabar, retomé un disco que tenía pendiente y regresé a los escenarios. Eso me salvó, sumado a varios amigos querido, a mi familia y a la terapia, por supuesto, pude salir a adelante. Primer estuve enojado, luego el tiempo fue cubriendo todo: los muy buenos recuerdos a su lado me ayudaron. No me canso de decir lo buena mujer que era Marta”, explica entre grandes emociones.
Dany confiesa que con el tiempo volvió a tener otra relación: “Pero terminó, ahora estoy solo. Me llevo muy bien conmigo, un fenómeno, muy concentrado en mi trabajo, haciendo Café la humedad y presentaciones en el interior. Me llamaron de Michelangelo donde está un gran amigo, Néstor Fabián. Me gustaría estar dos veces por semana allí, es un lugar extraordinario que ofrece Cena-Show. La verdad es que laburo el 30 por ciento de lo que hacía en la mejor época, pero porque que me lo impongo para cuidarme, para estar bien. Al interior voy una vez por mes, no más. Continúo cantando porque adoro hacerlo. La gente me sigue hace cuarenta años y eso no tiene precio. ¿Por qué empecé cantando temas románticos? Porque tenía trece años y nunca me gustó el tango cantado por pibitos”.
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